Columna

Una granada que nos ha explotado en la cara

En el momento en que percibimos que se usaba el acrónimo 'mena' para esparcir basura e identificar a unos chavales marginales y perdidos como enemigos, el daño estaba hecho

Imagen del artefacto lanzado contra el centro de menores de Hortaleza (Madrid). EL PAÍS

No son solo los de Vox, aunque en Vox es más grave porque lo hacen desde tribunas parlamentarias e institucionales, pero la cosa viene de lejos, y la extrema derecha ha instrumentalizado un runrún que a muchos nos lleva preocupando por lo menos un par de años. Cuando nos dimos cuenta ya era tarde. En el momento en que percibimos que se usaba el acrónimo mena para esparcir basura e identificar a unos chavales marginales y perdidos como enemigos, el daño estaba hecho.

Me acuso de optimismo neg...

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No son solo los de Vox, aunque en Vox es más grave porque lo hacen desde tribunas parlamentarias e institucionales, pero la cosa viene de lejos, y la extrema derecha ha instrumentalizado un runrún que a muchos nos lleva preocupando por lo menos un par de años. Cuando nos dimos cuenta ya era tarde. En el momento en que percibimos que se usaba el acrónimo mena para esparcir basura e identificar a unos chavales marginales y perdidos como enemigos, el daño estaba hecho.

Me acuso de optimismo negligente: nunca creí que un discurso tan racista fuera a calar en una sociedad, la española, que no lo es. España es el único gran país europeo que no ha tenido conflictos serios con las minorías de inmigrantes y donde el crecimiento de estas no ha sido materia de debate ni polémica, fuera de ambientes muy ultras con olor a cerrado y sin influencia social o política. La granada que desactivaron los Tedax el miércoles en el centro de menores de Madrid nos ha explotado en la cara a todos los idiotas que creíamos que esa lluvia de mentiras y de propaganda fascista no iba a tener efectos.

Desde multitud de tribunas, no siempre ultras ni sospechosas de ello, se han exagerado sucesos sin importancia elevados a la categoría de crímenes y se han aventado olas de delincuencia ficticias, convenciendo a muchos de que el problema con los menores extranjeros en España no es una cuestión que atañe a los servicios sociales, sino un asunto de seguridad pública. Los intentos por contrarrestar estas insidias han sido contados e insuficientes. Muy loable me pareció el Salvados que Gonzo dedicó a retratar la tragedia de estos jóvenes, pero me temo que fue un guijarro que apenas resonó en el mar.

Tampoco es nada esta columnita afónica y a destiempo, pero sería imperdonable no escribirla.

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