La exquisita discreción de Vermaelen

Las lesiones de Umtiti y Mascherano permiten al belga afianzarse como pareja de Piqué

Vermaelen, en el partido ante el Villarreal.HEINO KALIS (REUTERS)

Hay demarcaciones especialmente sensibles en equipos que juegan habitualmente al ataque, ninguna como la de central en el Barça. La memoria retiene todavía a la pareja Puyol-Piqué como un certificado de garantía en el Camp Nou y en la selección española que conquistó el Mundial en Sudáfrica. La figura leonina del capitán Puyol sirvió incluso para superar el recuerdo de Migueli, y más al de Gallego, mientras que el porte de Piqué evocaría en ocasiones al de Biosca por no hablar de Olivella. El historial da para unos cuantos hér...

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Hay demarcaciones especialmente sensibles en equipos que juegan habitualmente al ataque, ninguna como la de central en el Barça. La memoria retiene todavía a la pareja Puyol-Piqué como un certificado de garantía en el Camp Nou y en la selección española que conquistó el Mundial en Sudáfrica. La figura leonina del capitán Puyol sirvió incluso para superar el recuerdo de Migueli, y más al de Gallego, mientras que el porte de Piqué evocaría en ocasiones al de Biosca por no hablar de Olivella. El historial da para unos cuantos héroes y muchos villanos, jugadores que han sido ignorados o devorados por los goles, pocos como Chigrisnki.

El barcelonismo respira tranquilo porque con Valverde el equipo defiende mejor después de dar con un dúo de zagueros que funcionan estupendamente: Piqué-Umtiti. La alternativa para situaciones de emergencia era Mascherano. Las sanciones y las lesiones, sin embargo, han concedido un especial protagonismo al cuarto central, Thomas Vermaelen (Kapellen; 1985), fichado en 2014 al Arsenal. Aunque pagar 15 millones más variables pareció mucho dinero, la llegada del belga quedó condicionada por un amplio historial de lesiones que fue combatido en su presentación por una frase lapidaria del director deportivo. “Vermaelen es un jugador de rendimiento inmediato”, proclamó Zubizarreta.

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Y, llegados a finales de 2017, a los 32 años, Vermaelen ha disputado 28 partidos, algunos intrascendentes, saldados con 21 victorias, seis empates y una derrota, la de la Supercopa en San Mamés. Ocurre que el belga ha encadenado ocho partidos seguidos, dos con Bélgica, cosa que no sucedía desde sus tiempos en el Arsenal.

Vermaelen ha sido regular y fiable después de asumir las cesiones (Roma) y/o acatar las decisiones del entrenador, hoy recuperado por Valverde. El Txingurri impidió que abandonara el Camp Nou en verano, le prefirió al joven Marlon, y ahora le ha dado vuelo después de que Mascherano se lesionara con Argentina. El Jefecito se ha rendido, dispuesto a jugar en China, y Vermaelen ha subido un peldaño en el escalafón tras quejarse porque la legislación española le impide jugar en el Barça B cuando es titular con Bélgica. Ahora, está dispuesto a enfrentar incluso a la delantera del Madrid.

El mayor mérito de Vermaelen ha sido que no se echara en falta a Piqué ni a Umtiti, como si no tuviera vida propia, seguramente porque su hoja de servicios es tan inmaculada que parece robótica, presidida por su acierto en el pase (92%) y la ausencia de errores, alejada de cualquier grandeza y también de acciones populistas, discreto por definición: “no hace nada mal” es un juicio más común al de “todo lo hace bien”, una muestra más de la manera cómo se lo miran los aficionados del Barça. A Vermaelen se le admira por su exquisita discreción frente al tackle de Mascherano.

La calidad le permite ser preciso, anticiparse a la jugada, atender a los centros y ganar los balones divididos, al tiempo que sus 1,82 metros le ayuda a manejarse en el juego aéreo y sus años en el Ajax le sirven para estar bien colocado y dominar el juego de posición, clave en el Barça. Nadie le pide que arriesgue si Valverde le pone en el Bernabéu. La cuestión es cumplir igual de bien que en los partidos jugados sin Umtiti.

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