El Eibar trae de cabeza al Leganés

Un gol de córner en el último suspiro da la victoria a los de Mendilibar, que se colocan en puestos europeos

Inui intenta avanzar ante Brasanac.VICTOR LERENA (EFE)

La vuelta a la realidad tras el sueño copero no le sentó bien al Leganés. El equipo de Garitano pagó el disgusto y el desgaste de la eliminación del miércoles ante un Eibar que no paró de empujar hasta conseguir el gol que le dio la victoria. Pese a ser mejor, el cuadro de Mendilibar solo puedo imponerse con un gol en el minuto 93 cuando Ramis cabeceó a la red en un córner. Para entonces el Lega estaba con 10 por la expulsión de Siovas, demasiadas trabas para un equipo agotado. La cara risueña se le quedó a ...

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La vuelta a la realidad tras el sueño copero no le sentó bien al Leganés. El equipo de Garitano pagó el disgusto y el desgaste de la eliminación del miércoles ante un Eibar que no paró de empujar hasta conseguir el gol que le dio la victoria. Pese a ser mejor, el cuadro de Mendilibar solo puedo imponerse con un gol en el minuto 93 cuando Ramis cabeceó a la red en un córner. Para entonces el Lega estaba con 10 por la expulsión de Siovas, demasiadas trabas para un equipo agotado. La cara risueña se le quedó a un Eibar que sigue como un tiro y no teme mirar arriba, de momento ya duerme en puestos europeos.

El partido fue difícil de ver, sobre todo en una primera parte donde lo que más hubo fueron pérdidas de balón. Nadie era capaz de controlar el balón con claridad y este viajaba de bota en bota de forma abrupta. Sacar algo reseñable de esos 45 minutos es tarea ardua porque apenás pasó nada. Probablemente se aburrió todo el mundo en Butarque, público, entrenadores, jugadores... aunque estos últimos por lo menos podían correr para engañar a la gelidez climática y ambiental.

Cierto es que en el tostón destacó siempre un poquito más el Eibar, que casi dobló en posesión a su rival y tuvo más empuje, un poco más de ganas de buscar la portería, quizá porque el deposito del Lega anda en la reserva tras cinco semanas compitiendo cada tres días. Tampoco los armeros eran el mejor rival en esas condiciones, demasiado intensos, presionantes, activos. Demasiado parecidos.

El comienzo del segundo acto fue más esperanzador. Al menos se vieron ocasiones. En los primeros minutos el Eibar embotelló a un Leganés que tardó un rato en comparecer y a punto estuvo de pagarlo. Un buen centro de José Ángel acabó en la cabeza de Charles, que quiso dejar el balón a un Kike que no llegó por un palmo. La mejor de todo el duelo llegó poco después, cuando Charles se quedó solo ante Cuéllar con un balón que botaba en el área -quizá demasiado- pero cuyo disparo le salió flojito a las manos del portero del Lega.

Resoplaba Garitano en la banda viendo como su equipo solo podía liberarse de la presión del Eibar dando un balonazo a la nada. Ni siquiera la entrada de Amrabat por Naranjo para ponerle picante a la banda izquierda revitalizó al cuadro pepinero. El equipo vasco seguía atacando con pico y pala, convencido de que el gol llegaría más pronto que tarde si seguía así. La escuadra de Mendilibar enseñaba todas sus virtudes, esas que le han llevado a estar peleando por los puestos europeos, de momento la noche del sábado la pasó en la sexta plaza.

Pintaba mal la cosa para el Leganés, pero si algo tiene este equipo es capacidad de sufrimiento y orden táctico. De ambas virtudes tiraron los pepineros para aplacar a un rival que estaba siendo mejor, aunque pagó la falta de claridad en los últimos metros. Inui era un incordio constante por la banda izquierda, pero no fue capaz de asustar más de la cuenta a un Cuéllar muy seguro.

Con el duelo estabilizado, el Leganés sufrió un percance fatal en los últimos minutos. Siovas alzó la planta en un balón dividido y vio la segunda amarilla. Tocaba resistir con diez el asedio del Eibar, que esta vez no perdonó. Los de Mendilibar basaron su ofensiva en los balones colgados desde la banda, un arte que dominan como nadie, y la recompensa llegó de córner. Ramis metió con rabia la cabeza en el último suspiro para llevarse todo el botín de un Butarque que despertó de golpe tras varias semanas de ilusión.

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