El Málaga angustia al Real Madrid

Un gol de Cristiano Ronaldo tras fallar un penalti alivia a los de Zidane, que fueron de más a menos, frente a un adversario valiente y muy competitivo

Cristiano Ronaldo, después de marcar su gol aprovechando el rechace del penalti que le paró Roberto.JAVIER BARBANCHO (REUTERS)

Hubo partido con hueso en Chamartín. Nada que ver con la clasificación de uno y otro, con ese Real Madrid espasmódico y ese Málaga que como visitante ni había marcado ni había puntuado. En el Bernabéu ambos destilaron un duelo vistoso, intrigante hasta el final, sin que quedara subrayado quién iba de blanco y quién de blanquiazul. Solo un penalti anotado por Cristiano Ronaldo tras un desvío inicial de Robe...

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Hubo partido con hueso en Chamartín. Nada que ver con la clasificación de uno y otro, con ese Real Madrid espasmódico y ese Málaga que como visitante ni había marcado ni había puntuado. En el Bernabéu ambos destilaron un duelo vistoso, intrigante hasta el final, sin que quedara subrayado quién iba de blanco y quién de blanquiazul. Solo un penalti anotado por Cristiano Ronaldo tras un desvío inicial de Roberto alivió al Madrid. A un Real que fue de más a menos y ante el que su oponente disimuló con creces sus males. Le tuteó de lo lindo.

Los madridistas no se tomaron a chufla a su adversario. Tampoco los malaguistas se resignaron en tan imponente escenario. Da gusto ver a equipos como el de Míchel. Esos conjuntos de escala inferior que no se escurren ante duelos que a otros les sirven de coartada para esa gaita de nuestra Liga es otra. El Málaga metabolizó sin cantinelas que la Liga también pasaba por la Castellana. Se plantó con dos delanteros, dos extremos, la pelota como objetivo y a jugar. Cara a cara.

Por mucho que el Málaga fuera en el camión escoba del torneo, no compareció un Madrid pánfilo. Todo lo contrario, hasta el segundo tiempo, un Real con volumen, con remangue para el quite. Con Modric en el descansillo, Lucas asumió el costado derecho junto a Carvajal y Kroos hizo de esporádico auxiliar de Marcelo. Isco fue Isco. No hay radar para él, su panorámica discurre por cualquier sector del campo.

Justo por donde el Madrid quebraba su simetría, antes de los diez minutos, Marcelo se aventuró por la izquierda y su centro lo cabeceó Cristiano como si fuera un pertiguista. El balón se estampó en el larguero y al rechace fue Benzema, esta vez el más espabilado. Con su remate cristalino a puerta vacía se inició un repertorio de cabezazos cruciales para la resolución de la trama. No se derritió el Málaga, decidido a incomodar todo lo posible a su rival. Por ejemplo, a provocar un embrollo en su salida del juego. La intención visitante era que Kiko Casilla tuviera que rifar la pelota con saque en vuelo. Con el Real Madrid enchironado, Kroos y Varane se hicieron un nudo, Keko pilló a toda la zaga blanca fuera de lugar y Rolan tuvo sobremesa para amortiguar el balón, echar un vistazo y armar el tiro.

El imprevisto Málaga hizo sentirse al Madrid en un duelo inesperado. No se desenchufó, pero se descoordinó en algunas fases. Como no está del todo fino, esos desajustes, consecuencia de la mutabilidad de gran parte de sus futbolistas, ya no le producen la misma renta que en el pasado curso. Entonces, en un mismo reto emergían muchos Madrid diferentes. En todos solía poner el sello Cristiano. Hoy, incluso a él, le cuesta un mundo. Y no por falta de empeño. Roberto, estupendo toda la tarde, le hizo maldecir más de una vez. Lo mismo que el larguero, algún cruce terminal de los zagueros blanquiazules...

A CR se le adelantó Casemiro, con un cabezazo dinamitero para el que no precisó ni levantar las suelas. Señal de la gran penuria del Málaga, flojo en el andamio para la defensa aérea.

En un día en el que todos iban de cabeza, Baysse, relevo del lesionado Juankar, cerró el primer acto con un frentazo a la red. Al primer tiempo no le quedaban milésimas, pero el árbitro estimó que el malaguista se había anclado sobre los hombros de Carvajal. Así fue, aunque hay miles de veces que otros muchos jueces se hacen los lonchas en jugadas similares. Lo pudo ser el despegue de CR sobre Diego González en el primer tanto del encuentro.

El quejío malaguista no rebajó a los de Míchel, que en el segundo acto destemplaron al Madrid. Si antes le había costado el gobierno, en el siguiente periodo jamás lo tuvo. Ni un atisbo de achique en el Málaga, que cazó el empate en un zurdazo lejano del Chory Castro. Contribuyó el Real, con un despeje pifiado de Varane, la mirada demasiado contemplativa de Vallejo y las manos blandas de Kiko Casilla. La respuesta del técnico visitante fue sintomática. Lejos de mandar un mensaje para refugiarse en favor del punto, envidó con un delantero por otro: Borja Bastón por Peñaranda. Lo mismo haría con Juanpi por el acalambrado Keko. Machote el Málaga, la hinchada blanca percibió cómo se diluía su equipo, su repentina espesura, y se lo hizo notar. En medio de la zozobra, Zidane retiró a Isco, la mejor chistera del equipo. Todo resultaba muy confuso en el Real Madrid.

La solución madridista llegó con un evidente penalti de Luis Hernández a Modric, tan claro como el precedente no pitado de Adrián a Lucas. Momento Cristiano. Pero como ahora todo le resulta tan fatigoso, el luso falló el disparo, repelido por Roberto. El despeje ya sí permitió a CR sumar su segundo gol en Liga. Tantos como hizo el Málaga en Chamartín, el doble de los que había conseguido en el campeonato fuera de La Rosaleda. Prueba de que angustió al Madrid, a este Madrid que no acaba de cuadrar.

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