Contador no descansa

El ciclista español lo intenta en un puerto de tercera, pero su intento de escapada naufraga a 2 km de la meta. Victoria de De Gendt al sprint

Alberto Contador, en el pelotón, durante la decimonovena etapa de la Vuelta.Javier Lizón (EFE)

Donde hay una cuesta está Contador. Donde hay una oportunidad de negocio, el ciclista de Pinto, a punto de jubilarse, abre la persiana, enciende la luz e ilumina la carrera con esa bicicleta juguetona y esas piernas nerviosas. Le valió un puerto de tercera (cierto que con rampas exigentes del 12% y el 14%) para, un dia antes del Angliru, cuando los ahorros se protegen en la caja de caudales, Contador decidió marcharse, solo, autoritario, ilusionado como un debutante, feliz con el trabajo cumplido. La subida del puerto de San Martín la culminó con un minuto de ventaja. Donde no había nada, salv...

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Donde hay una cuesta está Contador. Donde hay una oportunidad de negocio, el ciclista de Pinto, a punto de jubilarse, abre la persiana, enciende la luz e ilumina la carrera con esa bicicleta juguetona y esas piernas nerviosas. Le valió un puerto de tercera (cierto que con rampas exigentes del 12% y el 14%) para, un dia antes del Angliru, cuando los ahorros se protegen en la caja de caudales, Contador decidió marcharse, solo, autoritario, ilusionado como un debutante, feliz con el trabajo cumplido. La subida del puerto de San Martín la culminó con un minuto de ventaja. Donde no había nada, salvo una cuesta, Contador se inventó una batalla, improvisó un susto que acabó en truco de magia porque quedaban 15 kilómetros hasta la meta, un trayecto largo, imposible, aunque Contador encontrase el amparo de su compañero Theuns, que anduvo en la escapada previa. A ambos les cazaron a 2 kilómetros de la meta. Héroes derrotados, pero héroes a fin de cuentas. Contador con todo que ganar y nada que perder, quiso ser él mismo. Podían haber descansado al calorcito del pelotón y a la brisa de la Playa de San Lorenzo en busca de La Escalerona.

Pero es un inconformista y la madurez ha avivado su juventud perdida. No pasó nada, al final, pero si pasó que Contador añadió unos granos más de autoestima (quien sabe si de miedo a los rivales), una suficiencia que emparenta con su carácter guerrillero. Fue el penúltimo asalto. El último será mañana en El Angliru, (no hay cuestas en Madrid) en busca del podio, de un triunfo de etapa o de sentir el placer de competir como un gusanillo irrefrenable.

Un triunfo español que arañó el gijonés Iván García Cortina, que estuvo a punto de ser profeta en su tierra. Arrancó con fuerza cuando la escapada inicial se partió en pedazos. Se fue donde luego se marchó Contador, en esas rampas duras de un perfil engañoso. Se anunciaba la primera victoria española de la Vuelta, sonaron algunas campanas, pero Bardet no quería irse de vacío de la carrera. Superado el puerto, Bardet se le acercó e Iván García decidió no arriesgar en solitario. Juntos se fueron en el descenso y en el llano posterior. Pero poco a poco los perseguidores se fueron uniendo como eslabones de una cadena para disputar un sprint reducido. Iván García es rapidillo, pero la fuerza impera. Fue tercero, tras De Gendt, más fuerte, más calculador y el colombiano Pantano. Sprint de batalladores y fuga del batallador Contador por detrás. Cuando no espera nada, siempre está Contador... e Iván Garcia para alimentar los sueños, aunque los sueños sueños sean.

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