AUTOMOVILISMO | FÓRMULA UNO

Monza, territorio Ferrari

El escenario preferido de Ferrari acogerá un nuevo duelo entre la escudería italiana y McLaren, un año después de la retirada de Michael Schumacher

Por encima del circuito de Imola, el corazón de los tifossi guarda un lugar de excepción para Monza. Si el de Fiorano es un coto de pruebas privado para Ferrari, el autódromo monzesi es su verdadero feudo. Su puesta de largo. Situado a las afueras de Milán, el circuito de Monza acoge cada año la mayor explosión automovilística en Italia, y desde hace una década, la fiebre ha ido in crescendo gracias a los buenos resultados de Michael Schumacher y Rubens Barrichello. En los últimos diez años, Ferrari ha cosechado seis victorias y tres dobletes.

En 1922, 3.500 operarios, 200...

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Por encima del circuito de Imola, el corazón de los tifossi guarda un lugar de excepción para Monza. Si el de Fiorano es un coto de pruebas privado para Ferrari, el autódromo monzesi es su verdadero feudo. Su puesta de largo. Situado a las afueras de Milán, el circuito de Monza acoge cada año la mayor explosión automovilística en Italia, y desde hace una década, la fiebre ha ido in crescendo gracias a los buenos resultados de Michael Schumacher y Rubens Barrichello. En los últimos diez años, Ferrari ha cosechado seis victorias y tres dobletes.

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En 1922, 3.500 operarios, 200 caballos y 30 autocarros hicieron realidad un sueño que dista mucho de la realidad actual. Las siete primeras ediciones, desde 1922 a 1928, albergaron, más que una carrera, una maratón en la que no más de ocho pilotos de Bugatti, Alfa Romeo, Talbot, Duesenberg o Maserati resistían los 800 kilómetros (en cada vuelta se recorrían 10) que restaban a la línea de meta.

Tras la reconstrucción iniciada después de la II Guerra Mundial, Monza reinició su calendario automovilístico con sólo tres pausas (en 1947, 1948 y 1980, año en el que el Gran Premio se disputó en Imola, posterior sede del GP de San Marino) y particularidades como la de que los coches tenían que pasar dos veces por la línea de meta en una sola vuelta. En la década de los 50, el circuito era una combinación de asfalto y camino urbano que obligaba a correr en distintas superficies en cada giro.

Desde sus principios, y pese a las condiciones en las que se celebraban los grandes premios, la velocidad ha sido la seña de identidad de Monza. De la combinación de inversión y tecnología nacieron bólidos que, a finales de los '60, superaban los 240 km/h. El espectáculo crecía, pero la seguridad se redujo proporcionalmente y el circuito-lanzadera tuvo que colgar el cartel de obra. Era 1973. Y llegaban las chicanes.

La celeridad de los coches siguió en aumento, y las curvas se convirtieron en meras pausas antes de volver a exprimir el motor hasta el próximo vértice. También una pesadilla, sobre todo para los ingenieros, que tenían que inventar una nueva configuración del motor. Como lo importante era correr, los frenos y la refrigeración comenzaban a ser una necesidad y la excesiva aerodinámica, un estorbo. Monza era peculiar, y sólo ganaba el que conseguía adaptarse a sus requisitos. Ferrari tenía esa ventaja, dada la cercanía de su sede con el circuito, y de ahí sus resultados: récord de victorias en los últimos 20 años, seguido de Williams-Renault, McLaren-Honda y McLaren, todas firmas extinguidas, salvo esta última.

Monza, territorio vedado

No había rival para el "cavallino rampante" (tan sólo dos derrotas en 2001 y 2005, ambas protagonizadas por Juan Pablo Montoya) y muestra de ello fue la carrera 2004. Michael Schumacher hacía un trompo en la primera vuelta, relegándose al último lugar, y Barrichello se equivocaba en la elección de neumáticos sobre una pista mojada, perdiendo el liderato. Button veía cerca su primera victoria en Fórmula Uno, pero sus aspiraciones se quebraron después de 75 minutos de carrera. Barrichello regresaba a su lugar, y el 'kaiser', a la segunda posición. Era el segundo doblete Barrichello-'Schumi', después del conseguido en 2002.

En 2006 coincidió la victoria agridulce despedida del piloto alemán, que esperó a Italia para anunciar su retirada, con el abandono de Fernando Alonso por problemas en el motor. El dominio Schumacher ya es historia, y 2007 presenta, a priori, un panorama distinto. Los buenos resultados registrados por McLaren en las tres jornadas de prueba en el circuito transalpino han sembrado la duda de quién será el vencedor en la 78º edición del GP de Italia. La historia da la victoria a Ferrari y el cronómetro a la escudería angloalemana.

Pero todo puede cambiar en cuestión de días, cuando unos y otros retiren las mamparas y luzcan sus evoluciones. Por eso, cualquier predicción será en balde hasta que Lewis Hamilton, Fernando Alonso, Kimi Raikkonen y Felipe Massa rueden sobre el asfalto en los entrenamientos oficiales. La lucha está servida: El actual líder de la clasificación quiere repetir el hito obtenido en GP2 el año pasado, el asturiano, desquitarse de su abandono en 2006, el finlandés subir al primer cajón tras su segunda posición la pasada

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