Alberto van Klaveren: “La situación económica en América Latina sigue acusando los efectos de la pandemia”
El ministro de Relaciones Exteriores chileno, de centroizquierda, analiza la región y explica la política internacional del Gobierno de Boric. La Unión de Naciones Suramericanas, dice, “debería acoger la diversidad de Sudamérica”
El ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de Boric, Alberto van Klaveren (Ámsterdam, 74 años), lleva tres meses en el cargo, pero la Cancillería chilena la conoce larga y profundamente por los diversas responsabilidades que ha tenido desde el retorno a la democracia. Hijo de padres judíos que sobrevivieron a la persecución nazi en la Segunda Guerra Mundial, llegó a Chile a los dos años y en este país ha sido embajador, subsecretario de Relaciones Exteriores –el segundo a bordo de la cartera– y, durante el caso Pinochet a fines de los años noventa (cuando al dictador lo detuvieron en Londres), trabajó como abogado del Estado chileno en el Reino Unido. Con una larga carrera académica –ha sido profesor en el Instituto Universitario Ortega y Gasset y como director adjunto del Instituto de Relaciones Europeo-Latinoamericanas (IRELA), ambos en Madrid–, lidera la política internacional de un Gobierno de izquierda liderada por un presidente de una nueva generación. Van Klaveren, que fue parte de los cuadros de la centroizquierda que lideraron la transición, recibe a EL PAIS antes de viajar a Nueva York a participar en la Asamblea General de la OEA. Lo hace en su oficina donde se tiene una vista privilegiada al centro de Santiago y sobre todo al Palacio de La Moneda.
Pregunta. ¿Con qué preocupaciones llegará Chile ante Naciones Unidas esta semana?
Respuesta. Mi participación en Naciones Unidas esta semana se centra en la adopción del Tratado para la Conservación de la Biodiversidad más allá de las áreas de Jurisdicción Nacional (BBNJ por sus siglas en inglés), el que contribuirá a fortalecer la gobernanza internacional de alta mar, a través de la regulación y protección de la biodiversidad marina en áreas y espacios que están fuera de las jurisdicciones nacionales. Además, anunciaremos la candidatura de Valparaíso como sede de la secretaría de la nueva Convención, proyectando nuestra vocación oceánica.
P. ¿Cómo ve a América Latina?
R. La veo como una región muy diversa, con situaciones políticas y económicas muy diferentes de país en país. Una región en que la situación económica sigue acusando los efectos de la pandemia, con una recuperación muy reducida y, por otra parte, con problemas políticos significativos en distintos países. Para nosotros es prioritaria la relación con América Latina y, en especial, con América del Sur.
P. Lula da Silva volvió al Gobierno de Brasil con el interés de reflotar Unasur. ¿Cuál es la posición de Chile?
R. En este momento, Unasur es una agrupación que reúne a siete de los 12 países de Sudamérica. Chile está entre los cinco que no forman parte. Unasur está en proceso de reconstrucción: los países comprometidos y miembros actuales han planteado la necesidad de revivirlo, pero con otras estructuras, reglas de funcionamiento y prioridades. Chile ese proceso lo ve con mucho interés. Entendiendo que no somos parte integral de ese proceso, es un proceso que nos interesa y puede significar, hacia el futuro, una revisión de nuestra posición frente a Unasur.
P. Es decir, ¿Chile podría volver a Unasur?
R. Nosotros no lo descartamos, aunque no en su forma actual. Pero, obviamente, Unasur es un proceso en desarrollo. Queremos ver el resultado de ese proceso de revisión que esperamos que se inicie y, en función de ese resultado, analizar la opción de reincorporarnos.
P. ¿Qué tendría que cambiar?
R. Unasur se asoció mucho a ciclos políticos existentes en América del Sur. Justamente, nuestra intención es que exista una institución que supere esos ciclos políticos y que de alguna manera acoja la diversidad existente en Sudamérica. En segundo lugar, la institucionalidad de Unasur está muy orientada hacia el consenso, lo que se entiende, pero el consenso puede obstruir algunas decisiones, como efectivamente sucedió. Y en tercer lugar, están las prioridades: ¿dónde debe ponerse el acento? Por ejemplo, Unasur desde su inicio descartó incluir cualquier medida de integración económica en el sentido tradicional. Y, en cambio, Unasur puso el acento en temas políticos y en algunos casos, con cierta connotación ideológica.
P. ¿No le importa a Chile compartir este espacio con países que no respetan los derechos humanos como Venezuela?
R. Eso depende de si existe o no una cláusula democrática, pero hay que considerar que nosotros participamos en muchos organizaciones internacionales en conjunto con países con los que tenemos regímenes totalmente distintos.
