Opinión

Desaforando

Te preguntas qué revelación divina le ha llegado al ministro de Justicia para deducir por obra y gracia del Espíritu Santo que sobran 17.599 privilegiados

La buena educación, la prudencia o la piedad aconsejan no preguntarle a nadie cositas tan convencionales y fatigosas como los lugares que ha visitado en las vacaciones o sus planes de vida y de trabajo a partir de septiembre, del comienzo de curso en fraseología cursi. Aunque, según los infalibles datos gubernamentales, cada día el país está mejor, el paro desciende (normal, si continuara subiendo es probable que aquellos ufanos políticos que aseguran que el horizonte ya está despejado comenzaran a tener pesadillas con la reinvención de la guillotina y la enfermiza afición de esta a practicar ...

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La buena educación, la prudencia o la piedad aconsejan no preguntarle a nadie cositas tan convencionales y fatigosas como los lugares que ha visitado en las vacaciones o sus planes de vida y de trabajo a partir de septiembre, del comienzo de curso en fraseología cursi. Aunque, según los infalibles datos gubernamentales, cada día el país está mejor, el paro desciende (normal, si continuara subiendo es probable que aquellos ufanos políticos que aseguran que el horizonte ya está despejado comenzaran a tener pesadillas con la reinvención de la guillotina y la enfermiza afición de esta a practicar con su gremio) y hasta los que han sufrido la ruina parcial o absoluta durante esta crisis volverán a ser felices y a comer perdices. Puede ocurrir que te respondan que sus vacaciones han transcurrido en el infierno o en la nada, la lucidez y su provecta edad les repiten que jamás volverán a encontrar un curro y entre sus planes inmediatos para el final del verano está meterse en la cama con la intención de no levantarse más o lanzarse por la ventana.

El destino de los que perdieron el último tren solo les preocupa a ellos y a sus seres cercanos. Y ni siquiera les quedan fuerzas para seguir aullando contra la generalizada corrupción que acompañó y fomentó este inacabable lodo. Y, por supuesto, encontrarán grotescas las propuestas de regeneración moral que hace la clase política y sus promesas de que a partir de ahora el que la hace la paga, incluidos los suyos, tan sabedores de que todo tiene un precio y solo acaban pillando a los pringados, a los que se lo montan fatal.

Muy graciosa la idea de Gallardón, ese atildado y curil señor al que el progresismo profesional consideraba el modelo de la derecha ilustrada y civilizada, de reducir aforados como medida de regeneración democrática. Y resulta que, según los cálculos de este prócer tan racional, solo sería justo, oportuno y necesario que 22 personas siguieran gozando de ese aforamiento entre las 17.621 que poseen esos atributos dionisiacos, que no les juzguen aquellos de cuyo veredicto dependen el resto de los españoles que tienen problemas con la ley. Y te preguntas qué revelación divina le ha llegado al ministro de Justicia para deducir por obra y gracia del Espíritu Santo que sobran 17.599 privilegiados. ¿Y por qué ahora? Que siga la farsa.

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