El Liverpool cae en la trampa más famosa del United de Mourionho

Lovren rompe su defensa para pelear con Lukaku los balones largos, y Rashford castiga a los visitantes con dos goles que afirman al equipo de Old Trafford en el segundo puesto

Lukaku salta con Lovren por un balón.ANDREW YATES (REUTERS)

Resulta misterioso el esfuerzo mental que empeñan los entrenadores en intentar que Romelu Lukaku no juegue de cabeza. Jurgen Klopp y su pelotón de analistas debieron emplear horas frente a las pantallas de sus ordenadores portátiles buscando alternativas que contrarresten al nueve del United con un cabeceador equiparable que le gane por arriba cada vez que De Gea sacara de portería. Eligieron a Lovren. Un tipo duro, un malencarado de huesos agudos proclive a incrustarlos en los tobillos, las nucas y en los riñones de sus adversarios. Lo mejor que encontraron en la caja de herramientas...

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Resulta misterioso el esfuerzo mental que empeñan los entrenadores en intentar que Romelu Lukaku no juegue de cabeza. Jurgen Klopp y su pelotón de analistas debieron emplear horas frente a las pantallas de sus ordenadores portátiles buscando alternativas que contrarresten al nueve del United con un cabeceador equiparable que le gane por arriba cada vez que De Gea sacara de portería. Eligieron a Lovren. Un tipo duro, un malencarado de huesos agudos proclive a incrustarlos en los tobillos, las nucas y en los riñones de sus adversarios. Lo mejor que encontraron en la caja de herramientas de intimidación. Sin efectos apreciables. Lovren no le hizo ni cosquillas a Lukaku, que se llevó dos balones por arriba, reventó el gran clásico del norte de Inglaterra, y afirmó su equipo en el segundo puesto de la Premier a la espera del Sevilla en el regreso de los octavos de la Champions la semana que viene.

De Gea jugó en largo desde la portería y Lukaku puso su cuerpo de gigante y estiró el cuello para conseguir dos proyecciones que abrieron las puertas de la defensa del Liverpool. Aprovechando que Lovren había perdido la posición para ir al choque, los atacantes del United convenientemente desplegados se encontraron con un paisaje despejado. Rashford metió el 1-0 y el 2-0. Pero los cómplices imprescindibles fueron De Gea, el portero, el cráneo de Lukaku, y Klopp, el técnico rival, que mordió el señuelo.

Este United de Mourinho no necesitará títulos para pasar a la historia. Entrará en el libro de oro de las extravagancias como el equipo más caro y vulgar domiciliado en Old Trafford en los anales de la Premier, verdadera máquina de hacer goles con saques de portería al cabo de más de 750 millones de euros gastados en fichajes en las últimas cuatro campañas. Calidad, tiene. Necesidad de calidad, no tiene tanta.

La devoción consumista de los dirigentes del United se ve ampliamente compensada por un técnico capaz de vivir con lo puesto. Mourinho no necesita jugadores de jerarquía suprema para hacer ruido en el campeonato. Hoy el más prescindible parece Paul Pogba, uno de los mejores volantes que existen, por el que pagaron 120 millones de euros en 2016, entonces el traspaso récord. El parte oficial señaló que Pogba fue baja por lesión contra el Liverpool. De todos modos, de haber estado este sábado, no habría influido en el curso del juego. La pelota vuela demasiado alto en Old Trafford para que los centrocampistas puedan manejarla a gusto.

David de Gea aprovechó la resolución de un córner en contra para jugar en largo hacia Lukaku en el minuto 14. Con el Liverpool a medio camino de regreso hacia su campo, el punta maniobró con soltura. Lovren, destinado a discutirle la supremacía aérea, dejó su puesto en la zaga para ir a chocar, quedó aturdido, y cuando tuvo que girar ya era tarde. La pelota era de Rashford, que encaró mano a mano, a Arnold. El lateral se quedó solo ante el ágil extremo local porque Van Dijk se emparejó con Alexis y, a su izquierda, Robertson tomó a Mata. Tres contra tres, alarma en el área de Karius, finta de Rashford, disparo y gol.

Si la marca de Lukaku la hubiera asumido cualquiera de los interiores del Liverpool, dejándole jugar de cabeza e impidiéndole girarse, la maniobra más penetrante del United habría quedado neutralizada por la superioridad numérica en defensa. Pero la salida de Lovren comprometió toda la estructura. Un error que se repitió diez minutos más tarde con la intervención de Mata, el despeje apurado de Van Dijk, y el remate de Rashford para convertir el 2-0. La ventaja resultó insalvable para el Liverpool, dueño de la pelota pero no del ingenio. El equipo del Mersey tuvo evidentes problemas en la elaboración frente a una defensa cerrada como pocas.

El fútbol permite alcanzar la velocidad de dos maneras. Con espacios para que corran los jugadores y con precisión para que corra el balón. El Liverpool perdió la velocidad que le caracteriza porque su rival le negó los espacios y porque a sus jugadores les faltó precisión con la pelota. Millner dio demasiados toques, Oxlade perdió demasiadas entregas, el juego se hizo discontinuo y la defensa del United, seis jugadores inamovibles atrás arropando a De Gea, resistió con relativa comodidad. Mata cerró a la derecha, Rashford a la izquierda, y poco a poco el portero madrileño se quedó aislado en una cápsula.

Sin tener que exponerse en un solo uno contra uno, sin perder la cohesión, hombro con hombro todos agrupados en el medio, la falange mourinhista apenas debió despejar y corregir. Solo Van Dijk se aproximó al gol durante la primera mitad, en un remate de cabeza que no logró conectar con plenitud, a la salida de un córner. La dinámica se acentuó al regreso del descanso.

La sustitución de Oxlade por Lallana alivió en un grado la mala circulación del Liverpool y el United comenzó a meterse en líos de tanto retroceder. Mané, probablemente el mejor jugador visitante, desbordó por afuera y provocó el 2-1. Se lo hizo en propia puerta Bailly, que despejó en un escorzo y envió el balón a la red.

El Liverpool no dejó de apretar con valor pero sin suficiente agilidad. Los hinchas de Old Trafford vieron pasar la tarde inquietos y, quizás, también muy aburridos, pero triunfantes, al fin y al cabo. Al United le valió con la jugada que le distingue: el pase largo de su portero a la cabeza inexpugnable de Lukaku.

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