El Rayo es un vendaval

No debe ser muy bonito recibir dos bofetadas seguidas en la cara. La primera fue del Madrid. La segunda del Rayo. Cuando Osasuna quiso darse cuenta de que estaba en Vallecas, ya le habían metido cuatro goles. Los cuatro en los primeros 35 minutos (el quinto y el sexto llegarían en la segunda parte). Si la reacción de un equipo se mide por las ganas de correr, Osasuna no las tuvo ni para salir del vestuario en el descanso.

El equipo de Sandoval se mudó al área de Andrés Fernández. Y no salió de ahí. Fue un vendaval para los rojillos. Llegaban Movilla, Diego Costa, Michu y compañía con ta...

No debe ser muy bonito recibir dos bofetadas seguidas en la cara. La primera fue del Madrid. La segunda del Rayo. Cuando Osasuna quiso darse cuenta de que estaba en Vallecas, ya le habían metido cuatro goles. Los cuatro en los primeros 35 minutos (el quinto y el sexto llegarían en la segunda parte). Si la reacción de un equipo se mide por las ganas de correr, Osasuna no las tuvo ni para salir del vestuario en el descanso.

El equipo de Sandoval se mudó al área de Andrés Fernández. Y no salió de ahí. Fue un vendaval para los rojillos. Llegaban Movilla, Diego Costa, Michu y compañía con tanta facilidad que parecía un partidillo de entrenamiento. No ha dado con la tecla este año el equipo de Mendilibar fuera de casa donde ha sumado tan solo 14 puntos, por los 29 a domicilio. Todo lo contrario de lo que le ha pasado al Rayo que en casa ha perdido 8 veces. Cierran los chicos de Sandoval una semana tensa —por la demanda de los administradores al técnico para que devuelva unos cobros— en la que el club decidió sumarse a la moda de la ley del silencio. Hablaron los goles: sobre todo el 15º de Michu y el golazo de Diego Costa.