Inseguros contra fanáticos

La eliminación de España es el resultado de una coincidencia de pequeñas cosas que hicieron imposible sostener la naturalidad en el juego, la confianza y la fe.

Fue doloroso contemplar a jugadores que hicieron grande al fútbol acabar así. Pero el éxito no es permanente. El fútbol, como la vida, nunca es lineal. La eliminación de España es el resultado de una coincidencia de pequeñas cosas que hicieron imposible sostener la naturalidad en el juego, la confianza y la fe. Ahora no se puede dudar de una identidad. Si cambias en función de los resultados, si reaccionas sustituyendo antídotos, si vas de un extremo a otro, cometes errores. España ha creado una organización y unos jugadores al servicio de una idea. La derrota pone a prueba esa creencia, pero ...

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Fue doloroso contemplar a jugadores que hicieron grande al fútbol acabar así. Pero el éxito no es permanente. El fútbol, como la vida, nunca es lineal. La eliminación de España es el resultado de una coincidencia de pequeñas cosas que hicieron imposible sostener la naturalidad en el juego, la confianza y la fe. Ahora no se puede dudar de una identidad. Si cambias en función de los resultados, si reaccionas sustituyendo antídotos, si vas de un extremo a otro, cometes errores. España ha creado una organización y unos jugadores al servicio de una idea. La derrota pone a prueba esa creencia, pero la federación, al margen de buscar las causas de la eliminación, debería continuar por el mismo camino.

Lo primero que vi en España es a un equipo inseguro. Fue el principal rasgo contra Chile y Holanda. Entraron a la cancha sin fortaleza, con muchas dudas en los rendimientos individuales y en las reacciones colectivas, poco sincronizados, desgastados y sin chispa. Los pases, los controles, los desplazamientos, ya no eran seguros. Desaparecieron los movimientos en el momento justo, característicos de jugadores de cabeza despejada. La salud mental de los equipos se mide en las dificultades y España no tuvo respuesta. La suplencia de Xavi Hernández no ayudó al equipo a convencerse. La presencia en el banco del hombre que durante años marcó la referencia fue un mensaje perturbador para sus compañeros.

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Lo que más me sorprendió fue la elección del nueve. España jugaba a una cosa y se metió en una pelea con Brasil por conseguir un nueve que jugaba a otra. Fue una contradicción alarmante. El nueve de este equipo tenía que entrar y salir, jugar sin pelota. La decisión revela una duda general. Creo que Llorente o Negredo habrían sintonizado mejor. He visto a Llorente pivotear muy bien en la Juve esta temporada, enganchándose con Pogba y Vidal. Esto era lo que tenía que hacer Costa, pero su perfil nunca fue ese.

Del Bosque tomó decisiones cuestionables y los jugadores no parecían los mismos. Alonso, un jugador tan seguro, con tanto criterio, perdió demasiados balones. Xavi y Piqué estuvieron por debajo de su nivel y me pregunto si fue por ellos o si habrían jugado igual en otro ambiente. Ramos se dejó lo mejor de sí mismo en la Champions y la trayectoria de Casillas, tan titubeante en la final de Lisboa, no hacía pensar en una buena actuación.

El éxito crea enemigos internos. Te rodea de fantasmas. Te asalta la sensación permanente de no ser el mismo, la idea de que los demás tienen que verte de una determinada manera. La dejadez es normal, piensas que vas a triunfar haciendo lo mínimo y te resistes a responder a la exigencia exterior. Todo esto, en plena lucha contra la edad, es una combinación infalible. Se apaga el deseo de competir y es fatigoso luchar por objetivos alcanzados. Todo esto, que siempre está presente en la mente de los deportistas de alta competición, pudo afectar a España de forma natural. Chile está en el lado opuesto.

Chile tuvo ambición. Son chicos que venían de la pobreza, que arrastraban muchos complejos, que habían vivido a la sombra de Argentina y Brasil. Con Bielsa hubo un punto de inflexión. Un clic en su autoestima y en su carácter. La mayoría se fueron a Europa y elevaron su competitividad. Quieren revancha. En la cancha son como hormigas. Están desinhibidos, convencidos de que pueden ganarle a cualquiera. Jugarían de igual a igual con Alemania o con Brasil. Se han convertido en fanáticos.

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