La Tàpies, una fundación en transición

El director Carles Guerra explica, en la presentación de la próxima temporada, que el centro “ha de cambiar su escala económica y su funcionamiento” para encarar el futuro

La sala principal de la Tàpies, con la moqueta colocada tras la inundación de septiembre por la lluvia. J. Á. M.

En junio de 1990 la Fundación Tàpies abrió sus puertas en la céntrica calle Aragón en un edificio del siglo XIX creado por Lluís Domènech y Montaner en un momento en el que Barcelona estaba creando sus equipamientos culturales. Casi tres décadas después, el ecosistema ha cambiado y la Tàpies necesita resituarse y encontrar su lugar; algo en lo que sus responsables, con su director Carles Guerra a la cabeza, están trabajando de cara a 2020 y, sobre todo, el 2023, año en el que se celebrará el c...

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En junio de 1990 la Fundación Tàpies abrió sus puertas en la céntrica calle Aragón en un edificio del siglo XIX creado por Lluís Domènech y Montaner en un momento en el que Barcelona estaba creando sus equipamientos culturales. Casi tres décadas después, el ecosistema ha cambiado y la Tàpies necesita resituarse y encontrar su lugar; algo en lo que sus responsables, con su director Carles Guerra a la cabeza, están trabajando de cara a 2020 y, sobre todo, el 2023, año en el que se celebrará el centenario del nacimiento del pintor de la materia, todo con la idea de resituar y encarar el futuro de la mejor forma: “La fundación ha de cambiar su escala económica y su funcionamiento”. Lo explica Guerra en una sala con las paredes forradas de carteles de las exposiciones organizadas en la fundación desde los años 90. “La relación entre la colección de la Fundación y las presentaciones puntuales de proyectos de otros artistas está en el ADN de este centro. Esta es la fórmula”, explica Guerra, que insiste en que hay que concentrar esfuerzos: “reducir el número de exposiciones ya que no tenemos un nivel tan elevado de visitantes para estar cambiando exposiciones, algo costoso económicamente, a nivel de trabajo y muy estresante”.

Guerra es optimista pese al año que acaban de pasar en el que han sufrido incidencias importantes. “La fundación ha estado cerrada dos meses y medio. Del 10 de julio al 15 de agosto por un problema en el sistema de la climatización de las salas. Y desde comienzos de septiembre hasta mitad de octubre, después de que las intensas lluvias que cayeron en Barcelona, de más de 100 litros por metro cuadrado, inundaran la sala principal y afectara el pavimento de madera obligando a colocar moqueta. Un suelo que no se arreglará hasta 2020”, explica Guerra. Eso ha hecho que el cierre del año haya terminado con unas 50.000 visitas “cuando podríamos haber llegado a las 80.000”. Unas cifras “sin maquillaje, de los que el 80% son turistas y el resto locales”, se lamentaba. Con todo, el responsable del centro asegura que “el año se ha cerrado de forma equilibrada, sin pérdidas”.

Carles Guerra, director de la Fundación Tàpies, ayer.Fundación Tàpies

La Tàpies, explicó Guerra, cuenta para este 2019 con la misma aportación económica del año anterior: alrededor de dos millones de euros, de los cuales 1,1 millones son aportaciones de las administraciones y 186.000 euros de la familia. El resto recursos propios. “Como más del 50% es financiación pública tenemos que hacer un esfuerzo por retornar a la sociedad ese dinero con nuestra programación y trabajo”.

Guerra explicó también que está trabajando en un plan director que presentará al patronato de la fundación en junio y en el que será fundamental la búsqueda de más recursos propios. “Porque pese a estar en el río de la abundancia, que es Paseo de Gràcia la situación no es la ideal”, remacha Guerra.

Para este año la fundación apuesta por recuperar “obras mayores” de Tàpies a través de la serie Certezas sentidas que el pintor realizó en 1991; mostrará la faceta teatral del artista y proyectará la película-performance de Albert Serra, Roi Soleil, además del proyecto expositivo de la escritora y realizadora Ariella Azoulay, “la Susan Sontag de nuestra época”, según Guerra y la película de la artista y cineasta británica Hannah Collins, sobre los proyectos utópicos del arquitecto egipcio Hassan Fathy.

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El MWC obliga a cerrar antes

El director Carles Guerra aseguró ayer que la situación económica de la Fundación Tàpies no es preocupante, pero citó un ejemplo que denota el frágil panorama que vive este centro: la exposición Biografía Política que cuenta con un 50% de obras propias y el resto de fuera, estaba previsto cerrarla el 24 de febrero pero lo hará una semana antes. El motivo es tan ajeno como que en esta fecha se celebra el MWC, el congreso de móviles. "Algo que hace que el precio de los hoteles se multiplique y no podamos pagar el alojamiento de los correos que vendrán a recoger las obras".

Barcelona ha presumido siempre de contar con museos monográficos de artistas como Tàpies, Miró, Picasso o Dalí (en Figueres). A la vista está, tras saberse el lunes que la Miró quiere despedir a siete personas —el 10% de su plantilla—, que algo no se está haciendo bien y que las administraciones no apuestan lo suficiente por estos centros que han dado a la ciudad y a Cataluña un prestigio y un sello de identidad con respecto a otras ciudades y otros destinos.

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