Benzema y solo Benzema

El Real Madrid, liderado por el delantero francés y sus dos goles, reacciona y vence con apuros al Eibar tras un primer tiempo bochornoso

Benzema marca de cabeza el primer gol.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Tras un tiempo de nadería apareció de nuevo Benzema para rescatar al acorchado Madrid que implora por que el curso acabe de una puñetera vez. Dos cabezazos del francés en el segundo acto fundieron a un Eibar que compitió mejor hasta el 0-1 que después, contrariado por la baja de Ramis y la ausencia de centrales. Lo contrario que este escapista Real, que, una vez más, reaccionó a hombros de Benzema. El delantero ha pasado de ser el mejor socio de Cristiano Ronaldo a ser el mejor...

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Tras un tiempo de nadería apareció de nuevo Benzema para rescatar al acorchado Madrid que implora por que el curso acabe de una puñetera vez. Dos cabezazos del francés en el segundo acto fundieron a un Eibar que compitió mejor hasta el 0-1 que después, contrariado por la baja de Ramis y la ausencia de centrales. Lo contrario que este escapista Real, que, una vez más, reaccionó a hombros de Benzema. El delantero ha pasado de ser el mejor socio de Cristiano Ronaldo a ser el mejor socio de sí mismo y de todo el Madrid. Ante el Eibar, de un Madrid carbonizado y patético hasta que metió un poco de gas ya en la segunda parte.

Zidane sigue con su noria particular y pasa revista en cada jornada. A estas alturas, con el Real fuera de onda, solo le alcanza para ganar de forma angustiosa al colista Huesca o al Eibar, que llegó a Chamartín con una sola victoria como visitante en esta Liga. Lo mismo da el adversario. Ya todo es engorroso para este chato Madrid que reniega del hoy mientras espera con suspense lo que le depare el mañana.

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Frente al Eibar, el grupo que intenta canalizar Zidane dejó un primer tiempo de lo más birrioso ante un Santiago Bernabéu despoblado que ya solo engancha a los más incondicionales. Y muy adepto hay que ser para contemplar a un equipo que hasta pasado el descanso no dejó un remate, no tuvo un pase. Un equipo dado a la desidia de tal manera que solo cometió una falta en los primeros 45 minutos. Un Madrid retratado por la flojera de Varane, la impericia de Bale, la tibieza de Asensio, la versión mustia de Modric... Y por el medio, Valverde, la última tecla de Zidane.

Fuera de lugar el Madrid, al Eibar le bastó con ser el Eibar. El corazón en los huesos, juego directo y sin apeaderos, defensa descamisada y presión alta. Es un conjunto que deja espacio a su espalda. En teoría, un chollo para gente como Bale. Pero el galés, a su bola, pasó el primer tramo en fuera de juego o con la pelota sacándole la lengua. Enrich le ganó cada pulso a Varane, lo que permitió al cuadro armero colonizar al Madrid. Enrich descolgaba el juego de espaldas y el Eibar fluía ante la pasividad local. Nada sofisticado, todo así de sencillo. Y por esa vía, el exbarcelonista Marc Cardona, que iba para suplente hasta que Pedro León sintió molestias en el calentamiento, estuvo a un palmo de anotar tras una asistencia de Cucurella. No aflojó Cardona, debutante en una plaza como la de La Castellana, que minutos después selló una estupenda jugada entre Escalante y el propio Cucurella. Tan estupenda que los madridistas prefirieron mirar antes que interferir la acometida. Jugaba el Eibar, pasaba una sobremesa tediosa el Madrid y la hinchada, bizarra hasta con las granizadas, se hartaba del sainete de los suyos. Sobre todo con las pifias y el desapego de Bale, al que ya no le tolera ni una. Sin Cristiano a la vista, el despegue extraordinario de Benzema acentúa aún más el descarrilamiento definitivo del galés. El mismo que, desde el espumoso mundo de quien se tiene por una celebridad, reclamaba los focos para sí tras la victoria en Kiev.

El Real Madrid, con Bale al frente, se fue al descanso con la bronca de sus fieles y regresó con algo más de brío. Asensio dio un estirón y se activó Benzema. Y al paso al frente de ambos se añadió un hecho que condicionó al siempre encomiable conjunto de Mendilibar. Con las bajas de Arbilla y Bigas, en el cuadro azulgrana solo resistían como centrales Ramis y Oliveira. Pero el primero se quedó tieso en una carrera y el técnico vasco tuvo que improvisar con Sergio Álvarez como zaguero. Un error del nuevo defensa postizo y su portero Dmitrovic derivó en un gol de Benzema, pero el VAR tuvo ojo: fuera de juego.

Sin Ramis, el mejor cabeceador del Eibar, llegó un centro de Asensio con la derecha y el ariete francés cabeceó para estampar el empate. Y repetiría suerte para el 2-1, esta vez tras un servicio de Kroos. El francés ha anotado los últimos cuatro tantos de los blancos, tres de ellos de cabeza, lo que nunca fue su especialidad. Pero hoy, Benzema, aquel delantero tantas veces crujido, mediática y popularmente, por su aire pusilánime, está para todo lo que sea menester.

Partidos eternos

Ya en ventaja, con el Eibar más chato, el discurrir del partido fue un monocultivo del propio Benzema, que bien pudo duplicar sus goles, pero se le fueron al garete las ocasiones más sencillas de la noche. Benzema no parece tomarse lo que resta de temporada como una penitencia. En este decepcionante Real Madrid, de principio a fin nadie como Benzema. Por goles, fútbol y compromiso.

Por mucho que el Real esté en un curso de barbecho, al menos el heráldico uniforme debería resultar algo motivante. No lo es de forma general, pero queda Benzema para evitar bochornos históricos. A este Real Madrid sin presente que dirime su futuro mientras muchos apelan al flotador del pasado reciente, ya no es que se le esté haciendo infinita la temporada. Es que cada partido se le hace tan eterno que dimite desde el calentamiento y solo espabila un poco cuando siente la afrenta del Huesca o del Eibar.

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