Celos, sospechas y lágrimas
Que el último escándalo del arbitraje llegara en medio de una restructuración del cuerpo referil fue un coletazo impensado del esfuerzo realizado por incorporar mujeres a la actividad
El arbitraje chileno vivió una nueva y profunda crisis tras la acusación de dos juezas sobre preferencias en las designaciones por razones sentimentales. Una denuncia que no pudo ser probada, pero que reabrió viejas heridas en el gremio.
Cindy Nahuelcoy cambió para siempre la historia del fútbol chileno. A partir de 2018 fue la primera mujer en dirigir como jueza de línea en el profesionalismo, y luego en la división de honor y en la Copa Libertadores. Con categoría FIFA, oriunda del popular barrio de Pudahuel y de ancestros mapuche, escaló rápidamente en un medio que requería refrescar añosas estructuras y un reconocido machismo en sus decisiones.
Todo cambió este año para Nahuelcoy, cuando junto a su colega Loreto Toloza –también asistente de la primera división– recurrieron a la Comisión de Árbitros en protesta contra Julio Bascuñán, uno de los encargados de evaluar y designar a sus pares. La acusación era que favorecía y privilegiaba a Leslie Vásquez, otra juez de línea, por mantener ambos una relación sentimental. Por la gravedad del hecho, la investigación se mantuvo en reserva hasta que el Oficial de Cumplimiento dictaminó que no había pruebas suficientes para una sanción.
El oficial Miguel Angel Valdés –una suerte de garante de los procedimientos referiles– determinó que no hubo injerencia, intervención indebida ni abuso de autoridad en el accionar de Bascuñán. Dolidas por el fallo, Nahuelcoy y Toloza optaron por un procedimiento más radical: enviaron un correo masivo a más de 450 destinatarios, donde detallaban los viajes, designaciones y privilegios fruto de la “relación íntima” de los dos involucrados. Y motejaban a Bascuñán como El señor de la noche.
La relación de hechos indicaba que “Bascuñán y Vásquez buscaron coordinar sus designaciones de partidos, especialmente cuando tenían que dirigir fuera de Santiago, debido a su relación sentimental. Como resultado, ambos coincidieron en varios encuentros, incluyendo cuatro partidos del Campeonato Nacional y uno de la Copa Chile en 2022, además de dos partidos en la Copa Sudamericana en 2023″.
Roberto Tobar, exjuez FIFA y actual presidente de la Comisión de Árbitros, recibió un llamado telefónico de ambas juezas advirtiéndolo del mail, ante lo cual les recomendó cautela y actuar sobre acusaciones probadas, lo que no aconteció. El correo cayó como una bomba en el medio y desató un nuevo escándalo en un gremio que ha vivido constantemente en rencillas y disputas, más aún tras la contratación del Juez de hierro, Javier Castrilli, quien debía modernizar la actividad y salió en medio de una trifulca generalizada que aún se mantiene en tribunales ordinarios de justicia.
Una vez conocida la carta, la Asociación Nacional de Fútbol (ANFP) reaccionó con celeridad nombrando a Juan Eduardo Vega para interponer una denuncia contra Nahuelcoy y Toloza. Las partes comparecieron juntas el pasado martes 13 en la sede del organismo, donde se vivió un nuevo e inédito episodio de esa trama particular. Entre lágrimas, se dijo, las dos involucradas ofrecieron disculpas a Bascuñán y a su colega Leslie Vásquez, quienes también testificaron.
De acuerdo a los antecedentes, en el período que comprendía la acusación Nahuelcoy tenía más designaciones y viajes que Vásquez, lo que echaba por tierra la teoría original. Pese a desestimar el caso, la Comisión de Ética podría aplicar sanciones graves. Los reglamentos estipulan que “las injurias u ofensas en contra de las autoridades nacionales o internacionales del fútbol o de toda persona sometida a la jurisdicción del Tribunal, de cualquier medio o forma que ellas fueran proferidas, serán sancionadas de dos a diez juegos de suspensión, o de un mes a un año de inhabilitación, según corresponda”.
En ese mismo articulado se especifican los agravantes, el peor escenario posible para las involucradas: “Cualquier acto que pudiese provocar el descrédito, menoscabo o que pudiere afectar la transparencia de la actividad futbolística en su conjunto o de los personeros que la representan será sancionada de cuatro a 50 juegos de suspensión o de un mes a tres años de inhabilitación, según corresponda”.
Ante la gravedad de la situación, Nahuelcoy y Toloza dieron un nuevo giro en su testimonio, esta vez inculpando directamente a Roberto Tobar de haberlas instigado para presentar la denuncia. “Julio Bascuñán quiere hacerme la cama [quedarse con el puesto] y, si eso pasa, ustedes cagarían [se verían perjudicadas] en las nominaciones”, dijeron ante el tribunal. Tobar también les habría señalado que “cada vez que Bascuñán hace designaciones internacionales, aprovecha para participar en fiestas desenfrenadas”.
Las odiosidades entre los árbitros chilenos son reconocidas e históricas. Más aún en lo referente a designaciones. Pero que este escándalo llegara en medio de una restructuración del cuerpo referil fue un coletazo impensado del esfuerzo realizado por incorporar mujeres a la actividad y que hoy obliga a sopesar si aplicar las máximas sanciones o considerar la condición histórica de las hoy acusadas. Dos de las involucradas, Toloza y Vásquez, debían, además, viajar al Mundial Femenino de Oceanía. Una decisión nada fácil que deberán tomar, otra vez, sólo jueces varones.
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