Simeone no chuta

El Atlético se queda seco pese a la llegada de Morata y acompañarle con Griezmann, Correa, Lemar, Vitolo y Kalinic

Morata, en la jugada que el colegiado no señaló penalti de Feddal sobre el delantero rojiblanco.Pepo Herrera (EFE)

Los aficionados situados detrás del banquillo que ocupó el Atlético en el estadio Benito Villamarín se quedaron perplejos por la visceralidad con la que Diego Pablo Simeone interactúa con sus jugadores y toma decisiones. “Ya está bien, ¿no? ¡Pon a Vitolo a calentar!”. Apenas habían transcurrido 20 minutos cuando el entrenador rojiblanco, airado, ordenó a su ayudante Germán Burgos que mandara al volante canario a calentar antes las reiteradas pérdidas de balón de Thomas Lemar.

Sin Koke y sin Saúl lesionados, Lemar formaba parte de un...

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Los aficionados situados detrás del banquillo que ocupó el Atlético en el estadio Benito Villamarín se quedaron perplejos por la visceralidad con la que Diego Pablo Simeone interactúa con sus jugadores y toma decisiones. “Ya está bien, ¿no? ¡Pon a Vitolo a calentar!”. Apenas habían transcurrido 20 minutos cuando el entrenador rojiblanco, airado, ordenó a su ayudante Germán Burgos que mandara al volante canario a calentar antes las reiteradas pérdidas de balón de Thomas Lemar.

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Sin Koke y sin Saúl lesionados, Lemar formaba parte de un plan inicial que también incluía a Correa, a Griezmann y al recién aterrizado Morata. Una alineación con un marcado carácter ofensivo que terminó reforzado en el tramo final del encuentro por el citado Vitolo, que finalmente sustituyó a Lemar pasada la hora de juego y por Kalinic. Todo ese arsenal dispuesto a lo largo del encuentro solo le dio al Atlético para registrar dos remates a puerta, uno en cada tiempo. El primero fue un disparo manso de Morata a las manos de Pau y el segundo la rosca de Griezmann que se estrelló en el poste, ya con 1-0 a favor del Betis. Un bagaje ínfimo con tanta artillería desplegada. Una batería de delanteros y jugadores ofensivos que no encontró cómo hacer daño.

Morata conoció en el Villamarín de primera mano lo que ya han sufrido antes otros nueves que le precedieron (Mandzukic, Jackson Martínez, Raúl Jiménez, Vietto, Torres, Gameiro, incluso Costa en esta segunda etapa). Le encontraron muy poco. Ni con pases filtrados al espacio, ni con centros laterales en los que imponer su envergadura. Un remate y la jugada del penalti  no señalado fueron sus únicas acciones de peso.

Cuando se esperaba a un equipo con colmillo de aspirante ante la ocasión que tenía de situarse a tres puntos del Barcelona, emergió un conjunto plano en ataque, con un exceso de control en su ofensiva durante la primera mitad. En ese tramo, ni Arias ni Juanfran, cambiado de banda, se proyectaron en ataque. Tampoco entró en juego Correa. La consigna inicial fue cargar el juego por la izquierda, donde Lemar naufragó como jugador desequilibrante.

Sin encarar

La actuación del fichaje más caro de la historia del club fue muy sintomática. A futbolistas como él les corresponde hacer bueno el dicho de que los partidos se ganan en el campo del contrario y no se pierden en el propio. Durante muchas fases del encuentro, apoyado en una buena ejecución de la presión adelantada, el Atlético transmitió sensación de dominio. Tuvo tramos en los que incluso la posesión fue suya, pero apenas encontró desequilibrio en los últimos metros. Lemar, que es la apuesta del proyecto para marcar diferencias en esa zona, es ya aspirante a esa lista de jugadores de talento (Óliver, Gaitán, Carrasco y Vitolo) que no han explotado bajo la dirección de Simeone.

Juanfran diagnosticó ese mal al término del partido: “Nos ha faltado profundidad para tener ocasiones. Porque al Betis le puedes presionar, pero si al final no le haces ocasiones, por mucho que le presiones, no le vas a dañar. Cuando la gente de arriba recibe es cuando tiene que encarar, ser más agresivo de cara a gol. Lo estábamos haciendo estas semanas de atrás”.

Juanfran radiografió el atasco ofensivo de un equipo que ante el decisivo derbi del próximo sábado y la eliminatoria con la Juventus no acaba de estabilizar una versión más fiable, rotunda y ganadora. El ataque sigue dependiendo en exceso de Griezmann tanto para finalizar como para generar ocasiones. Un día gris del francés, como lo fue el sábado, es un nublado generalizado en el ataque. Un problema mayúsculo para un equipo que pretende aspira a LaLiga y eliminar al campeón italiano.

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