Estrellas y, sobre todo, hambre

A Eslovenia, por el encima del talento, que tiene y mucho, le define el hambre y las ganas de demostrar que por encima de estrellas todos saben hacer de todo

Doncic y Dragic en la semifinal. TOLGA BOZOGLU (EFE)

No era la primera vez que sucedía en este campeonato, y volvió a ocurrir. España salió a la pista como si tuviese el freno de mano echado, lenta en el juego y en la toma de decisiones. Correr ese riesgo ante un adversario como Eslovenia te puede poner en apuros. Es un equipo el esloveno al que por encima del talento, que tiene y mucho, le define el hambre y las ganas de demostrar que por encima de estrellas todos saben hacer de todo. Su facilidad para crear y anotar disimulaba las carencias defensivas que afloraban de vez en cuando. Pero es que ante España no hubo ni rastro de ellas. También e...

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No era la primera vez que sucedía en este campeonato, y volvió a ocurrir. España salió a la pista como si tuviese el freno de mano echado, lenta en el juego y en la toma de decisiones. Correr ese riesgo ante un adversario como Eslovenia te puede poner en apuros. Es un equipo el esloveno al que por encima del talento, que tiene y mucho, le define el hambre y las ganas de demostrar que por encima de estrellas todos saben hacer de todo. Su facilidad para crear y anotar disimulaba las carencias defensivas que afloraban de vez en cuando. Pero es que ante España no hubo ni rastro de ellas. También eso lo hicieron a la perfección.

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Enfrente, nuestra selección llegaba con la vitola de ser la mejor defensa del campeonato. O eso decía la estadística, porque la realidad era que en los últimos partidos esa superioridad defensiva había aparecido en los momentos justos para resolver y no tanto de manera constante. Y así, con un tremendo acierto esloveno desde la línea de tres, se llegó a un 10 de 15 que los españoles no supieron parar. Total, 25 y 24 puntos encajados en los dos primeros cuartos.

A España, insistente, no le entraban los tiros que buscaba y tampoco era capaz de encontrar a su juego interior con claridad. Con este panorama vimos durante muchos minutos a un equipo que anotaba más, corría más, jugaba mejor y tenía a un Doncic que penetraba y doblaba de manual. ¡Qué importante es saber pasar bien en baloncesto!

La realidad es que hasta la entrada de la segunda batería no se vio reacción en España. El quinteto del futuro nos volvió a meter en partido con El Chacho abriendo la lata y encontrando en las continuaciones a Willy. Junto a ellos, Sastre siempre sumando y la agresividad de Juancho y Oriola para que España encontrara ritmo y Gasol rematara y dejase el duelo casi en tablas al descanso.

Sin embargo, el respiro y la posibilidad de reflexión le vino mejor al equipo hambriento y joven que al experimentado. Cuando una fiera tiene hambre y huele sangre, va a muerte, y así salió Eslovenia, desbocada. Sólo había que ver cómo rugían, incluso el aparentemente frío Randolph, en cada punto que anotaban.

Es verdad que España estuvo mal general, pero su rival firmó un partido impecable abriendo el campo, generando los espacios necesarios para apuntalar nuestro aro con un juego agresivo, demoledor, haciéndonos sentir lo que durante años seguramente sintieron muchos de nuestros rivales, que no había por dónde meterles mano.

Al final se nos escapó la posibilidad de acompañar en el olimpo a Yugoslavia y Rusia como ganadores de tres oros consecutivos y habrá que luchar por el bronce felicitando además a un justo finalista. Hoy la mejor selección de Europa durante años sucumbió ante el empuje de un combinado liderado por un chaval de 18 años que es presente y que tiene todo el futuro a sus pies.

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