Chaleco se retira por un esguince de rodilla

El piloto chileno, ganador de la primera etapa, abandona por consejo médico

"Yo nunca doy mi brazo a torcer, pero me cuesta mucho levantar la moto por las dunas. Va a ser difícil que pueda continuar", concedía el piloto Chaleco López, cuarto en 2011, nada más alcanzar la meta, a pocos kilómetros de la ciudad de Copiapó, ya en tierras chilenas, donde es acogido como un ídolo. Barruntaba su retirada, pero esta no se hizo oficial hasta que su médico, que lo vio en la clínica Las Condes, a escasos kilómetros, en la cercana localidad de Bahia Inglesa, confirmó que padecía un esguince de rodilla y le aconsejó que sería lo mejor.

Chaleco, ganador de la primera etapa y...

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"Yo nunca doy mi brazo a torcer, pero me cuesta mucho levantar la moto por las dunas. Va a ser difícil que pueda continuar", concedía el piloto Chaleco López, cuarto en 2011, nada más alcanzar la meta, a pocos kilómetros de la ciudad de Copiapó, ya en tierras chilenas, donde es acogido como un ídolo. Barruntaba su retirada, pero esta no se hizo oficial hasta que su médico, que lo vio en la clínica Las Condes, a escasos kilómetros, en la cercana localidad de Bahia Inglesa, confirmó que padecía un esguince de rodilla y le aconsejó que sería lo mejor.

Chaleco, ganador de la primera etapa y ejemplo de superación en esta primera semana de rally, donde llegó casi de milagro y después de haber sufrido un terrible accidente el pasado mayo, perdió el control de su moto en el kilómetro 50 de la especial, esta vez, partida en dos, con unos 60 kilómetros neutralizados en medio de la cronometrada. Su Aprilia le cayó encima cuando aún rodaban en terreno duro y le dañó la pierna, ya lastimada en aquella caída en la que se fracturó la tibia y el peroné. Pero se levantó y siguió. Renqueante. Tanto que su colega, el segundo mejor piloto local Daniel Goüet, se paró a ayudarle y le acompañó hasta la meta en aquel primer tramo de especial.

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Allá, Chaleco tuvo que parar a arreglar los desperfectos de su máquina, que eran bastantes, aunque su principal obsesión era encontrar una maneta de freno. Y así lo decía a voz en grito: "¡Una maneta de freno, una maneta de freno!", pedía a sus compatriotas. Así lo narran unos comisarios de la organización que andaban por la zona. Los mismos que vieron como Chaleco era llamado por un lugareño y aparecía unos minutos más tarde con la ansiada pieza. Arregló su moto y reemprendió el camino. Si la pieza hubiera llegado del camión de asistencia del piloto o si la llevara él mismo no habría ningún problema. Si se la dio alguien de fuera se trataría de una irregularidad que debería ser sancionada con la expulsión. Aunque una vez este ya ha abandonado, de poco sirve investigarlo.