La autoestima avala al Barça

Los cambios reactivan nuevamente al equipo azulgrana, que contó de nuevo con el omnipresente Messi

FOTO: Messi lanza una falta durante el encuentro. / VÍDEO: Declaraciones de los entrenadores tras el partido.Foto: atlas | Vídeo: SERGIO PEREZ (reuters) / atlas

Alrededor del Barça había ciertas dudas que no disipaban ni siquiera su condición de líder de la Liga. Ni entusiasmaba ni asustaba, más bien se consideraba que su privilegiada posición era circunstancial, propiciada por los despistes del Madrid, la mano de santo de Valverde y sobre todo por el excelente momento de forma de Messi. La vida era de color de rosa para los azulgrana, afortunados en el campo y beneficiados por el calendario, ganadores de los siet...

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Alrededor del Barça había ciertas dudas que no disipaban ni siquiera su condición de líder de la Liga. Ni entusiasmaba ni asustaba, más bien se consideraba que su privilegiada posición era circunstancial, propiciada por los despistes del Madrid, la mano de santo de Valverde y sobre todo por el excelente momento de forma de Messi. La vida era de color de rosa para los azulgrana, afortunados en el campo y beneficiados por el calendario, ganadores de los siete partidos del torneo y los dos de Champions.

La sensación era que se trataba de un equipo muy correcto que tenía la suerte de contar con el 10 de Rosario. Nadie se atrevía a apostar a su favor hasta que no afrontara un gran desafío en el campeonato, un reto de mayor envergadura que el vivido con la diezmada Juve en el Camp Nou, un adversario duro de pelar como el Atlético. Y su respuesta estuvo en consonancia con su trayectoria y las expectativas despertadas a su llegada a Madrid. Aunque no se sabe muy bien todavía qué se le puede pedir ni a qué aspira, discontinuo y camaleónico como se muestra, habrá que comenzar a tomar en serio al equipo barcelonista, por su competitividad, determinación y capacidad para rebelarse contra la adversidad, convencido de que su suerte depende de su fe y su autoestima, dispuesto a pelear por los puntos fáciles y difíciles como el de ayer ante el plantel del Cholo Simeone. No paran los azulgrana de desmentir a quienes le niegan y aventuran su caída tarde o temprano, fuera o en el Camp Nou.

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Al equipo, ciertamente, le falta desequilibrio y profundidad, dos cualidades que reunía un solo jugador: Neymar. No las tienen los extremos (Dembélé —lesionado—, Deulofeu, Aleix Vidal) ni los volantes (Denis Suárez, Sergi Roberto y André Gomes), cuantos jugadores han desfilado por la punta de ataque desde la salida del brasileño al PSG. No es que sean insustanciales, y por separado son futbolistas muy interesantes, sino que su peso no resulta decisivo en un equipo con la vocación ofensiva del Barcelona. La productividad de Messi, los goles en propia portería, las jugadas de estrategia y las llegadas de los volantes habían disimulado las disfunciones en los partidos menores y anoche condicionaron las tres cuartas partes del partido del Metropolitano. André Gomes, el elegido para ocupar el puesto de Neymar, era un medio inocuo en un equipo demasiado común, exento de talento, distinguido por la clase del Messi.

No le servía de nada tener la pelota, ser paciente y estar atento al repliegue, porque el Atlético le superaba con el juego entre líneas de Correa, los tiros de Griezmann, reducido por Ter Stegen, y el disparo a media distancia de Saúl. Los rojiblancos encontraban la espalda de los medios barcelonistas y jugaban sorprendentemente mejor en cancha rival que en la propia, presionados por el Barça, chato y sin vuelo ante el centrado Oblak. El partido anunciaba una cómoda victoria del Atletico.

El Barça, sin embargo, se corrigió con los cambios de Sergi Roberto, Deulofeu y Paulinho después de madurar el encuentro; tomó aire y velocidad; dañó al rival y si no ganó fue por la uña de un dedo, desfondado como estaba el Atlético. El encuentro quedó a merced del gatillo de Messi. Y entonces la fortuna le negó el gol del triunfo, quizá para que se mantenga la duda sobre el futuro del Barça, no respecto a su credibilidad porque el equipo se endurece, hay plantilla y entrenador y está el gran Messi.

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