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El toro, por los cuernos
Por Antonio Lorca

Objetivo de la Fundación del Toro de Lidia: cambiar la cultura occidental

Victorino Martín: "El mundo está modificando las relaciones entre el hombre y los animales"

Dos toros de la ganadería de Victorino Martín.PLAZA1

—Hemos dedicado mucho tiempo a pensar cuál es el gran problema de la tauromaquia actual, quién es nuestro enemigo; y lo hemos hecho con la ayuda de mucha gente de talento.

—¿Y tienen ya un diagnóstico?

—Sí. El problema es, básicamente, que el mundo está cambiando las formas de relación entre los hombres y los animales. El animalismo es una filosofía que surge en el mundo anglosajón y su objetivo es enfrentarlo al humanismo. Y ese es un cambio de paradigma que afecta al toro que, como modelo totémico y simbólico, es una pieza muy codiciada por este movimiento.

—Y se supone ...

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—Hemos dedicado mucho tiempo a pensar cuál es el gran problema de la tauromaquia actual, quién es nuestro enemigo; y lo hemos hecho con la ayuda de mucha gente de talento.

—¿Y tienen ya un diagnóstico?

—Sí. El problema es, básicamente, que el mundo está cambiando las formas de relación entre los hombres y los animales. El animalismo es una filosofía que surge en el mundo anglosajón y su objetivo es enfrentarlo al humanismo. Y ese es un cambio de paradigma que afecta al toro que, como modelo totémico y simbólico, es una pieza muy codiciada por este movimiento.

—Y se supone que de ahí surgen los objetivos de la Fundación del Toro de Lidia (FTL)…

"La tauromaquia está estigmatizada y la FTL trabaja por normalizarla"

—Así es. Planteamos cambiar la cultura occidental…

—Nada menos…

—Sí, porque nos enfrentamos a una manera de entender el mundo.

La cita es en la sede madrileña de la FTL, a espaldas del Museo del Prado, y asisten Victorino Martín, presidente de la Fundación y ganadero, y Borja Cardelús, director general.

“Este es un asunto complejo que no admite soluciones mágicas ni se arregla con una campaña publicitaria. Hemos elaborado un plan estratégico que pretende trabajar en todos los ámbitos sociales en un plazo de 30 años”, asegura Cardelús.

La FTL nació en 2015 y estrenó nuevo presidente en diciembre del pasado año. Desde sus inicios, ha dedicado toda su energía a frenar los ataques que sufría la fiesta de los toros, y a su promoción.

Victorino Martín, en la sede de la Fundación del Toro de Lidia.

En palabras de Victorino Martín, “este espectáculo necesitaba un órgano de representación frente a terceros para que la tauromaquia se percibiera como lo que es, una parte normal de nuestra sociedad; últimamente, estaba estigmatizada y aún hoy ser taurino es motivo de rechazo. Trabajamos, entonces, para que los toros ocupen el lugar que les corresponde en nuestra sociedad”.

A su juicio, el balance de estos tres años es positivo: “Hemos frenado los ataques en las redes sociales y hemos creado jurisprudencia con algunas sentencias contra los delitos de odio, y ahora trabajamos en la captación de amigos para que en la FTL se integren todos los colectivos”.

“La fundación es un movimiento social y civil”, añade Borja Cardelús, “que agrupa ya al 90% de los profesionales, pero que desborda a este colectivo; necesitamos una gran base social porque para ejecutar el plan estratégico hacen falta muchos millones de euros”.

El presidente y el director general expresan su satisfacción por la creciente base social que aumenta cada mes. “La gente está convencida de que la FTL va de verdad, y que ha venido para quedarse”.

Ambos aseguran que llevan a cabo una frenética actividad de trabajo con la Administración Pública y los partidos del arco parlamentario. “El efecto no es inmediato”, afirman, “pero ahora ya existe un interlocutor, y eso es fundamental”.

"La fiesta de los toros tiene futuro; lo que debemos hacer es ordenarla"

Desde que accedió a la presidencia, Victorino Martín ha defendido que la FTL no debe entrar en asuntos profesionales, lo que se ha considerado como un serio contratiempo para abordar la problemática actual de la fiesta.

—Debemos aprender de la historia. Cada vez que un órgano taurino ha pretendido abordar temas profesionales ha desaparecido, porque coexisten diversos sectores con intereses distintos. Si queremos representar a todos, lo mejor es no ceder a esa tentación. En 2015, la presión contra los toros era tan salvaje que hubo que tomar una decisión: nos dedicábamos a la defensa y promoción o no hacíamos nada. Mejor lo primero que nada porque, de lo contrario, nos quedábamos sin toros.

—Eso significa que la FTL defenderá un determinado tipo de fiesta, más cercana a los intereses de los profesionales que de los aficionados…

—No, exactamente; es necesaria una mesa sectorial en la que se adopten medidas para regular muchos aspectos del espectáculo taurino. La fiesta se debe regir por un solo Reglamento, y no que cada comunidad autónoma tenga el suyo. Asimismo, soy partidario de crear una escuela de picadores; hay que recuperar el tercio de varas y acortar la faena de muleta. Pero no podemos abarcarlo todo de golpe; no descarto, sin embargo, que cuando la FTL esté consolidada, dé un paso más y trate de organizar el sector.

Llama la atención, no obstante, la optimista opinión que Victorino Martín expresa sobre algunos aspectos candentes de la fiesta moderna.

—La fiesta no está en crisis. Los ganaderos trabajamos más que nunca, criamos el toro más grande de la historia, hay toreros fabulosos y el público sigue acudiendo a las plazas. No hay abandono social, sino complejo, y los medios de comunicación no reflejáis lo que representa el toro en la sociedad.

—¿Tiene sentido la fiesta de los toros en el siglo XXI?

—Por supuesto, cómo no. Los primeros vestigios del hombre sobre la tierra representan la lucha contra los grandes bóvidos. El toro forma parte de nuestra esencia.

—¿Y futuro?

—Mucho; lo único que hay que hacer es ordenar el sector, y para eso estamos nosotros.

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—¿Le gusta el espectáculo taurino actual?

—Todo es mejorable. El toro de hoy es el más grande de la historia y excesivamente pesado, de modo que, a veces, se para, pero sigue siendo emocionante. Ahí está la Feria de San Isidro, con 34 festejos. No existe en el mundo nada igual.

Se niega a aceptar que sea el taurino de moda (“no soy más que un hombre comprometido con la defensa del espectáculo”), ni la gran esperanza blanca del mundo del toro (“solo soy una cara en un puesto de responsabilidad con fecha de caducidad; me vaciaré como presidente de la FTL, y no creo que esté aquí más de cuatro años”).

Suena de manera insistente el móvil; es su hija, que le requiere para asuntos urgentes sobre la ganadería.

—En casa ya me dan avisos, "si quieres, nos vemos por carta", me dicen. La ganadería es muy absorbente.

—Cualquiera puede pensar que la tiene usted abandonada…

—No. Eso sería lo último. Son las diez de la mañana, y desde las ocho estoy en contacto con mi hija y el fabuloso equipo que tengo en el campo. Ahora mismo, por ejemplo, están operando de un ojo a un becerro, ha llegado un camión de soja y hasta la una y media de la madrugada han estado recogiendo alpacas de heno.

“Definitivamente, el mundo es mejor con los toros porque forman parte de nosotros”, concluye.

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