arte

Espigadora de imágenes

Inmaculada Salinas logra el premio a la Mejor Exposición de Abierto Valencia con sus trabajos sobre la precariedad y la emancipación de la mujer recogidos en 'Relecturas'

Vista de la exposición 'Relecturas', de Inmaculada Salinas.

Inmaculada Salinas (Guadalcanal, 1967) es una espigadora de imágenes. Una relatora de historias comunes y de gente sin nombre que trabaja con fotografías y textos prestados. La mujer y su (in)visibilidad en las diferentes manifestaciones mediáticas ha sido una de sus preocupaciones artísticas, creando archivos y recuentos que ponen de manifiesto los lugares en los que la figura femenina habitualmente se encuentra: lejos del centro. Al visitar Relecturas en espaivisor en Valencia resuenan las palabras de Silvia Federici, aquell...

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Inmaculada Salinas (Guadalcanal, 1967) es una espigadora de imágenes. Una relatora de historias comunes y de gente sin nombre que trabaja con fotografías y textos prestados. La mujer y su (in)visibilidad en las diferentes manifestaciones mediáticas ha sido una de sus preocupaciones artísticas, creando archivos y recuentos que ponen de manifiesto los lugares en los que la figura femenina habitualmente se encuentra: lejos del centro. Al visitar Relecturas en espaivisor en Valencia resuenan las palabras de Silvia Federici, aquellas que nos recuerdan que la cadena de montaje del mundo laboral empieza en la cocina, en los cuidados, en nuestros cuerpos. Federici, escribía esta misma casa, subraya que la violencia contra la mujer va más allá de lo físico, pues se materializa en el espacio público, en el doméstico y también en el trabajo.

“Violencia es cobrar 600 euros” es el texto que aparece en la pieza adquirida por la Conselleria de Cultura después de que LaVAC otorgara a Relecturas el premio a la Mejor Exposición de Abierto Valencia. Junto a No pintamos nada (2017), Tiempo de trabajo (2015) o 150 días gratis (2014), la selección de obras expuestas en la galería invita a pensar sobre la precariedad laboral y la acumulación material, así como a imaginar otros relatos que abran el camino hacia la emancipación frente al empobrecimiento gradual de la experiencia colectiva. No olvidemos que las mujeres son productoras y reproductoras, estereotipos de la tradición cultural como apuntan las series Mary Wollstonecraft (2016) o Prensadas (2009).

Parece mentira que haga casi un siglo desde que Benjamin nos advirtiera que la cotización de la experiencia estaba a la baja y, que el arte de narrar parecía agotarse desde que la palabra quedara reducida a valor de cambio por la guerra y los medios. Quizás por esta razón sea tan relevante hoy recuperar las voces anónimas como las que aparecen en Microrrelatos en rojo (2012), donde fragmentos literarios extraídos de autobiografías se “feminizan” y acompañan instantáneas que reconocemos como familiares. O poner en valor los espacios de la palabra y todos sus colores posibles que, como sucede con el resto de obras expuestas, celebran el tiempo de la escucha y defienden que pese a la alienación:

“desearque siga existiendo el mundo para que siga existiendoTODA LA BELLEZA DEL MUNDOes una ingenuidadA LA QUE NO RENUNCIAMOS”.

(Poema de Jorge Riechmann en Dos Recorridos (2017), Inmaculada Salinas en colaboración con Isaías Griñolo)

Inmaculada Salinas. Relecturas, espaivisor, Valencia. Hasta el 17 de noviembre de 2017.

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