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Por Equipo de Comunicación

El último desayuno de Sergio García en la cafetería de EL PAÍS

Después de tres años en la redacción de Miguel Yuste, se despide para dirigir su propio negocio en el pueblo madrileño de Algete

Sergio García en su último día de trabajo en la cafetería de PRISA MEDIA.CRISTOBAL MANUEL
Madrid -

El día que Sergio García (37 años, Alalpardo) llegó de camarero a la cafetería de EL PAÍS, en la calle de Miguel Yuste, le dijeron que no se preocupara demasiado. El trabajo en el restaurante de una redacción podría ser frenético. “No hace falta que des de más”, le dijo alguien. Pero no hizo caso. Porque Sergio recibía a todos con una sonrisa, se aprendía tu nombre el primer día y hasta recordaba, después de toda una pandemia, si el café con leche lo tomabas sin lactosa. Después de tres años con el mandil entre redactores dice adiós a su puesto para emprender un nuevo proyecto, pero se lleva un buen recuerdo: “Me quedo con el buen ambiente porque todos me trataron bien, desde el consejero delegado a las secretarias, que tanto me ayudaron”, cuenta tras hacer la última caja.

Le puso empeño: “Si algo me gusta es que la gente desconecte de su rutina durante un ratito”. Y no era raro verlo bromear con muchos. Por eso cuando echa la vista atrás y recuerda la llegada del coronavirus lo hace con tristeza. Cómo olvidar el día que las redacciones se marcharon a casa porque se había notificado un positivo entre los trabajadores. Era un 5 de marzo y EL PAÍS lanzaba su modelo de suscripción digital, un cambio que merecía una celebración. “Teníamos preparado un catering para toda la empresa. Llevábamos desde las 5 de la mañana preparando bandejas y bandejas de jamón, queso y hasta vino para la ocasión”, rememora Sergio. Pero llegó la orden de parar ese menú por protocolo de seguridad: las nuevas reglas de la covid-19. “Tuvimos que cerrar ocho meses la cafetería y cuando por fin regresé a la segunda planta, salí del ascensor y vi la redacción vacía… fue muy triste”.

De su paso por la cafetería se lleva unas cuantas anécdotas. Sus favoritas, la de las celebridades que pasaban por la barra. “Al principio me hacía mucha ilusión conocer a los famosos. Penélope Cruz, Inma Cuesta, Imanol Arias…”. Hasta tenía una libreta propia donde apuntaba los encuentros: “Paco León. Café con leche”.

Su mayor pena es no haber conocido a su ídolo, el cantante Xoel López, que en más de una ocasión pasó por el periódico. Su hijo pequeño, que hoy tiene 8 años, le debe el nombre al cantante. El mayor se llama Iker y es precisamente al centro de estudios de él a quien le dedica el nuevo rumbo de su profesión: “Voy a regentar la cafetería de su instituto. Yo estoy encantado de dirigir mi propio negocio. Él no sé, pero dice que va a tener bocadillos gratis”. Los compañeros de estos tres años de García han estado pendientes de sus planes y han tenido un último detalle, regalarle un delantal con su nombre y el de la cafetería que regentará: “La Cafe, como le llaman los chavales”.

Ya no cogerá gratis su revista favorita, EL PAÍS Semanal, pero ahora la comprará. Antes de marcharse revela un nuevo hábito: “Ahora ya no solo leo los reportajes, también me fijo en las firmas”.

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