Quién lo iba a pensar

Mi yo de hace 20 años no se creería verse, por fin, representado en películas, canciones, arte...

Fotograma de 'The Farewell'.

Salíamos del Renoir de ver The Farewell, de la directora Lulu Wang. Habla de Billi, una mujer asiática-américana que regresa a su país natal tras enterarse de que su abuela padece un cáncer terminal. “¿Quién iba a pensar que saldría una película que tratase sobre la comunidad china con tanto respeto?”, comentó I. Tenía razón. Mi yo de hace 20 años no se creería esto, ni que habría una comedia romántica llamada Crazy Rich Asians, protagonizada y dirigida por asiáticos del este que ha sido un éxito en Estados Unidos. Otro ejemplo sería el de 88 Rising, una compañía y un sello d...

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Salíamos del Renoir de ver The Farewell, de la directora Lulu Wang. Habla de Billi, una mujer asiática-américana que regresa a su país natal tras enterarse de que su abuela padece un cáncer terminal. “¿Quién iba a pensar que saldría una película que tratase sobre la comunidad china con tanto respeto?”, comentó I. Tenía razón. Mi yo de hace 20 años no se creería esto, ni que habría una comedia romántica llamada Crazy Rich Asians, protagonizada y dirigida por asiáticos del este que ha sido un éxito en Estados Unidos. Otro ejemplo sería el de 88 Rising, una compañía y un sello discográfico que editan principalmente a artistas asiáticos respondiendo a la falta de representación de artistas dentro de la industria musical estadounidense.

Pero sin ir más lejos, Madrid ha sido el escenario para muchas personas racializadas y/o migrantes asiáticas que sintieron la misma frustración de no verse reflejadas, exorcizando esa frustración reapropiándose de aquellas cámaras, libros o canciones que les excluían o les demonizaban, como son los casos de los documentales Chiñoles y Bananas, de Susana Ye; Crecer en 'un chino', de Paloma Chen, y Chino capuchino, de Ita Tsai. Estos tres documentales intentan reflejar, a partir de testimonios de diversas voces dentro de la comunidad, nuestra realidad creciendo en España. O Quan Zhou, ilustradora y artista que conocí al hilo del documental de Susana Ye y que en sus viñetas cuenta sus experiencias vitales desde el humor, en sus libros Andaluchinas por el mundo y Gazpacho Agridulce. Y directores, dramaturgos y artistas de performances como Minke Wang, conocido por su obra Un idioma propio, o Xirou Xiao, creadora y directora de Cangrejo Pro. O Liwai, que junto a Yue creo una plataforma de acciones interculturales impulsadas por jóvenes profesionales de origen chino en Madrid.

No nos olvidemos tampoco de aquellos que estuvieron antes de nosotros, como Ambrosio Wang An-Po, que en el año 1970 escribió el tratado El cercado, y Berna Wang, artista y escritora de libros como La mirada oblicua.

Aún así, uno de mis primeros referentes asiáticos del este fue Luis Tseng, cantante y bajista de Los Piston, banda española de pop. Le conocí por casualidad en un bar, mientras el dueño, amigo de la familia, hacía zapping y apareció en Antena 3 con un joven Matías Prats en el informativo. Recuerdo cómo me sorprendió ver a un cuerpo racializado “ser” sin ser “representado por” ni desde la caricatura, ni con intención de querer demonizar. Su canción El móvil fue la banda sonora de ese año para mí. Me acuerdo de que siempre que aparecía su videoclip en los canales musicales del Quiero TV de casa lo grababa otra vez por si perdía la copia anterior. ¿Quién se imaginaría todos estos referentes? Quién lo iba a pensar.

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