La silueta de Seve, eterna

Olazábal y Montgomerie defienden que el circuito europeo lleve el logo de Ballesteros

Fue en 1984. En la cuna del golf, en Saint Andrews. Era el golpe definitivo para ganar su segundo Open Británico. Seve Ballesteros embocó aquel putt, levantó el puño derecho al cielo, arqueó el cuerpo y su silueta dibujó unos de los mayores símbolos del golf. El mismo Seve convirtió el gesto de su victoria en un tatuaje en un antebrazo y más tarde en el símbolo de sus empresas y de su fundación. La fotografía presidió el funeral del pasado miércoles en Pedreña junto a las cenizas del genio cántabro. También reposó bajo el magnolio que Seve eligió para su descanso eterno. Y ahora puede acompaña...

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Fue en 1984. En la cuna del golf, en Saint Andrews. Era el golpe definitivo para ganar su segundo Open Británico. Seve Ballesteros embocó aquel putt, levantó el puño derecho al cielo, arqueó el cuerpo y su silueta dibujó unos de los mayores símbolos del golf. El mismo Seve convirtió el gesto de su victoria en un tatuaje en un antebrazo y más tarde en el símbolo de sus empresas y de su fundación. La fotografía presidió el funeral del pasado miércoles en Pedreña junto a las cenizas del genio cántabro. También reposó bajo el magnolio que Seve eligió para su descanso eterno. Y ahora puede acompañar a los torneos del circuito europeo si el organismo la adopta finalmente como su símbolo, uno de los muchos homenajes que se rinden estos días al español.

El capitán que condujo a Europa a la victoria en la última Copa Ryder, Colin Montgomerie, y el que liderará el barco en el asalto de 2012, Chema Olazábal, comparecieron esta mañana juntos en Mallorca, antes del Open Iberdrola. "Sería estupendo que el circuito lleve el logo de Seve. Estamos aquí gracias a él, fue el que nos hizo creer que podíamos competir con jugadores del resto del mundo. Hizo que fuera interesante ver golf y consiguió que el cetro mundial estuviera en Europa. Apoyo la idea al cien por cien", ha dicho hoy Olazábal. "La pasión de Seve como capitán de la Ryder no tenía límites. En Valderrama (1997) se levantaba a las 3 o 4 de la mañana e iba a la habitación de Miguel (Jiménez) para preparar las parejas... su presencia en el campo también me impresionó, estaba en todos sitios y sabía transmitir a los jugadores la pasión que llevaba por este deporte y por la Ryder. Lo más importante es creer en nosotros mismos, eso definía a Seve, la confianza que tenía en sí mismo y esa confianza hay que trasladarla a los jugadores", ha añadido Olazábal. "Seve ha sido el gran padre del circuito, el capitán más apasionado que jamás ha tenido. En Valderrama ganamos por él más que por ningún otro capitán. Todos queríamos ganar por él", ha añadido Montgomerie.

Los simbolismos no acaban ahí. Si el comité de la Copa Ryder otorga el próximo martes a Madrid la sede de la competición en 2018, Seve habrá conseguido, según Olazábal, "un birdie desde un sitio inverosímil".

Ballesteros, durante el Open Británico de 1979.GETTY
Imagen original y silueta de Ballesteros.

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