Avi Buffalo, cuatro años después

El poso de estas nuevas composiciones, más maceradas y detallistas, se traduce en una obra perfeccionista sin asomo de petulancia

Avigdor Zahner-Isenberg se ha tomado sus buenos cuatro años para madurar las diez nuevas canciones de este segundo álbum, un lujo asumible desde sus exuberantes 23 primaveras. Ya sabíamos que Buffalo era un tipo insultantemente brillante, pero el poso de estas nuevas composiciones, más maceradas y detallistas que las del homónimo álbum inicial, se traduce en una obra asombrosa, sagaz, perfeccionista sin asomo de petulancia. Ese californiano que luce repantingado y ausente en portada es en realidad un geniecillo de imaginación desbordante y enciclopédica cultura musical.

Su pop con deste...

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Avigdor Zahner-Isenberg se ha tomado sus buenos cuatro años para madurar las diez nuevas canciones de este segundo álbum, un lujo asumible desde sus exuberantes 23 primaveras. Ya sabíamos que Buffalo era un tipo insultantemente brillante, pero el poso de estas nuevas composiciones, más maceradas y detallistas que las del homónimo álbum inicial, se traduce en una obra asombrosa, sagaz, perfeccionista sin asomo de petulancia. Ese californiano que luce repantingado y ausente en portada es en realidad un geniecillo de imaginación desbordante y enciclopédica cultura musical.

Su pop con destellos de psicodelia (So what, Found blind) remite a los melodistas más originales de las últimas generaciones: Matthew Sweet, Darwin Deez, Hawksley Workman, Sufjan Stevens. La voz aguda y vulnerable (Oxygen tank) nos coloca ante el espejo de un joven Neil Young. Y el piano reiterativo de 'She is seventeen' solo se le ocurriría a un grande como Brian Wilson. 

Avi Buffalo. At best cuckold. Sub pop / Everlasting.

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