Otro año de caos, otro buen año

Para todos los oídos. Pop sin titulares, minimalismo, composiciones luteranas y regresos jondos marcaron el ritmo del año

Hay años que parecen décadas: difíciles de resumir, complicados de entender, imprevisibles incluso para los más previsores y casi imposibles de repetir. En lo social y lo político, 2017 ha sido todo eso. En lo musical, todos los años son así desde hace casi una década. Para que luego digan que el pop y el rock ya no crean tendencias. Desde que supimos que lo que estaba haciendo el mercado era fragmentarse, no romperse, que los discos se grababan para poder actuar luego en festivales y que los intermediarios iban a ser las empresas de tecnología, hemos ido asimilando que los resúmenes del año e...

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Hay años que parecen décadas: difíciles de resumir, complicados de entender, imprevisibles incluso para los más previsores y casi imposibles de repetir. En lo social y lo político, 2017 ha sido todo eso. En lo musical, todos los años son así desde hace casi una década. Para que luego digan que el pop y el rock ya no crean tendencias. Desde que supimos que lo que estaba haciendo el mercado era fragmentarse, no romperse, que los discos se grababan para poder actuar luego en festivales y que los intermediarios iban a ser las empresas de tecnología, hemos ido asimilando que los resúmenes del año es imposible colocarlos bajo el paraguas de un gran titular, sino que hay que conformarse con colocarlos a la sombra de varios subtítulos y rezar por que al final algo tenga sentido.

Este 2017 ha estado marcado, entre otras cosas, por el retorno de LCD Soundsystem, una de las bandas que definieron la anterior década, quienes tras un lustro de parón y una gira de calentamiento y recaudación el año pasado, han lanzado un disco que es mucho mejor de lo que podía esperarse e incluso desearse. American Dream ha colocado a los de Murphy en ese lugar en el que el tópico del clásico y moderno da calor. Algo similar ha sucedido con The National, poseedores de una fascinante capacidad para hacer al oyente pensar que cada disco suyo es el último en el que podrán servirse de su fórmula para triunfar. Es la banda integrada por personas de mediana edad que mejor música de mediana edad hace.

Casi en el otro extremo de las franjas de edad —y de las horarias—, la neozelandesa Lorde lanzaba un disco, Melodrama, en el que conseguía reinventarse cuando pensábamos que aún le faltaban algunos episodios para poder estar del todo hecha. Una maravilla pop que es justo lo contrario del largo de Taylor Swift, quien tal vez haya protagonizado el retorno fallido de 2017, un año que, como cualquier buen año que se precie desde hace ya tiempo, ha tenido también su debutante maravilla (SZA), su productor semiveterano que se lanza al estrellato (Sampha), su indie reconvertida en estrella pop luminosa (St. Vincent es la nueva Gwen Stefani), sus indies renacidos (Slowdive), su diva electrónica protestona (Fever Ray) e incluso la confirmación de una nueva casta de héroes no binarios (Perfume Genius). Otro año de caos. Otro buen año.

Recomendaciones

1. LCD Soundsystem. American Dream (DFA / Everlasting).

2. Lorde. Melodrama (Universal).

3. SZA. CTRL (RCA-Sony).

4. The National. Sleep Well Beast (4AD / Everlasting).

5. St. Vincent. Masseduction (Loma Vista Recordings / Music As Usual).

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