La historia la escribe Djokovic

El serbio, de 25 años, gana ante Murray su sexto grande, el tercero seguido en Australia

Djokovic celebra su triunfo en AustraliaRyan Pierse (Getty Images)

Hay un grito. Un baile. Tres dedos levantados imitando aquel día en el que Michael Jordan gritó con las manos que había ganado su sexto anillo: Novak Djokovic tumba 6-7, 7-6, 6-3 y 6-2 al británico Andy Murray, suma su sexto grande y se convierte en el primer tenista que logra sumar tres Abiertos de Australia consecutivos en la Era Abierta (desde 1968). La victoria, conseguida en un partido extenuante, físico antes que brillante, pone el sello al dominio del serbio sobre el resto del circuito. Nole e...

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Hay un grito. Un baile. Tres dedos levantados imitando aquel día en el que Michael Jordan gritó con las manos que había ganado su sexto anillo: Novak Djokovic tumba 6-7, 7-6, 6-3 y 6-2 al británico Andy Murray, suma su sexto grande y se convierte en el primer tenista que logra sumar tres Abiertos de Australia consecutivos en la Era Abierta (desde 1968). La victoria, conseguida en un partido extenuante, físico antes que brillante, pone el sello al dominio del serbio sobre el resto del circuito. Nole es el número uno mundial. Nole celebró el título en la última Copa de Maestros. Nole, que solo falló en los Juegos de Londres, donde no ganó medalla, ha abrumado casi siempre a sus grandes rivales desde que explotó en 2011: desde entonces, se impone en el 68% de los duelos contra Murray, Roger Federer y Rafael Nadal. Eso no es una cosa cualquiera. En toda su carrera promedia un 45% en esos cara a cara.

Murray pudo frenar esa tendencia. “Estoy listo para el dolor”, dice el británico antes de la final, a la que llega impulsado por el oro olímpico y el título del Abierto de EEUU de 2012, donde derrotó a Nole. Su puesta en escena es excelente. Llega a disfrutar de set y 0-40 en el arranque del segundo. Es su hora. Es su momento: la oportunidad de convertirse en el primer tenista que logra celebrar su primer grande ganando el siguiente que disputa. Ocurre que Nole no ha llegado al trono por amedrentarse ante las dificultades. Sopla el viento en la cara del serbio. El campeón siente la presión de Murray, que le empuja y le ataca sobre el drive, deshilachado en el arranque del duelo; que le pone a correr hasta que se rompe en un aluvión de errores desconocido. Entonces, el serbio apuesta al todo o nada: toma el centro de la pista, se asienta sobre la línea, y reparte un mandoble tras otro. Acaba el duelo con 47 ganadores, casi el doble que Murray (29), para compensar los errores no forzados (61 por 46) que concentró principalmente al inicio del partido. Nole encuentra en el saque un seguro (su rival solo suma el 28% de los puntos al resto). Si hay que perder, se dice el serbio, que sea yendo a por el partido.

El título premia el riesgo, la Copa celebra sus pulmones: en cuanto escucha los resoplidos de Murray; en cuanto ve que el escocés sufre porque llega al duelo con un día menos de descanso; en cuanto observa cómo el fisioterapeuta atiende las ampollas del pie de su contrario, consecuencia de gastar 68 minutos en la primera manga y 65 en la segunda, el serbio enseña los colmillos, aprieta sus mandíbulas y ya nunca deja que la presa se escape viva.

Desde 2011, Nole vence el 68% de sus duelos contra Federer, Nadal y Murray

“Sabía que iba a ser un duelo muy duro físicamente, con muchos intercambios largos; que tenía que aguantar ahí, esperar mi momento”, dice Djokovic cuando le piden que reflexione sobre su sexto grande, conseguido a los 25 años. “Me va a dar mucha confianza para el resto del año, eso es seguro. Es terriblemente emocionante escribir la historia”, añade. “Los dos primeros sets duraron más de dos horas. Eso lo dice todo sobre la intensidad del partido. Creo que el punto de inflexión fue el 6-7 y 0-40, conmigo sacando contra el viento. Él falló varios tiros, conseguí mantener el saque… y eso me quitó peso mentalmente. Me dio confianza”, cerró.

“Es evidente que esta derrota es más fácil de aceptar que otras”, cuenta Murray, que ha cedido cinco de las seis finales grandes que ha disputado; “porque nadie ha conseguido ganar su segundo torneo del Grand Slam inmediatamente después del primero”.

Todo ocurre durante 3h 40m sobre el cemento de Melbourne, que tarda 2h 51m en ver un break, tan igualadas están las fuerzas al principio, cuando los dos rivales compiten sin dolores. Como en 2011 y 2012, los espectadores ven cómo se impone Djokovic. A la victoria le sigue un baile, tres dedos levantados, todo un aviso: si el serbio y el británico van a luchar en 2013 por el número uno, el primer golpe lo ha pegado Nole.

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