El bostezo centenario de Messi en la victoria del Barcelona ante el Olympiacos

El gol 100 del delantero en competiciones europeas sentencia un cómodo partido para un Barça diezmado por la expulsión de Piqué

Messi, en la falta que convirtió en gol.JOSEP LAGO (AFP)

Aunque pintan bastos en Cataluña, la vida continúa de color de rosa en el Camp Nou, a puerta cerrada o abierto a la gente, porque el Barça no para de ganar y Messi no se cansa de marcar goles y dar asistencias en la Liga y en la Champions. A pesar de ser un rosarino que juega en el campo del Barça, el 10 nunca descansa, acaso ...

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Aunque pintan bastos en Cataluña, la vida continúa de color de rosa en el Camp Nou, a puerta cerrada o abierto a la gente, porque el Barça no para de ganar y Messi no se cansa de marcar goles y dar asistencias en la Liga y en la Champions. A pesar de ser un rosarino que juega en el campo del Barça, el 10 nunca descansa, acaso bosteza en jornadas como la de ayer, ante un rival menor, sin apenas gente en la grada (55.026 espectadores), la Diagonal atascada, el país tensionado políticamente y una imponente cortina de lluvia como bienvenida en el Camp Nou. No fue precisamente el mejor día del argentino y, sin embargo, sus detalles exquisitos llenaron el Camp Nou.

La obsesión de Messi es ganar cada partido con el Barça. El equipo del 10 asumió jugar a puerta cerrada ante Las Palmas y ayer regresó al campo mientras se desplegaba un mosaico con el lema Diàleg, Respecte i Esport, demasiado neutro al parecer de la mayor parte del público, que rompió a gritar “llibertat, llibertat” —en referencia a los presidentes de la ANC Jordi Sánchez y de Òmnium Jordi Cuixart—, después de pitar estruendosamente el himno de la Champions. Acabado el protocolo, los futbolistas fueron a por el partido con una formación muy titular, excepción hecha de Digne, sustituto del lesionado Alba, y, si se quiere, de Paulinho y Deulofeu.

El extremo abrió el campo por la derecha y desde el inicio no se cansó de regatear y poner centros para Messi y Luis Suárez. Jugaba muy inclinado el Barça y no paraban de resbalar los muchachos de Valverde. La lluvia calaba hondo, la pelota se escurría rápido, los jugadores llegaban tarde, las faltas se sucedían y se defendía con diez el Olympiacos. El partido parecía sencillo para el Barcelona porque el rival es el colista del grupo y el quinto clasificado de la Liga de Grecia. El gol llegaría necesariamente pronto por el costado de Deulofeu porque los barcelonistas solo atacaban por el flanco del extremo de Riudarenes.

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Deulofeu centró y Nikolau puso la pierna para batir a su portero Proto. Los pocos aficionados reunidos en el estadio se pusieron a celebrar el gol y a reclamar la independencia como es costumbre cada vez que el reloj llega a los 17m.14s mientras se mostraban dos pancartas: Freedom for Catalunya y Llibertat Jordis. Habían coincidido muchas cosas en un minuto y rugió el Camp Nou. La hinchada volvió a la calma, hasta que la Grada d'Animació exhibió un cartel con la frase Forza Galiza, y siguieron a lo suyo Deulofeu y Paulinho, azotes del equipo de Lemonis.

No había manera, sin embargo, de que algún azulgrana metiera un gol a Proto. El área griega era una montonera y Piqué metió la mano, seguramente de forma instintiva, para colar la bola en el arco del Olympiacos. El árbitro le pilló y le sacó la segunda tarjeta después que hubiera cargado con una por una entrada a Odjidja. Valverde metió a Mascherano en la cancha y quitó a Deulofeu, seguramente el cambio más fácil y convencional siempre que no se defienda con tres, una solución nada extraña por otra parte en el Barça. El fondo norte, mientras, continuaba a lo suyo — “Llibertat”, “Llibertat”— y añadía la petición de dimisión de Bartomeu.

No pasaba nada en la cancha porque la posesión barcelonista era inocua y aburrida, sin picante ni remate, y el Olympiacos se estiraba de vez en cuando hacia el costado de Digne y las entradas de Carcela. Lemonis incluso dio un paso adelante con la entrada de Djurdjevic por Gillet. No sabía jugar el Barça con 10. No arriesgaba ni conseguía tener la pelota, reiterativo en las pérdidas, nervioso porque el partido continuaba abierto y no entraba en juego Messi. Hasta que llegó un golpe franco muy cerca del balcón del área y el portero se tragó el tiro del 10. El guardameta se venció cuando desperezó Messi. Ya son 50 goles en 2017 y 100 en Europa.

Messi despertó cinco minutos y se marcó una jugada en el área pequeña, cerca de la línea de fondo, que valió por el partido: giró el cuerpo de fuera hacia dentro y puso el pase de la muerte para tres jugadores: Iniesta, Paulinho y Digne. No acertaron los volantes para suerte del lateral, que la cruzó al poste izquierdo de Proto. El partido se acabó con el 3-0 para el Barça porque Messi no logró que marcara Suárez. La hinchada continuó con sus reivindicaciones mientras la seguridad del estadio reducía a un espontaneo. Los azulgrana se distrajeron y Nikolau cabeceó un córner a la red de Ter Stegen. Un mal menor para el victorioso equipo del 10. La vida sigue siendo bella en el Camp Nou con el Barça de Messi.

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