Cinco días secuestrado en un montacargas

Dos secuestradores chinos mantuvieron retenido a un compatriota hasta que un familiar pagó el rescate desde China

Madrid -
El montacargas en el que estuvo secuestrado el ciudadano chino, en febrero

El ciudadano chino llegó al aeropuerto de Barajas un día de mucho frío. Su vuelo procedía de Copenhague. Era 6 de febrero, miércoles. En la terminal le esperaba una vieja amiga que había prometido hospedarlo en casa unos días. Ella lo recogió y lo llevó en coche hasta un polígono industrial en Serranillos del Valle, un pueblo cerca de la provincia de Toledo. Allí le esperaban dos hombres que no lo recibieron como un visitante se merece: le quitaron lo que llevaba encima y lo introdujeron en un montacargas. Eso sí, colocaron en el interior un colchón para hacer un poco más cómodo el pequeño hab...

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El ciudadano chino llegó al aeropuerto de Barajas un día de mucho frío. Su vuelo procedía de Copenhague. Era 6 de febrero, miércoles. En la terminal le esperaba una vieja amiga que había prometido hospedarlo en casa unos días. Ella lo recogió y lo llevó en coche hasta un polígono industrial en Serranillos del Valle, un pueblo cerca de la provincia de Toledo. Allí le esperaban dos hombres que no lo recibieron como un visitante se merece: le quitaron lo que llevaba encima y lo introdujeron en un montacargas. Eso sí, colocaron en el interior un colchón para hacer un poco más cómodo el pequeño habitáculo en el que permanecería los siguientes cinco días.   

Recobrar la libertad le costaría 8.000 euros, según informó este miércoles la Policía Nacional, que ha detenido a uno de los secuestradores y a la amiga ocho meses después. Los tipos le pidieron el teléfono de sus familiares y se negó. Le amenazaron entonces con cortarle los dedos de las manos, un método mafioso antiguo. Le dieron patadas y puñetazos en el espacio del elevador. Hasta que cedió y dijo cómo podían localizarlos. 

Para que los familiares se lo creyeran grabaron varios vídeos del hombre encerrado en el montacargas. Pasó cinco días y cinco noches ahí dentro, acompañado por uno de los secuestradores, que se encargaba de llevarlo al baño o darle de comer. Por fin, un familiar ingresó los 8.000 euros en una cuenta bancaria en China. Para liberarlo, los secuestradores exigieron que redactara un papel en el que aseguraba que había permanecido allí de manera voluntaria y que había ido hasta Madrid para pagarle una deuda a su amiga, la que lo había recogido en el aeropuerto. 

Lo hizo, y lo sacaron del polígono con el rostro cubierto con un pasamontañas. Lo dejaron en mitad de Cobo Calleja, en Fuenlabrada, un polígono industrial lleno de comercios mayoristas chinos. De aquí parte la mayoría de las mercancías procedentes de China que se distribuyen a toda España. El hombre cogió un vuelo al día siguiente a Las Palmas de Gran Canaria, donde denunció la odisea que había vivido en la última semana. Ocho meses después, el 11 de octubre, la policía detuvo a uno de los hombres que lo mantuvo cautivo y a la mujer que le engañó con el hospedaje. 

Un colchón que metieron dentro del montacargas, donde permaneció retenido el secuestrado.

El secuestro es un delito muy poco común en Madrid. El año pasado apenas hubo 12 en toda la región. La mayoría, según explica un policía, tiene que ver con el cobro de deudas entre mafias, especialmente en el mundo de la droga. Es poco común que las víctimas lo denuncien. En ocasiones, la policía ha tomado la iniciativa para esclarecer estas historias difíciles de investigar.

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