Tame Impala, y otros cinco discos de la semana

El cuarto álbum del australiano Kevin Parker, reseñado junto a la reinterpretación de Makaya McCraven de la última grabación de Gil Scott-Heron y los discos de Single, Charles Curtis, Manuel Agujetas hijo y Elisabeth Leonskaja

Kevin Parker, el hombre tras Tame Impala.MATT SAV (MUSIC AS USUAL)

Por Xavi Sancho

The Slow Rush. Tame Impala. Music As Usual.

Uno de los libros de música más socorridos de la historia es 1.001 discos que debes escuchar antes de morir. Se trata del típico regalo que te hace aquel familiar que ha llamado a tu madre para preguntar qué demonios te regala por Reyes y ella le ha dicho: “No sé, últimamente le gusta mucho la música”. En sus sucesivas ediciones, y también según el territorio y el idioma, la portada del libro la ocupan The Beatles, Leonard Cohen, Prince, David Bowie, Sid Vicious y hasta...

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Los perfeccionistas también bailan

Por Xavi Sancho

The Slow Rush. Tame Impala. Music As Usual.

Uno de los libros de música más socorridos de la historia es 1.001 discos que debes escuchar antes de morir. Se trata del típico regalo que te hace aquel familiar que ha llamado a tu madre para preguntar qué demonios te regala por Reyes y ella le ha dicho: “No sé, últimamente le gusta mucho la música”. En sus sucesivas ediciones, y también según el territorio y el idioma, la portada del libro la ocupan The Beatles, Leonard Cohen, Prince, David Bowie, Sid Vicious y hasta The Strokes. La longevidad y relevancia del volumen, como se puede adivinar por la selección de estrellas en la tapa, se halla en su populista ejercicio de consenso rock. Apuesta por jugar a la vez en la liga de lo especializado (1.001 discos son un montón) y lo previsible (el canon alcanza ya los 1.001 discos, es oficial). La última edición data de abril de 2018 y es la que tiene a The Strokes en portada. La próxima debería llevar a Tame Impala.

El proyecto del australiano Kevin Parker alcanza su cuarto disco con este The Slow Rush. Tras hacerse universal en 2012 con Lonerism, un largo de rock y pop psicodélicos, Currents (2015) lo elevó a la categoría de salvador del rock. Lo logró dejando de hacer rock. Parker se abandonó a ese cruce entre lo progresivo y la música de baile que tan bien le había funcionado a Daft Punk dos años antes. Trabajó con Lady Gaga o Kanye West, Rihanna hizo una versión de uno de sus temas y en 2019 fue cabeza de cartel del Festival Coachella. Ahí debía presentar este The Slow Rush. Ahí descubrió que el disco no estaba acabado.

Diez meses después de aquella actuación, por fin sale a la venta este esperado álbum. En él, Parker incide en muchos de los elementos que hicieron su anterior obra un éxito global y aporta a la ensalada algo más de optimismo y disco funk. Aquí está su talento para el soft rock y las melodías redondas (‘On Track’), su dominio del ritmo y la ensoñación de atardecer ibicenco (‘It Might be Time’), su habilidad para convertir algo que podría sonar a rock barroco en pop de aquel que se baila con media sonrisa y un cóctel azul en la mano (‘Instant Destiny’) e incluso repite en esa liga que ya casi es propia y que consiste en coger a los Bee Gees, Wham! y Daft Punk y hacer que de aquello salga algo que respete hasta el amigo más esnob (‘Borderline’).

El problema de este disco y de casi todo lo que hace Parker es que, si juegas todo el rato en la liga del exceso, es bastante probable que en más de una ocasión termines pasándote de la raya. Algunas de las canciones aquí deberían haberse terminado de grabar varios meses antes. A veces, hay tantos elementos que se hace imposible disfrutar los temas como un todo. ‘Posthumous Forgiveness’, por ejemplo, tiene tres pasajes buenos y dos terribles. Hubiese sido mejor que tuviera solo los buenos. O solo los malos, ya puestos. Pero Parker es de los que si fuera mañana a una tienda a comprarse el libro de los 1.001 discos que debes escuchar antes de morir se llevaría todas las portadas. Bueno, la de Sid Vicious no.

Aproximaciones al mito

Por Iker Seisdedos

We’re New Again. Gil Scott-Heron / Makaya McCraven. XL / Popstock!

El batería, productor y artista del collage Makaya McCraven ha devuelto a Gil Scott-Heron a casa al “reimaginar” 10 años después de su publicación I’m New Here, último disco del legendario poeta y cantante negro. Aquel álbum, producido por Richard Russell, fundador de XL, sello, entre otros, de Radiohead, rompió un silencio de Scott-Heron de casi dos décadas, que pasó, en parte, en la cárcel por asuntos de drogas. La operación, que de alguna manera compartía aire necrófilo con el homenaje de Wim Wenders a Nicholas Ray en Relámpago sobre agua (1980), también puso un breve (28 minutos) e inesperado colofón electrónico a una carrera brillante y errática, hasta entonces adscrita esencialmente a la estética del jazz y el soul.

