El riesgo de jugar al límite

Barcelona -
Vilanova, junto al resto de cuerpo técnico, en el encuentro contra el PSG.GONZALO FUENTES (REUTERS)

Algunas de las cosas que le vienen sucediendo al Barça son incontrolables y acentúan su carácter fatalista. No se sabe de más equipos que tengan a un jugador y al entrenador en fase de recuperación de unas enfermedades muy serias. Muchos clubes se habrían excusado en la ausencia del técnico para justificarse en caso de malos resultados. Aunque la gestión de la ausencia de Tito Vilanova ha provocado opiniones contrapuestas, la respuesta azulgrana tiene su mérito porque solo ha quedado eliminado de la Copa en las semifinales que le enfrentaron al Madrid, se ha corregido en la Champions y mantien...

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Algunas de las cosas que le vienen sucediendo al Barça son incontrolables y acentúan su carácter fatalista. No se sabe de más equipos que tengan a un jugador y al entrenador en fase de recuperación de unas enfermedades muy serias. Muchos clubes se habrían excusado en la ausencia del técnico para justificarse en caso de malos resultados. Aunque la gestión de la ausencia de Tito Vilanova ha provocado opiniones contrapuestas, la respuesta azulgrana tiene su mérito porque solo ha quedado eliminado de la Copa en las semifinales que le enfrentaron al Madrid, se ha corregido en la Champions y mantiene con diferencia el liderato de la Liga. El Barça ocupa una situación privilegiada si se tiene en cuenta además que en abril tuvo que afrontar la renuncia de su líder Guardiola.

El esfuerzo por mantener la competitividad ha sido gigantesco. Hubo momentos incluso en que pareció que el equipo perdió el gusto por jugar al fútbol y se entregaba a un ejercicio resultadista. La victoria se imponía como una necesidad porque las consecuencias de la derrota podían amenazar el estatus quo consensuado en el vestuario con el ascenso de Tito. Ningún rival pudo seguir su ritmo ni disputarle el triunfo hasta que acabó el 2012, a excepción del Madrid, que le ganó la Supercopa. A la que perdió su primer partido en la Liga, sin embargo, el Barça se aflojó y ahora parece afrontar un momento límite por el desgaste físico y emocional acumulado. No parece casual que desde su caída en Anoeta solo haya ganado en Granada fuera de su marcha triunfal en el Camp Nou.

El partido del Camp Nou contra el Milan ha funcionado más como una excepción que como guion

Más que recesión, igualmente apreciable, se ha notado una cierta administración del juego que ha coincidido con una cadena de lesiones. Hoy se paga el desgaste de ayer y el estrés con el que viven los defensas. Los técnicos han insistido en una alineación y en unos mismos jugadores y, llegados al tramo final, necesitan recurrir a futbolistas que no han contado habitualmente, situación que abona una cierta desconfianza. La fractura entre titulares y suplentes ha sido tan evidente como la dificultad para corregir errores estructurales.

El partido del Camp Nou contra el Milan ha funcionado más como una excepción que como guion. Igual que hubiera valido por un título. El propio Xavi simplificó su trascendencia: “A este equipo le falta una remontada”. No ha vuelto a presionar como aquella noche y por contra se han reproducido algunos defectos como las concesiones defensivas, que penalizan más en la Champions que en la Liga; la dificultad para armar el rombo rápido y preciso, circunstancia que abona la retórica; la dependencia de Messi, que totaliza 57 de los 130 goles frente a los 14 de Villa; y la poca aportación de algunos futbolistas, habituales o no en las alineaciones. A veces poco profundo y vertical, excesivamente lento o poco agresivo, al Barça le ha redimido la efectividad. Así, en París logró un mejor resultado que en San Siro, pero el PSG es mejor equipo que el Milan y el miércoles no se sabe si podrá jugar Messi ni quién defenderá a Ibrahimovic.

Más que pensar en ganar, al Barça le conviene revisar su plan como vía hacia la victoria, recuperar el placer de jugar bien sin miedo a perder. El secreto está en el día a día y no en un último esfuerzo.

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