Columna

Televisión de autoayuda

No creo que haya demasiadas personas que puedan atenuar sus torpezas descubriendo la solución en una pantalla

Fotograma de 'Los gemelos decoran dos veces'.

En esta televisión que ha visto el triunfo de los realitys, da igual que el escenario sea una isla sin comida o un plató en el que haya que preparar unas mollejas, han proliferado, a la par, los programas que tratan de cambiar nuestra realidad y hacernos más hábiles y capaces. Esos espacios se pueden recorrer con el mando como si fueran los tenderetes de un mercadillo, en cada uno tratarán de tirarte del brazo para que te quedes. Son fórmulas que parecen nacidas, y alargadas, de los viejos vídeos tutoriales de YouTube, los que te enseñaban a hacerte el nudo de la corbata o cambiar una...

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En esta televisión que ha visto el triunfo de los realitys, da igual que el escenario sea una isla sin comida o un plató en el que haya que preparar unas mollejas, han proliferado, a la par, los programas que tratan de cambiar nuestra realidad y hacernos más hábiles y capaces. Esos espacios se pueden recorrer con el mando como si fueran los tenderetes de un mercadillo, en cada uno tratarán de tirarte del brazo para que te quedes. Son fórmulas que parecen nacidas, y alargadas, de los viejos vídeos tutoriales de YouTube, los que te enseñaban a hacerte el nudo de la corbata o cambiar una rueda.

Así, solo mirando lo que les pasa a otros o practicando tú mismo, puedes dejar de sudar cada vez que tengas que hablar en inglés; si sabes poco más que freír un huevo, te pueden convertir en un cocinillas; si no sabes colgar un cuadro, mira qué fácil es construirte tu propia librería; que tu casa es fea, hay un par de gemelos que te la decoran, para que puedas ver el cielo mientras te sientas en el váter; que un cirujano estético de Tijuana te ha dejado los labios como dos salchichas, nuestro médico puede arreglar esa chapuza, aunque milagros no hacen; que tu perro se abalanza sobre el cartero cada vez que llama, yo te lo puedo dejar manso como un perezoso; si estás obeso, te decimos cómo perder docenas de kilos; y si tu vida sexual es aburrida, despelótate, que te mostramos cómo gozar.

Son propuestas que solo entretienen unos minutos, no sé si habrá muchos telespectadores que puedan tragarse uno de esos programas entero. Y no creo que haya demasiadas personas que puedan atenuar sus torpezas descubriendo la solución en una pantalla. ¿Una muestra de infantilismo? Puede que esta oferta no sea más que la versión televisiva de la avalancha de libros de autoayuda, algunos superventas, que prometen curar nuestras inseguridades, a veces con frases a lo Paulo Coelho. Pero no seamos tan negativos, si alguien los aprovecha, enhorabuena, hasta yo saco consejos útiles: “La cama del cuarto de invitados que sea de 1,60, por si te visitan tus padres”.

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