“Triunfo porque no pienso solo en las marcas”

María Vicente es, a los 17 años, campeona mundial y europea con récord mundial Sub-18 de heptatlón

María Vicente posa, en el CAR de Sant Cugat, con las últimas medallas que ha conseguido. JUAN BARBOSA

María Vicente estudia, compite, baila, un día en Nairobi, otro en Gyor (Hungría), en Berlín, en Antequera o en Sabadell y más a menudo en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, donde pule un talento que deslumbra y la prefigura como una joya del atletismo español. Le gusta lo que hace, incluso cuando las tareas y solicitudes se le acumulan. Posa con soltura. Ha saltado a la fama a la misma velocidad con que se ha colmado de honores sin precedentes en una atleta tan joven. Campeona mundial y europea con récord mundial Sub-18 de heptatlón, además de medalla de oro en el Europeo Sub-18 en t...

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María Vicente estudia, compite, baila, un día en Nairobi, otro en Gyor (Hungría), en Berlín, en Antequera o en Sabadell y más a menudo en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, donde pule un talento que deslumbra y la prefigura como una joya del atletismo español. Le gusta lo que hace, incluso cuando las tareas y solicitudes se le acumulan. Posa con soltura. Ha saltado a la fama a la misma velocidad con que se ha colmado de honores sin precedentes en una atleta tan joven. Campeona mundial y europea con récord mundial Sub-18 de heptatlón, además de medalla de oro en el Europeo Sub-18 en triple salto, con el añadido de la marca mínima que le permitió competir en el Europeo absoluto en Berlín.

“Ha sido inesperado completamente. Yo me entrenaba para hacerlo lo mejor posible y luchar por las medallas en el Campeonato de Europa y para clasificarme para Buenos Aires en el triple salto (Juegos Olímpicos de la Juventud, en octubre)”, cuenta María Vicente en el CAR de Sant Cugat. Allí es donde vive. Una cuestión pragmática. Su casa, en L’Hospitalet de Llobregat, le queda a una hora y media en transporte público. “Como empiezo el cole a las 8.20 debería leventarme prontísimo. Y por las tardes me entreno desde las siete y media hasta las nueve. Mejor hacerlo todo aquí donde dispongo de todas las facilidades para compaginar el deporte y los estudios. Ahora empezaré segundo de bachillerato”.

“Estar en los Juegos de Tokio 2020 sería como un regalo. Iría a disfrutar”

Desenvuelta e inquieta, probó varios deportes de pequeña. El atletismo no era el que más le gustaba. Hasta que un día, cuando tenía 10 años, su madre María José, empeñada en que tenía cuerpo de atleta, la embaucó y en lugar de llevarla al cine la metió en las pistas de L’Hospitalet. Esa vez sí le enganchó. Volvió. No se quedaba con una prueba determinada. “No me imagino entrenándome solo para una. Para mí sería repetitivo y monótono. Creo que me cansaría un poco. Siempre me ha gustado la variedad. Me gustan las combinadas y voy a seguir en ellas. También el triple salto, pero no dedicarme solo a eso”. Su récord mundial en heptatlón, con 6.221 puntos, supuso que corrió los 100 metros en 13.25 segundos, los 200 en 23.78, y los 800 en 2:23.29 minutos; saltó 1,72 en altura y 6,37 en longitud; y lanzó el peso a 13,77 metros y la jabalina a 43,28 metros.

Una década después

Nombre y edad: María Vicente. L'Hospitalet. 17 años.

Si no fuera lo que es le hubiera gustado ser... "Otro deporte, no sé cuál".

Se va de vacaciones: "He ido a Mallorca, iré Bruselas y a mi pueblo, Huélamo (Cuenca)".

Dentro de 10 años trabajará en... "Haciendo prácticas de la carrera que haya cursado. Y el atletismo, no deja de ser mi trabajo".

“¡María, enhorabuena!”, le sueltan por la calle. Los titulares laudatorios se suceden. “Esa presión... Bueno. Es algo que está ahí. Es gracias a mis resultados y a lo que estoy haciendo. Y como a mí me gusta, yo quiero seguir entrenándome y luchando para que esto siga por mucho tiempo. Lo tengo todo pautado, me despierto, estudio, me entreno.. No dispongo de mucho tiempo. Pero, me gusta mucho competir, viajar. Me apunto a todo”.

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No se obsesiona con las marcas. “Voy a la competición con la mentalidad de hacerlo lo mejor que pueda. Creo que eso es lo que me hace conseguir esas marcas. No voy enfocada pensando solo en eso. Si voy con intención de hacer el récord del mundo y en la primera prueba ya estoy por debajo de lo que debería...”. Se motiva con frases como la que colgó en su Instagram. “Cada lesión es una lección, y cada lección te hace más fuerte”. “Son frases que me dice mi entrenador”, explica. “Me he roto tres veces los isquios. En el momento, te derrumbas. Sobre todo la primera vez porque no lo había vivido nunca. Pero la segunda y la tercera ya he visto que podía volver a la forma que tenía. De todo se sale, con paciencia, poco a poco, y a empezar otra vez”.

No ha olvidado una de sus pasiones, la danza. “Ya no hago clásico, solo contemporáneo”, dice. “Puedo ir una hora los viernes por la tarde cuando salgo de clase. Dejé el clásico porque con las puntas me destrozaba los pies. El contemporáneo no me perjudica para el atletismo. Lo hago en una escuela y estamos formando una compañía”. Menciona como referentes deportivos a Jorge Ureña, plusmarquista español en heptatlón, y al estadounidense Ashton Eaton, récord mundial de decatlón. “Es lo máximo a lo que podemos aspirar los que nos dedicamos a esto”, argumenta. Fuera de la pista, su modelo es su madre, María José. “Desde pequeña me ha inculcado muchos valores. Sí, nos peleamos a veces, pero me gusta como es”. Profesora de Física y Química en un instituto de L'Hospitalet, María José, mientras su hija practicaba y practicaba, aprovechó el tiempo para convertirse en entrenadora y en juez de atletismo.

“No tengo tiempo, pero me gusta mucho competir, viajar. Me apunto a todo”

El objetivo próximo de María: los Juegos de la Juventud en octubre. Al fondo, los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020. “Poco a poco y ya vamos viendo. Para mí, estar en Tokio sería como un regalo, para disfrutar. Y más allá del atletismo: “Algo relacionado con la fisioterapia o con la investigación. Me gusta trabajar en el laboratorio”. Tartán y laboratorio.

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