El nuevo director de ‘The Washington Post’ dimite antes de empezar
Robert Winnett iba a asumir el cargo tras las elecciones, pero una investigación del propio rotativo estadounidense sobre el pasado del elegido para ser su nuevo jefe ha forzado su renuncia
Hay recibimientos y recibimientos. Y luego está el que le preparó la redacción de The Washington Post a quien hasta este viernes iba a ser su próximo director, Robert Winnett. El rotativo estadounidense, en crisis por la pérdida de lectores y por sus malos resultados económicos, publicó el domingo pasado una investigación de 3.000 palabras que vinculaba a Winnett con un turbio personaje, una especie de detective privado con un pasado como aspirante a actor llamado John Ford, ladrón confeso de material comprometido de personalidades de la vida social británica. Ford perpetró sus fechorías durante años por encargo, y en 2010 fue detenido por la policía. Según el Post, Winnett colaboró estrechamente con el tipo durante la década de los 2000, cuando era reportero en el The Sunday Times.
Esas y otras revelaciones ―publicadas en el Post y en otros medios― comprometedoras para Winnett y para el hombre que decidió contratarlo, el también británico Will Lewis, editor del Post desde enero pasado, desembocaron este viernes en la renuncia de aquel a un puesto que iba a asumir en otoño, después de las elecciones en Estados Unidos. La noticia la comunicó a sus periodistas el director de The Daily Telegraph, donde Winnett es (y seguirá siendo) el segundo de a bordo: “Me complace informaros”, decía el mensaje, “que Rob Winnett ha decidido quedarse con nosotros. Como todos sabéis, es un tipo de talento y su pérdida [del Post] es nuestra ganancia”.
Will Lewis, que también se halla en el ojo del huracán por prácticas periodísticas dudosas cuando era director del Telegraph y durante los años en los que trabajó en el imperio de la comunicación del magnate australiano de los tabloides Rupert Murdoch, confirmó la renuncia de Winnett en otro correo electrónico y dio por iniciada la búsqueda de un reemplazo.
Ahora se trata de sustituir a Sally Buzbee, la primera mujer directora del Post, que dimitió el pasado 2 de junio, tres años después de ser nombrada para el puesto, por desavenencias con los planes de Lewis de reorganizar la Redacción que la despojaban de parte de su poder. Desde entonces, el timón del periódico lo lleva de manera interina Matt Murray, quien ha encargado las investigaciones que han ido saliendo estos días sobre el pasado de los nuevos jefes. En su mensaje de este viernes, Lewis extendió el interregno de Murray hasta después de las elecciones. También fijó en algún momento del primer trimestre del próximo año la creación de una nueva sección de redes sociales, que, en teoría, llevará Murray.
De fondo, este escándalo ha planteado también un interesante debate sobre las diferencias entre las culturas periodísticas estadounidense y británica. El mayor logro profesional de la carrera de Lewis llegó cuando, al frente del Telegraph, destapó, previo pago por una filtración, un fenomenal escándalo de abusos en los gastos oficiales de los parlamentarios británicos. Los grandes medios impresos de Estados Unidos llevan a gala que tienen prohibido conseguir información a cambio de dinero.
La renuncia de Winnett deja en el aire otra pregunta: ¿Seguirá el dueño del Post, Jeff Bezos, fundador de Amazon y uno de los hombres más ricos del planeta, manteniendo a Lewis en su puesto de editor en vista de esas revelaciones? En un mensaje a los directivos del periódico que destapó el Watergate, escándalo que desembocó en la renuncia de Richard Nixon como presidente de Estados Unidos, Bezos les dijo el martes que “los estándares periodísticos del diario no cambiarán”. Era un texto escueto, lleno de palabras vacías, pero de su lectura cupo interpretar que Bezos mantiene su confianza en Lewis y en que sabrá sacar al diario que compró en 2013 del agujero: el año pasado, el Post registró 77 millones de dólares de pérdidas.