Opinión

La Rambla, corazón de Barcelona

Todo lo que favorezca el caminar ayudará a devolverle al paseo su origen de lugar de encuentro y de esparcimiento

Viandantes paseando por el mosaico de Joan Miró en La Rambla (Barcelona).

La Rambla, un año después del terrible y mortal ataque, sigue siendo La Rambla, corazón de Barcelona. Los terroristas mataron, hirieron y rompieron el futuro de víctimas y familiares, pero no lograron acabar con la vitalidad del paseo más demostradamente universal de nuestra geografía. La respuesta de vecinos, trabajadores y comerciantes en un primer momento fue de una humanidad y generosidad ejemplares. Pero debe también ser destacada la respuesta de la ciudadanía cuando, dos días después, las fuerzas de seguridad abrieron al público la zona atacada.

Siempre decimos que La Rambla antic...

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La Rambla, un año después del terrible y mortal ataque, sigue siendo La Rambla, corazón de Barcelona. Los terroristas mataron, hirieron y rompieron el futuro de víctimas y familiares, pero no lograron acabar con la vitalidad del paseo más demostradamente universal de nuestra geografía. La respuesta de vecinos, trabajadores y comerciantes en un primer momento fue de una humanidad y generosidad ejemplares. Pero debe también ser destacada la respuesta de la ciudadanía cuando, dos días después, las fuerzas de seguridad abrieron al público la zona atacada.

Siempre decimos que La Rambla anticipa lo que acabará sucediendo en Barcelona. Esos días, miles de personas, tanto de Barcelona como de localidades cercanas, llenaron el paseo que no debería terminar jamás. Gentes que hacía meses, quizá años, que no “rambleaban” por ser el lugar más turístico de la ciudad, quisieron demostrar que cuando hay un motivo que lo justifica, como sucede cada Sant Jordi, encuentran La Rambla en su corazón.

En este momento que Barcelona tiene ya un proyecto para una reforma de La Rambla —proyecto que llevamos demasiados años esperando— debemos recoger el mensaje de todas estas personas. La Rambla siempre será el sitio que todo el mundo quiere visitar; pero también debe ser el sitio en el que los barceloneses puedan pasear preguntándose adónde ir. Esto no se logrará simplemente con una reforma urbanística que, aunque urgente, no solucionará los problemas del día a día. Todo lo que favorezca el caminar —recuperar espacio público, eliminar obstáculos físicos o convertir zonas de aparcamiento en aceras más amplias— ayudará a devolverle a La Rambla su origen de lugar de encuentro y de esparcimiento.

Pero hace falta aún más valentía: hay unas concesiones municipales que han quedado fuera de regulación pero siguen ocupando la acera central; y otras concesiones que necesitan adaptarse a los cambios sociales, pero sin perder la razón de su existencia. En otro orden, los autobuses de Barcelona no pueden seguir usando este paseo como ruta de conexión del Eixample con el puerto, hipotecando así la prioridad peatonal, cuando hay otras alternativas.

Y, como reivindicamos continuamente desde Amics de la Rambla, lo más necesario es lo más sencillo: el cumplimiento de las normativas y leyes existentes. Siempre hemos apoyado que se le exija lo requerido tanto al visitante como a las actividades legales; más si con dicha exigencia se logra mejorar y variar la oferta existente, dignificando así La Rambla. Pero es, al mismo tiempo, inaceptable no hacer lo mismo con los comportamientos incívicos o las actividades ilegales.

Una de las enseñanzas del 17 de agosto fue que, más allá de residentes o turistas, todos somos ciudadanos. Y por ello, todos debemos respetar la convivencia. La Rambla ha demostrado históricamente ser lugar de oportunidad y de bienvenida, como hace más de 40 años que nos recuerda el mosaico de Joan Miró. Y, si somos capaces de mantener los equilibrios, así seguirá siendo.

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Fermín Villar Chavarria es presidente de Amics de la Rambla.

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