Tito, Tata, Loco y Pulga

Tata Martino saluda a Messi.MIGUEL RUIZ\FCBARCELONA (DIARIO AS)

La televisión pública catalana ha mostrado las imágenes de la espontánea manifestación de hinchas de Newells que, en Rosario, se formó frente a la casa del Tata Martino, para despedirlo y desearle buena suerte en Barcelona. Señal de que Martino es un hombre tan querido por la afición como para apoyarlo incluso cuando se va, a pesar de que en Newell’s, como es obvio, todos querían que siguiera. ¿Alguien se imagina una manifestación frente a la casa de cualquier técnico europeo para desearle buena suerte en su siguiente destino? El aficionado argentino, habituado desde siempre a que sus estrella...

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La televisión pública catalana ha mostrado las imágenes de la espontánea manifestación de hinchas de Newells que, en Rosario, se formó frente a la casa del Tata Martino, para despedirlo y desearle buena suerte en Barcelona. Señal de que Martino es un hombre tan querido por la afición como para apoyarlo incluso cuando se va, a pesar de que en Newell’s, como es obvio, todos querían que siguiera. ¿Alguien se imagina una manifestación frente a la casa de cualquier técnico europeo para desearle buena suerte en su siguiente destino? El aficionado argentino, habituado desde siempre a que sus estrellas terminen irrevocablemente jugando o entrenando en Europa, ha optado por tener una parte de su corazón para el equipo en el que militen sus ídolos. Si, un domingo cualquiera, uno entra en las páginas digitales de los diarios argentinos, se encontrará el seguimiento de River o Boca o San Lorenzo al lado del Barça, el Madrid, el Nápoles o el Manchester City. Es una especie de colonialismo a la inversa: si se llevan lo mejor de nosotros, entonces nos vamos con ellos, aunque sea en el sentimiento. Con los excesos que eso conlleva, también: por ejemplo, en estos días, con Martino viajando hacia Barcelona y el Papa congregando multitudes en Río de Janeiro, en la prensa porteña parece que Argentina ha dado el maracanazo en las grandes ligas del cuerpo y del espíritu.

Martino es un hombre tan querido por la afición como para apoyarlo incluso cuando se va

El himno del Barça dice que tanto da de dónde se venga, si del norte o del sur, con tal de que se sea hincha del club (o de eso que es “más que un club”, comodín al que cada uno puede llenar de significado según su sentir o circunstancias). Aunque no aclara a qué territorio se restringe esa rosa de los vientos, es evidente la voluntad inclusiva de la proclama. La Masía es un ejemplo: chavales de Catalunya, claro, pero también de Castilla, Argentina, Brasil, México, África: han crecido juntos y por eso han formado el mejor equipo del mundo, porque se conocen como hermanos. Pero, ¿no es un poco triste que Messi tenga que salir a defenderse diciendo que no tuvo nada que ver en la contratación de Martino, como si hubiera una sospecha de contubernio sobre él? Recuerda aquellas tristes épocas, no tan lejanas, en que el periodismo deportivo del Río de la Plata lo acusaba de pecho frío, de no sentir los colores albicelestes tanto como los del Barça, casi de traidor a la patria. Ahora, parece que de golpe ha dejado de ser el mejor jugador del mundo, el de los récords al que cada lunes dedican páginas enteras la prensa barcelonesa, el embajador plenipotenciario de “los valores de la Masía”, para convertirse en una sospecha de reencarnación de Maradona aliándose con Menotti para trabajar poco y salir mucho de fiesta. Sin embargo, se sabe que Martino viene de dirigir a un equipo cuyo estadio se llama “Marcelo Bielsa”, en homenaje al entrenador que dio a Newell’s uno de sus mayores ciclos de gloria (a principios de la década de 1990) y que sobre todo patentó un estilo, un temperamento que podría resumirse así: perfil bajo, frente alta, trabajo incansable, ajenidad insobornable a la demagogia y el matonismo. De esa institución salió Messi, entre otros muchos futbolistas que han militado y militan en clubes de medio mundo.

Cierto estamento periodístico de este país tiende a creer que la confesión de la ignorancia redime el pecado de la pereza

En estos últimos días se ha escuchado y leído a periodistas que declaraban, con deje de superioridad y hasta de sorna, ignorarlo todo acerca de Martino. Como si la obligación de un profesional de la información no fuera documentarse y buscar los datos dondequiera que estén: en youtube, por ejemplo, está casi entera la campaña de Newell’s, campeón del último torneo Apertura (equivalente de la Liga en Argentina) y semifinalista de la Copa Libertadores (perdió en los penales con Atlético Mineiro, que acaba de proclamarse campeón). Cierto estamento periodístico de este país tiende a creer que la confesión de la ignorancia redime el pecado de la pereza, e incluso habilita al ejercicio de la insidia velada y la retorcida displicencia del “quien paga manda”. Dan voz a una parte de la opinión pública que ejerce esa forma odiosa del paternalismo que consiste en creer que siempre es el otro el que me necesita a mí, y yo le hago el favor de darle un lugar.

Cuando Guardiola asumió la dirección del equipo blaugrana no había hecho nada, nada, en primera división; cuando Tito lo reemplazó, todo lo que había hecho como entrenador era como ayudante de Guardiola. Martino viene de sacar campeón a un equipo modesto en recursos ­–por más fecunda que sea su cantera de talentos- en una de las ligas con mayor calidad futbolísticas del mundo. Antes, dio a Paraguay los mayores logros de su centenaria historia como equipo nacional de fútbol. Como intuyendo la que se le viene encima, declaró que es él quien debe adaptarse al club, no al revés. Habrá que ver si todo el mundo, y sobre todo los denominados “formadores de opinión”, estarán a la altura de las circunstancias.

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