P. No sería un problema para Chile, entonces.
R. Habría que superar esa limitación.
P. Chile está normalizando relaciones con Venezuela y, tras cinco años, ha nombrado embajador. ¿Por qué ahora?
R. Está la necesidad de abordar temas específicos, como el migratorio o algunos de carácter económico. Y en segundo lugar, hay que tomar en cuenta que tener relaciones con un país no significa algún juicio específico respecto del régimen o de algunas políticas que adopta ese país. Es un caso de realismo.
P. “Los países tienen una capacidad limitada de absorción de inmigración y en Chile está agotada”, dijo al asumir en une entrevista con EFE. ¿No puede Chile recibir más migración?
R. Toda sociedad tiene limitaciones en materia de acogida de migrantes. Históricamente Chile no las tenía, era un país muy abierto a la migración. En los ochenta y noventa recibimos flujos muy importantes, de migración peruana, por ejemplo. Y esos migrantes se fueron incorporando a nuestra sociedad, no generaron ninguna tensión y no se produjeron brotes xenofóbicos. Pero esa capacidad de acogida está tensionada.
P. Ha dedicado esfuerzo en estos meses en lograr que los problemas relacionados con la migración -sobre todo la venezolana– sean abordados en Sudamérica desde una perspectiva multilateral.
R. El tema migratorio ha requerido mucha atención. Siempre digo que requiere de un triple enfoque: por una parte a nivel interno, un enfoque bilateral –el manejo de fronteras, que con Perú hemos avanzado bastante– y una mirada regional. Hemos desarrollado esfuerzos en ese sentido y destaco el proceso de Quito, que se refiere específicamente al flujo de migrantes de Venezuela, como la Conferencia Sudamericana de Migraciones.
P. ¿Cuál es la disposición de las autoridades venezolanas?
R. En principio ha sido positiva y, en el caso chileno, después de mucho tiempo logramos que por lo menos pudiese llegar a Chile un avión venezolano como parte del Plan Vuelta a la Patria para trasladar una cantidad significativa de venezolanos de vuelta a su país, obviamente todo sobre la base de una decisión voluntaria. Esperamos a que haya más vuelos, aunque hasta ahora no se han concretado. Encontramos un buen ambiente con Venezuela, en esa materia.
P. El Gobierno chileno acaba de anunciar hace algunas semanas su Política Nacional del Litio. ¿Cómo se aborda esta estrategia desde la Cancillería?
R. Hay tres elementos que hay que destacar: el respeto a los acuerdos que ya existen –sobre todos los contratos de arriendos con dos grandes operadores–, la posibilidad de explotar nuevos yacimientos y hacerla desde una modalidad público-privada y el interés de Chile de subir su escala de valor en sus exportaciones de litio. Es decir, no exportar el litio en su forma actual.
P. Para lograr vender el litio a buen precio, ¿no sería adecuada negociar junto a Argentina y Bolivia, como lo haces los países árabes con el petróleo?
R. Se excluyó la posibilidad de formar un cartel de productores del litio, porque se considera que el mercado de este producto tiene características muy distintas. Es una opción que se planteó, pero fue descartada. Los tres países del llamado triángulo del litio tenemos políticas bastante diversas en la explotación y comercialización de este producto.
P. Chile es el único país latinoamericano con sistema Waiver, para visas de ingreso a Estados Unidos, pero el Partido Republicano presiona a la Casa Blanca para que retire a nuestro país de la lista. ¿Con qué nivel de preocupación observa la Cancillería este asunto?
R. Esperamos que este tema no se politice, ya que es un elemento importante de la relación bilateral entre ambos países. Nos encontramos trabajado intensamente en este tema y hemos colaborado activamente con las autoridades estadounidenses para mejorar los procedimientos de cooperación entre las policías de Chile y Estados Unidos, y así evitar que algunos pocos delincuentes se aprovechen de este beneficio. Hemos fortalecido sustancialmente la cooperación y el intercambio policial en este ámbito.
P. En Chile hoy hay una gran polémica porque nuestro país declinó la invitación de Alemania para ser invitado de honor a la feria del libro de Frankfurt, la más importante del mundo. ¿En qué medida esta decisión pasó también por Cancillería?
R. La política cultural de Chile es materia del Ministerio de las Culturas, cartera que sobre esta decisión informó que se trata de un lineamiento de austeridad para priorizar los recursos de ecosistema de lectura en Chile. No es nuestro rol intervenir en la definición de la política cultural de Chile y sus mecanismos.
P. La decisión de no estar en Frankfurt como invitado de honor en 2025, que se busca revertir sin muchas opciones, ¿en qué medida impacta la imagen del país?
R. Nuestra imagen internacional depende de múltiples factores.
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