TENIS | ABIERTO DE AUSTRALIA

Murray doma a Federer

El británico se medirá a Djokovic en la final tras frenar 6-4, 6-7, 6-3, 6-7 y 6-2 al suizo, que le rompe brillantemente la primera vez que saca por el duelo

Murray celebra el triunfo.MANAN VATSYAYANA (AFP)

Es un Roger Federer desconocido: uno que grita palabrotas (fuck!), que le lanza frases en la red a Andy Murray, su contrario en las semifinales del Abierto de Australia, y que desaprovecha sus oportunidades (break de ventaja y luego bola de break en el cuarto set). La noche acuna un combate en el que el suizo recibe muchos golpes. Han pasado ya más de tres horas. El número dos se encuentra al borde de la derrota: Murray saca para ganar. Parece que Federer está eliminado (6-5 y 30-15), noqueado, competitivamente muerto. La reacción del exnúmero uno quedará entre las m...

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Es un Roger Federer desconocido: uno que grita palabrotas (fuck!), que le lanza frases en la red a Andy Murray, su contrario en las semifinales del Abierto de Australia, y que desaprovecha sus oportunidades (break de ventaja y luego bola de break en el cuarto set). La noche acuna un combate en el que el suizo recibe muchos golpes. Han pasado ya más de tres horas. El número dos se encuentra al borde de la derrota: Murray saca para ganar. Parece que Federer está eliminado (6-5 y 30-15), noqueado, competitivamente muerto. La reacción del exnúmero uno quedará entre las mejores de su carrera: un puñado de golpes para la videoteca le devuelven la vida al partido. Federer rompe y se lleva el duelo a la quinta manga. Por primera vez en su larga carrera, el suizo debe competir dos partidos seguidos en el parcial definitivo. Sus piernas pagan el esfuerzo de su victoria ante Tsonga en cuartos: pese a su brillante reacción, Murray se impone 6-4, 6-7, 6-3, 6-7 y 6-2 en cuatro horas para jugar por el título el domingo contra el serbio Novak Djokovic.

Antes pasan muchas cosas. Federer compite lanzado por sus ganadores y esposado por sus errores no forzados. Está obligado a adoptar un riesgo extremo. Conoce que pocos tenistas tienen la capacidad defensiva de Murray. Prueba con un par de dejadas y el escocés le demuestra que le sobran las piernas. El número tres mundial juega con una confianza desconocida: aunque nunca ha ganado a Federer en un grande, llega al duelo con el impulso de haberle derribado en la lucha por el oro olímpico. Murray cree. Tiene una fe a prueba de disgustos, como demuestra que sea capaz de digerir que le rompan el saque cuando sirve por el partido. Pega y grita. ¡Cambio de guardia!, chillan cada uno de sus magníficos tiros.

Contra eso, Federer utiliza el mismo plan que en la final ganada en 2010 en Australia ante el mismo contrario. En lugar de huir del mejor golpe del británico, el revés, el exnúmero uno mundial se lo busca con saña. Poco a poco, el suizo encierra al británico en una esquina y luego le pone a correr abriéndole hacia la derecha, donde tiene su peor tiro. La respuesta a esa combinación maliciosa entre el vértigo de la carrera y el golpe que menos controla marcan el partido de Murray. Cuando domina los intercambios, gobierna, obliga a Federer a tirar agresivamente, cruzando los dedos. Cuando va de cráneo, corre que te corre, el suizo respira.

Golpe de derecha de Federer.DAMIR SAGOLJ (REUTERS)

Llega entonces la quinta manga, el terreno del corazón, de los pulmones y las piernas. Ahí mandan los músculos por encima de las muñecas, la fuerza por encima de la raqueta. Que competir dos partidos seguidos a cinco sets sea una novedad para Federer solo refleja la facilidad y el desahogo con las que ha dominado el circuito durante años. Competitivo siempre, es tan evidente que sus años de esplendor han pasado como que puede ganar un grande en cualquier momento. Federer lleva tres años sin jugar la final en cualquiera de los dos torneos del Grand Slam que se disputan sobre cemento. Parece el momento de Murray, es el tiempo de Djokovic, más jóvenes, mejor situados para depender de las piernas antes que del riesgo y enfrentados en la final por segundo grande seguido. El título será un pulso entre los dos nuevos rivales. Sin embargo, el gran momento del torneo, por ahora, es de Federer: su remontada cuando el escocés sacó por el partido en la cuarta manga quedará para siempre en el recuerdo como un tributo al hambre insaciable de un campeón como no habrá otro.

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