¿La oficina convertida en parque?
El diseño, y el uso, de los nuevos espacios de trabajo se reinventa para responder a una demanda más versátil y temporal de los despachos
Puede que la solvencia en la imagen que proyecta un lugar de trabajo no la consiga ya tanto la apariencia sólida como el aspecto ingenioso o la flexibilidad de uso que ofrezca. Es lo que pensó el grupo inmobiliario Colonial cuando convocó un concurso para diseñar sus nuevas oficinas de alquiler en el centro de Madrid. Querían convertir lo que fue un antiguo centro comercial, levantado en Azca en los años setenta, en un lugar capaz de representar a muchas empresas diferentes, a usuarios cambiantes y a profesiones nuevas. El encargo de ...
Puede que la solvencia en la imagen que proyecta un lugar de trabajo no la consiga ya tanto la apariencia sólida como el aspecto ingenioso o la flexibilidad de uso que ofrezca. Es lo que pensó el grupo inmobiliario Colonial cuando convocó un concurso para diseñar sus nuevas oficinas de alquiler en el centro de Madrid. Querían convertir lo que fue un antiguo centro comercial, levantado en Azca en los años setenta, en un lugar capaz de representar a muchas empresas diferentes, a usuarios cambiantes y a profesiones nuevas. El encargo de ese diseño con pocos referentes recayó en el estudio Binom que los arquitectos madrileños Gonzalo Coello y Marta Granda abrieron en Londres hace 11 años.
A pesar de la Covid, del Brexit, y de sus respectivas restricciones, Granda y Coello han concluido lo que la arquitecta —en visita de obra por el edificio— define como una “transformación empática”. Habla de tener en cuenta al usuario y los 5.600 metros cuadrados, la radical remodelación del centro comercial en oficinas, hablan con colores, curvas, luminarias y mamparas escultóricas, pero también de recorridos inesperados, plantas y mucha luz natural. Jardín Utopicus se llaman estos despachos con nombre vegetal y apellido inalcanzable.
Como sucedía con los bares —que no todos tenían el suelo salpicado de azucarillos y cabezas de langostino— también había, hay, muchos tipos de oficina y no todas son ni grises ni serias ni oscuras ni rácanas con el espacio. Aunque en el mundo laboral la jerarquía ha decidido siempre quién ocupa las esquinas (con doble fachada, más luz y a veces —pocas por los, ay, muros cortina— mejor ventilación) hace ya varias décadas que los mejores despachos buscan la luz natural generalizada para mejorar la calidad de vida —y el trabajo— de los empleados. El trabajo en equipo hizo que muchos despachos adoptaran distribuciones más abiertas. La informática, el wifi y la rentabilidad permitieron el puesto caliente —o cambiante— y la economía ha obligado a muchos profesionales a combinar ambas opciones y alquilar puestos de trabajo por horas, días o meses o a asociarse a colectivos (co-working) que permiten compartir gastos y pagar por las salas de reuniones solo cuando son necesarias. Así, reordenadas y reorganizadas, estas oficinas se sienten, fundamentalmente, como un lugar de paso. No se trata de esperar a un logro mayor, es que el propio espacio invita a recorrerlo.
Hay 700 puestos de trabajo y 14 salas de reuniones. También hay tres estancias para conferencias o presentaciones con capacidad de hasta 200 personas. Este es un nuevo recurso de las oficinas: el trabajo convive ahora con los eventos. Todos los puestos de trabajo tienen luz natural y recursos sencillos, como los paneles de corcho para cuidar la acústica, conviven con la vegetación, que actúa de mampara visual, y con las circulaciones —verticales y horizontales— que resultan en curvas con rincones más privados.
Gonzalo Coello habla de “hacer del interior un exterior”. Y eso, en un patio interior iluminado ahora, ciertamente lo han conseguido. Su socia insiste en la “transformación sostenible con diseño empático” se refiere al humor, la misma luz y un tipo de oficina más amable. Esa empatía es clave, también, en los proyectos que han desarrollado en Reino Unido y Noruega.
Con atributos que hace pocas décadas se asociaban a la diversión (el colorido, la imaginación o el humor —en los baños hay muros en los que se pueden dejar mensajes—). Con ideas que flexibilizan el espacio y reflejan una realidad —social y económicamente— cambiante, oficinas como Utopicus apuestan por una convivencia aireada y luminosa en la que la seriedad no se traduzca ni en rigidez ni en sobriedad. Hemos visto a grandes marcas —como Google o Facebook— hacer del diseño distendido y lúdico la marca de su empresa, pero estos espacios se diseñan sin conocer a sus futuros ocupantes. ¿Acertará Colonial? ¿Servirá una fachada “empática” también para representar a varias marcas? ¿A profesionales no necesariamente creativos ni tecnológicos?