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Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Herzog&de Meuron vuelven a reinventar un museo

La ampliación del MKM de Duisburgo, en Alemania, confirma que Europa repara y amplía su arquitectura y que en los nuevos espacios para el arte el espectáculo está dentro

Nueva fachada del Museo Küppersmühle de Duisburgo (Alemania), diseñada por Herzog&de Meuron.Simon Menges

Este museo nació como silo. Y como molino cuando corría 1860. Para cuando comenzó el siglo XX, esa infraestructura portuaria era una de los más eficaces de Europa y funcionaba bajo el sobrenombre de La panera del Ruhr. La prosperidad hizo que el inmueble creciera con nuevos silos. Y a finales de los sesenta, la empresa Küppers Works lo adquirió y renombró. El molino dejó de funcionar entonces y entre 1972 y 1999, cuando Norman Foster propuso convertir el antiguo puerto industrial en un nuevo barrio de la ciudad, Hergoz&am...

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Este museo nació como silo. Y como molino cuando corría 1860. Para cuando comenzó el siglo XX, esa infraestructura portuaria era una de los más eficaces de Europa y funcionaba bajo el sobrenombre de La panera del Ruhr. La prosperidad hizo que el inmueble creciera con nuevos silos. Y a finales de los sesenta, la empresa Küppers Works lo adquirió y renombró. El molino dejó de funcionar entonces y entre 1972 y 1999, cuando Norman Foster propuso convertir el antiguo puerto industrial en un nuevo barrio de la ciudad, Hergoz&de Meuron comenzaron su renovación. Esta intrahistoria, la transformación paulatina, su corrección, el paso de la industria alimenticia a la cultural y la ampliación última habla de la nueva/vieja arquitectura europea. Que la reparación se elija por encima de la sustitución, que un edificio se vaya adaptando con el tiempo —cambiando de uso y/o creciendo— dibuja la arquitectura europea del siglo XXI.

Nueva fachada del Museo Küppersmühle de Duisburg diseñada por Herzog&de Meuron.Simon Menges
Vista de los puentes de acero que atraviesan los silos originales.Simon Menges

En 1999, el edificio se transformó en museo con una colección de arte alemán de la segunda parte del siglo XX: Sigmar Polke, Tosemarie Trockel, Georg Baselitz, Gerhard Richter o Anselm Kiefer cuelgan entre más de 2.000 obras —casi todos lienzos— de las paredes del antiguo edificio. A ese patrimonio, la colección de Sylvia y Ulrich Stroher añade ahora una antología de trabajos que resumen el siglo XX. La muestra Stroher es tan extensa que ha requerido una nueva ampliación de Herzog&de Meuron en torno a los antiguos silos. No es esta la primera vez que el edificio trata de crecer. En 2008, los trabajos de acero fallaron y la obra se abandonó. Fue entonces cuando la familia Ströher lo adquirió y, en 2013, le encargó al estudio de los suizos Jacques Herzog& Pierre de Meuron estudiar y repensar el inmueble. Fueron ellos los que hablaron de actualizar el ladrillo histórico del antiguo molino y honrar a la vez su naturaleza portuaria.

Una de las 36 nuevas salas de exposición del museo, que acoge la mejor colección de arte alemán de la segunda mitad del siglo XX.Simon Menges
Acceso a las salas de exposición sobre los silos.Simon Menges

La idea en este museo es que lo nuevo habla de hoy, pero también de respeto. Sin mimetismo formal, esta ampliación —que suma salas de exposición y almacenaje— se une al edificio existente ya remodelado a través de una serie de puentes de acero que atraviesan los silos. La intervención actualiza una idea y un material: el ladrillo. Ahora son los silos los que se (re)presentan como la arquitectura monumental que son. Así, la ampliación no irrumpe, repara —la destrucción anterior de algunos de los silos— y hace que los restantes convivan con las obras de arte. Este museo huye del espectáculo. El inmueble se amolda y a la vez subraya el edificio original actualizándolo. No copia, pone al día. Acompaña y arropa. Permite leer cada una de las partes y, sin embargo, se diría que siempre estuvo allí.

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