Cuando el talento es no dejar de aprender nunca
El base extremeño, después de triunfar en la NBA, sigue formándose para impulsar proyectos de ámbito social y tecnológico
José Manuel Calderón
Exbaloncestista
Desde Villanueva de la Serena, pueblo pacense, en un camino seguramente inimaginable hasta para él, José Manuel Calderón llegó a la NBA: 14 temporadas en la mejor liga de baloncesto del mundo, dejando para el recuerdo récords casi imbatibles, como ese 98,1% de acierto en los tiros libres durante una temporada completa. Es el triunfo de una mentalidad que no ha variado un ápice desde su retirada de las canchas, la que todavía define a quien se considera “tan inquieto” que no le gusta conformarse con lo que sabe y quiere seguir aprendiendo.
El espíritu que lo empujó a convertir una flaqueza, el tiro, en una virtud excelsa, es el mismo que lo lleva hoy a desear entender cómo funcionan ChatGPT o la inteligencia artificial para poder aplicar esta tecnología a alguno de los cientos de proyectos en los que está inmerso. Como, por ejemplo, a The Embassy, el pabellón para el entrenamiento de alto rendimiento que diseñó en Málaga junto al también campeón del mundo Berni Rodríguez. Un ímpetu de mejora que nunca surge, además, del deseo de brillar más que el de al lado, sino de la necesidad de ser mejor junto a sus compañeros y su equipo.
“El talento puede facilitar que uno llegue antes a los objetivos”, afirma, pero lo importante es el camino. La dirección en la que se da cada paso. Y esta nueva etapa suya no se definió el día en que decidió retirarse. “Todos queremos jugar hasta los 80 años, porque es lo que nos gusta, pero uno va sabiendo que queda menos y tiene que prepararse”. Calderón se estuvo formando durante los últimos años de su carrera baloncestística: cursos en universidades estadounidenses como Harvard o UCLA o en el Instituto de Empresa, “muchas horas de avión y noches de hotel dedicadas al estudio”, confiesa. Ese aprendizaje, junto a los valores que le imprimió el deporte, le han servido para afrontar ahora con ilusión retos mayúsculos en sectores que, a priori, podrían parecer completamente alejados de su perfil, como el de la tecnología. Pero eso es justamente lo que demuestra su ejemplo: “Cuando hay algo que no domino, siempre respondo: ‘Dame un tiempo, unos meses, y vuelvo con algo”. Con voluntad, el conocimiento se adquiere. No hay freno. Por eso ahora Calderón es, por ejemplo, asesor global de una empresa de vanguardia como Sngular. Y casi por la misma razón, otro de sus grandes desvelos es la labor de su fundación, que va desde el impulso al deporte hasta el intento de construir un futuro más sostenible y mejor.
“Cuando, durante un campus de baloncesto, los niños y las niñas me piden un consejo, siempre digo que yo lo que trataba era de ser un poquito mejor cada día. Y si no podía ir a entrenar, pues iba botando el balón hasta el colegio y ganaba 20 minutos de práctica de bote con la izquierda, por ejemplo. Pero esta máxima me la aplicaba a todo lo demás, porque muchas veces el baloncesto solo es una excusa para hablar de lo que de verdad importa, y uno puede plantearse ser un poquito mejor padre cada día, mejor hermano. Si conseguimos ser mejores personas, estaremos yendo en la dirección correcta”.