Ocho y medio

La librería para los amantes del cine

RAÚL CANCIO

Hubo una época en que tipos como Federico Fellini gritaban acción y se abrían las aguas del mar Rojo. Con la varilla de sus mágicos poderes, se sacaban de la manga de su imaginación sin cotos a la fantasía, la inocencia y las perversiones, algún planteamiento, cualquier plano con la cámara sutilmente posicionada, diálogos, situaciones… Daban vida a una fauna extravagante que se defendía a medio camino entre lo circense y el ensueño. Nos sorprendían con lo necesario para retratar una realidad de la que uno, aunque se sintiera preso, podía salir huyendo gracias a sus ocurrencias. Su mundo subyug...

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Hubo una época en que tipos como Federico Fellini gritaban acción y se abrían las aguas del mar Rojo. Con la varilla de sus mágicos poderes, se sacaban de la manga de su imaginación sin cotos a la fantasía, la inocencia y las perversiones, algún planteamiento, cualquier plano con la cámara sutilmente posicionada, diálogos, situaciones… Daban vida a una fauna extravagante que se defendía a medio camino entre lo circense y el ensueño. Nos sorprendían con lo necesario para retratar una realidad de la que uno, aunque se sintiera preso, podía salir huyendo gracias a sus ocurrencias. Su mundo subyugaba y dejaba atónito entre una calórica sensualidad de talla grande y su ternura de solidaridades mediterráneas. Mientras Hollywood nos seducía con su maravillosa fábrica de sueños, figuras como Fellini construían su alternativa y complementaria imaginería europea. Por tanto, esta imagen mesiánica, con la virgen a sus pies, resulta adecuada a su leyenda y luce con todo merecimiento en el pequeño templo de referencia que el cineasta y todos los de su condición tienen en Madrid: la librería Ocho y Medio. Sobrevive gracias a la guía y el sacrificio de la gran María Sylverio, con una extrema lealtad al sueño que ella pergeñó hace ya más tres décadas junto a su marido, Jesús Robles. Ambos lograron formar con libros de cine a varias generaciones de adictos. Enriquecer con todo el saber posible sobre el séptimo arte a batallones de curiosos y a todo un sector que, sin duda, ha aprendido entre sus estantes y sus mesas de café, una parte nada desdeñable del oficio.

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