Íñigo Martínez, el artista reincidente

El central de la Real marca su segundo gol desde el medio del campo en menos de dos meses

Dice Philippe Montanier que en las notas previas del partido habían apuntado que Casto, el portero del Betis, tiene por costumbre jugar muy adelantado. Y dice también que Iñigo Martínez, el central de la Real que le sorprendió desde la raya divisoria del medio campo, suele ensayar mucho estas jugadas en los entrenamientos. No es que Montanier quiera decir que el gol del defensa vizcaíno estuviera en la pizarra del partido, menos cuando el gol de la victoria se produjo en el período añadido del partido.

Lo que sí está claro es que no fue algo ocasional, eso que en el fútbol se denomina u...

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Dice Philippe Montanier que en las notas previas del partido habían apuntado que Casto, el portero del Betis, tiene por costumbre jugar muy adelantado. Y dice también que Iñigo Martínez, el central de la Real que le sorprendió desde la raya divisoria del medio campo, suele ensayar mucho estas jugadas en los entrenamientos. No es que Montanier quiera decir que el gol del defensa vizcaíno estuviera en la pizarra del partido, menos cuando el gol de la victoria se produjo en el período añadido del partido.

Lo que sí está claro es que no fue algo ocasional, eso que en el fútbol se denomina un churro, un acto de desesperación o un centro mal ejecutado que acaba en la red. Iñigo Martínez (Ondarroa; 1991) ya había conseguido casi de la misma manera -un par de metros más atrás y más centrado-, batir a Iraizoz el 2 de octubre en el clásico vasco contra el Athletic. Al final fue un gol estadístico, porque la Real Sociedad acabó perdiendo por culpa del acierto de Fernando Llorente. Pero frente al Betis, el gol fue útil, en un momento agónico para la Real -no solo del partido- y para su técnico, Montanier, que casi se veía cerrando las maletas tras su regreso a San Sebastián.

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Todos los entrenadores que se han fijado en él, propios y ajenos, han anotado como principal característica su golpeo del balón con la pierna izquierda. Una ejecución seca, precisa, potente y bien dirigida, en la línea de aquellos cañoneros brasileños (especialmente laterales izquierdos) que sembraban el pánico de los porteros en los años 70 y 80, especialmente. Defensivamente es un central impulsivo, con buen recorrido, y con sus 181 centímetros le está cogiendo la medida al juego aéreo ante los delanteros musculosos.

Internacional sub 21, su futuro es esplendoroso. Más allá de sus virtudes defensivas, haber hecho dos goles desde el medio campo en algo menos de dos meses, indica que su golpeo del balón es mucho más que afortunado. Quizás desde ahora, cuando los equipos se enfrenten a la Real, los porteros midan con mayor exactitud los metros que les alejan de la raya de gol. La Liga española ya sabe que un brasileño de Ondarroa anda suelto.

Íñigo Martínez celebra su golJULIO MUÑOZ (EFE)