McCraven, uno de los músicos más interesantes de la escena jazzística estadounidense, ha tomado las pistas vocales de aquel trabajo para remezclarlas por segunda vez; el productor británico Jamie XX ya tomó ese camino en 2011, meses antes de la muerte de Scott-Heron. El resultado no puede ser más diferente, porque remezclar en el vocabulario de McCraven (que es de Chicago como Scott-Heron) no significa exactamente lo mismo que en el de un dj. Su obra grabada siempre parte de registros de la música en directo de su banda, que luego corta y pega en el ordenador portátil para crear algo totalmente nuevo. Aquí ha reunido a un conjunto completado por un arpista, un contrabajista y un guitarrista para arropar la voz, entre lastimera y hastiada de experiencias, del último Scott-Heron. De ese modo, el cantante vuelve por donde solía en sus extraordinarios álbumes de los setenta, que retrataron inmejorablemente el racismo y la decadencia urbana de la América de Nixon, con el nuevo/viejo ropaje de rhythm & blues (‘New York Is Killing Me’), hip-hop instrumental (‘I’ll Take Care of You’) y jazz espiritual (‘I’m New Here’).

El sobresaliente disco, un encargo del propio Russell, completa así un tríptico con escasos precedentes en la música contemporánea: tres versiones de un mismo Scott-Heron, tres tentativas de agotar una leyenda.

Mitos y leyendas

Por Laura Fernández

Hola. Single. Elefant Records.

Suena Single, suenan Teresa Iturrioz e Ibon Errazkin, a todo lo oníricamente posible, y en este caso, más a cuento de hadas que nunca. A mitos y leyendas de una ficción ilusa y deseable (‘Hola, soy Dafne’). Ficción contenida en esta ocasión, en su primer disco en cinco años, en 10 cortes de un preciosismo folk encantadoramente campestre (como el de ‘A las seis’) que cuenta historias hasta cuando no tiene voz. Sí, hasta la instrumental ‘Hola’ esconde algún tipo de luminosa aventura. La siempre irónica condición de collage de miniaturas de su música —se diría que los donostiarras son primos lejanos, y sonoros, de Michel Gondry— da uniformidad a un álbum que parece, más que nunca, el disco de un par de bardos traviesos.

Un músico total

Por Álex Sánchez

Performances & Recordings 1998-2018. Charles Curtis. Saltern. 3 CD.

Conviven en esta sobresaliente antología del poliédrico chelista y compositor norteamericano Charles Curtis la belleza lírica de las piezas de autores del Renacimiento como Guillaume de Machaut, Tobias Hume y Silvestro di Ganassi, con el canon de la música del siglo XX de Anton Webern u Olivier Messiaen y su reverso avanzado en las composiciones de La Monte Young (del que Curtis fue alumno y que firma además las notas de esta edición), Éliane Radigue, Morton Feldman y Terry Jennings. El arte sonoro ruidista de Alison Knowles o Richard Maxfield y piezas del propio Curtis (del minimalismo al art-rock) completan el retrato de un músico total, capital en el desarrollo de las músicas de vanguardia de los últimos 25 años.

Frescura y honestidad

Por Fermín Lobatón

Amaró. Manuel Agujetas hijo. La Droguería Music.

El ascendente familiar —se trata del más pequeño de los hijos del gran Agujetas— podría anticipar el contenido de la presentación discográfica de este cantaor, pero no en su totalidad: si bien los estilos remiten a esa tradición, su forma de decirlos y el distinto metal, de timbre grueso, ofrecen un cante fiel con la herencia y, a la vez, dotado de fuerza y personalidad propias. Aire renovado para un añejo repertorio que se remonta al Viejo Agujetas en el antiquísimo romance y remite directamente a la figura paterna en las sobrecogedoras seguiriyas, el taranto torrero y la variada serie de martinetes. Registrado en directo en una peña jerezana con la guitarra de Antonio García, la grabación transmite frescura y honestidad.

De poeta a poeta

Por Luis Gago

Schumann: Variaciones y Sonatas. Elisabeth Leonskaja. eaSonus, EAS29407. 2 CD.

Estos dos extraordinarios discos bucean en varias obras juveniles (y una terminal) de un compositor que eligió el piano como canalizador y confidente exclusivo de su primer pensamiento poético. Elisabeth Leonskaja parece sentirse más afín al reservado y soñador Eusebius que al volcánico y pasional Florestan, las dos mitades en que le gustaba escindirse a Robert Schumann. Las series de variaciones y las dos sonatas conocen aquí versiones rebosantes del lirismo y la fantasía que definen a esta música inspirada por Clara, su amada aún adolescente. La inmensa calidad y variedad del sonido pianístico, así como la honda penetración psicológica de cuanto oímos, revelan a una artista grande, sabia, libre y personal en la cima de sus poderes: como música y como poeta.

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