Columna

‘Día a día’ te hará llorar

Es un placer que exista 'One Day at a Time'. Nos hace sufrir, nos abraza y consuela

Tráiler de 'Día a día'.Vídeo: Netflix

Es una imagen ridícula. Una fotografía de nuestra intimidad que no queremos que nadie vea. Nosotros, solos en el salón mirando la televisión y llorando. A moco tendido y entre sollozos. Como si una tragedia hubiera arrasado nuestra vida. Aunque no hay sufrimiento, solo pura liberación personal y desquite, lo mejor de empatizar con un producto cultural. Premiar con lágrimas un trabajo bien hecho. Quien haya visto Día a día, sabe de qué hablo.

En un capítulo de la segunda temporada de esta comed...

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Es una imagen ridícula. Una fotografía de nuestra intimidad que no queremos que nadie vea. Nosotros, solos en el salón mirando la televisión y llorando. A moco tendido y entre sollozos. Como si una tragedia hubiera arrasado nuestra vida. Aunque no hay sufrimiento, solo pura liberación personal y desquite, lo mejor de empatizar con un producto cultural. Premiar con lágrimas un trabajo bien hecho. Quien haya visto Día a día, sabe de qué hablo.

En un capítulo de la segunda temporada de esta comedia de Netflix, la madre protagonista, veterana de Afganistán con síndrome postraumático, decide, ya que todo le va bien, dejar la terapia y los antidepresivos. Entonces cae en una espiral que le lleva a plantear tomarse medidas drásticas. Tendrá que medicarse el resto de su vida. De repente, pam, un chiste. Al fin y al cabo, es una comedia. Como en la vida, la conexión nace de mezclar los géneros. Han explicado una enfermedad en 25 minutos. Con rutina y alma. Y estás llorando. Como una magdalena.

Esta sitcom sobre una familia cubana en EE UU no busca caer en dramatismo fácil. Lo suyo no es llorar por llorar. Sabe que es más difícil emocionarse con un drama de millones que por la tragedia de un amigo. Los guionistas Gloria Calderon Kellett y Mike Royce se sumergen en sus propias vidas para hablar de los problemas sociales de Estados Unidos. Día a día tiene una estructura clásica (eso alejará a algunos), pese a lo moderno del discurso. En plena era Trump, habla de racismo, ciudadanía, homosexualidad y lo que significa ser de un grupo, sentirse arropado. Hay risas en plató, cartón piedra y roza lo aleccionador, pero todo es tan real que es imposible no querer ser de la familia.

Su creador, el maestro Norman Lear, aprendió una lección cuando empezaba su larga carrera en la sitcom: "Si hacemos que al público le importe, se ríen más". Tan simple y complicado. Era la clave de cualquier gran comedia, quizás de la narrativa. Buscar la verdad. Conectar. En lo bueno y en lo malo. Es un placer que exista Día a día, que nos hace sufrir, abraza y consuela. Y lloramos y lloramos.

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