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La Ruta Norteamericana
Por Fernando Navarro

Oda a Nueva Orleans, la ciudad musical y multicultural

El festival gallego Outono Códax rinde homenaje al legado de la cuna del jazz con un ambicioso programa, donde destaca la presentación del libro del periodista Jacobo Rivero dentro de un debate sobre la cultura de Nueva Orleans

Imagen de la Buddie Petit Jazz Band de Nueva Orleans.

Hay un lema que dice: “Nueva Orleans, cada día, en cada momento”. De alguna manera, es una filosofía que nace de la propia idiosincrasia de la que se conoce como cuna musical de Estados Unidos. Una ciudad que desde sus orígenes es un lugar de encuentro, refugio e intercambio cultural hasta el punto de haber sido fundamental en el nacimiento y desarrollo del jazz, el primer gran fenómeno musical popular que se contagió al resto del mundo.

Fue un largo proceso de sedimentación, desde que los primeros indios nativos hasta el desarrollo humano a través de colonos franceses, españoles, ingle...

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Hay un lema que dice: “Nueva Orleans, cada día, en cada momento”. De alguna manera, es una filosofía que nace de la propia idiosincrasia de la que se conoce como cuna musical de Estados Unidos. Una ciudad que desde sus orígenes es un lugar de encuentro, refugio e intercambio cultural hasta el punto de haber sido fundamental en el nacimiento y desarrollo del jazz, el primer gran fenómeno musical popular que se contagió al resto del mundo.

Fue un largo proceso de sedimentación, desde que los primeros indios nativos hasta el desarrollo humano a través de colonos franceses, españoles, ingleses, holandeses, así como esclavos negros de África y el Caribe. Su metamorfosis siempre estuvo acompañada de una tormenta musical constante que terminó por dar una identidad propia a la ciudad. Los expertos en jazz siempre lo han dicho: en la música de Nueva Orleans se da por primera vez la interpretación hot. Hot significa “caliente” y es característico para el jazz y derivados un calor en la expresión llevada a su extremo. La formación de sonidos, la articulación, la entonación o el vibrato tienen gran importancia. Se expresa lo que se siente.

Por tanto, la ciudad que vio nacer a Louis Armstrong introdujo este concepto o esta filosofía con respecto a la música, pero se podría decir también con respecto a la vida. Tener hot dentro de un crisol de razas y comunidades podría ser también vivir intensamente y con cierta cooperación colectiva y comunitaria fruto de una idea común. El cantante Earl King se refería al sonido de Nueva Orleans como esa esencia rítmica casi atávica, que permitía a los músicos de la ciudad poder tocar sin ensayar gracias a una conexión única. La ciudad había desarrollado un estilo híbrido fruto de las fusiones multiculturales que se habían fraguado durante siglos.

Hay un libro que explica de forma magnífica cómo se fraguó el jazz en Nueva Orleans, pero también cómo el propio jazz y sus derivados (blues, R&B, soul…) supone una herramienta de resistencia y contestaria de creatividad. Ese libro es Bulbancha (Clave Intelectual), escrito por el periodista Jacobo Rivero. Bulbancha significa: “Lugar de muchas lenguas”. Y es el nombre con el que los nativos americanos conocían el territorio en el que se levantaría la ciudad de Nueva Orleans. Ese lugar de muchas lenguas queda muy bien repasado por Rivero en su ensayo, formado por 14 historias originales, elaboradas a través de entrevistas a personajes de la ciudad. Conversaciones y documentos por los que pasa gente como Allen Toussaint, Cole Williams, Sweet Emma o Leyla McCalla.

Especialmente interesante se hace el libro ya desde el primer capítulo en el que se habla de la conexión de la Nueva Orleans actual con la música local de Haití y Cuba. El ritmo negro tiene un hilo directo con el legado hispano. Eso que el pianista Jelly Roll Morton, negro criollo y padrino del jazz, reclamaba como el toque español o Spanish tinge, ese ingrediente fundamental para entender el jazz y que tan bien ha estudiado el músico Santiago Auserón en su libro El ritmo perdido. Es un punto de partida para que Bulbancha, ensayo tan didáctico y periodístico que se lee al ritmo endiablado de un buen jazz, defienda de principio a fin una idea: Nueva Orleans como espacio de resistencia cultural ante los tiempos que corren. Espacio de memoria y tradición. Como escribe Jacobo Rivero en su libro: “Uno de los principales procesos de lucha de la ciudad es la capacidad de construir un relato cultural propio desde la mezcla de muchos mirando siempre con respeto los ideales de tradición, entre los que están la libertad para improvisar individual y colectivamente”.

Jacobo Rivero estará presentando su libro este fin de semana en Santiago de Compostela dentro del festival Outono Códax, un maravilloso certamen centrado en las esencias de la música afroamericana. Por Outono Códax han pasado figuras imprescindibles como Irma Thomas, Naomi Shelton o Barbara Lynn. Este año, el festival gallego ha puesto su mirada en la ciudad de Nueva Orleans y en sus músicas a través de las bandas presentes en esta edición, así como de los diversos eventos temáticos programados. A la presentación del libro de Jacobo Rivero, se suma en el mismo Bar Riquela un encuentro titulado Walking to New Orleans, una cita fabulosa de reflexión y debate con el clarinetista y afamado escritor de la ciudad, Tom Sancton, la cantante y saxofonista Aurora Nealand, quien también tocará acompañada de The Royal Roses, y el músico bluesman Carlos Childe.

Porque Nueva Orleans sigue siendo una fuente primitiva y fundamental de inspiración. Conviene agradecer a Outono Códax que arroje luz sobre ello y apueste por esta ciudad, sus músicas, sus gentes y su legado.

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