Heterodoxos e iconoclastas

La Zaranda abre la temporada del Romea con ‘Ahora todo es noche’, una metáfora de nuestro tiempo

Un momento de la obra de La Zaranda en el Teatre Romea.Gerardo Sanz

Nació hace cuarenta años como La Zaranda Teatro Inestable de Andalucía la Baja. Ahora se autodenomina Teatro Inestable de Ninguna Parte. Pero sigue sumido en una sólida inestabilidad, sin la cual perderían toda seña de identidad. Este grupo, en origen gaditano, regresa una vez más a Barcelona, donde cuentan con un nutrido séquito de seguidores, con su última creación escénica de título casi apocalíptico: Ahora todo es noche. Montaje con el que abrió ayer la temporada del Teatre Romea, uno de los templos escénicos de Barcelona, dirigido por Carles Canut, un grande del teatro catalán. E...

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Nació hace cuarenta años como La Zaranda Teatro Inestable de Andalucía la Baja. Ahora se autodenomina Teatro Inestable de Ninguna Parte. Pero sigue sumido en una sólida inestabilidad, sin la cual perderían toda seña de identidad. Este grupo, en origen gaditano, regresa una vez más a Barcelona, donde cuentan con un nutrido séquito de seguidores, con su última creación escénica de título casi apocalíptico: Ahora todo es noche. Montaje con el que abrió ayer la temporada del Teatre Romea, uno de los templos escénicos de Barcelona, dirigido por Carles Canut, un grande del teatro catalán. El director enmarca la presencia de La Zaranda en un proyecto que se ha planteado: traer cada año a una de las compañías supervivientes del teatro español independiente surgido en las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, entre las que aún están Joglars, Comediants, Fura dels Baus, entre las catalanas, y otras de diferentes zonas de España como Corsario y Atalaya. “Queremos hacerlo como homenaje a aquellos grupos históricos que son patrimonio de nuestra cultura y a los que hay que estar profundamente agradecidos”, señala Canut, quien ha programado la obra hasta el 15 de octubre.

Paco de la Zaranda, como se conoce al director de esta compañía, tiene claro que el teatro antes que nada es una ventana que da al interior. Al de uno mismo. “Una ventana a la que nos asomamos desde nuestro silencio y sentir más profundo”, dice al tiempo que no oculta que no le gusta nada que les llamen grupo de culto. Sólo nadan a contracorriente, al tiempo que sostienen su grupo heterodoxo e iconoclasta, pero fiel a sus muchos iconos escénicos. Su teatro, que según ellos emerge de sentimientos y no de otras consideraciones, cuenta con los textos del poeta Eusebio Calonge, autor de cabecera de la Zaranda y de algunos grupos rompedores y rupturistas que acuden a él en busca de una voz distinta, y con la interpretación del director Francisco Sánchez, Gaspar Campuzano y Enrique Bustos, los únicos que han permanecido inamovibles en estas cuatro décadas y sus catorce montajes.

Ahora, para celebrar la crisis de los cuarenta (se saben en una crisis endémica desde que nacieron como compañía), recurren a sus orígenes y a su propia historia con Ahora todo es noche, su primera coproducción con el Teatre Romea: “Pero no se trata de reproducir algo que ya hicimos, sino de realizarnos una autopsia de nosotros mismos y para ello no teníamos más remedio que matarnos y hurgar en lo más profundo”, dice el director quien tiene claro que llevan cuarenta años batallando en el mundo de la creación. “Pero Zaranda no nació para expresar lo que siente a través del teatro; es el teatro es que se expresa a través de nosotros, sólo somos el hilo conductor y en eso reside el milagro de la verdadera comunión”, añade. Y en esta ocasión se expresan, con un título profundamente desolador, para reflejar el momento por el que se pasa, a través de tres personajes desnortados, cuya mendicidad es una de las habituales metáforas de La Zaranda: “En esta ocasión podría ser una metáfora en lo artístico, en lo ideológico, el teatro sigue ocupando lugares casi marginales, seguimos siendo mendigos sin refugio, porque todos somos mendigos de algo, todos llevamos un mendigo dentro y a la hora de trabajar es fundamental llevar lo que se quiere expresar a términos metafísicos y trascendentales”, señalan Calonge y Sánchez, quienes tiñen sus espectáculos de un personal y finísimo humor que puede arrancar una sonrisa o una mueca de dolor.

Ídolos escénicos

Por su parte Calonge afirma que si algo ha aprendido es que es el público el que escribe lo que hacen sobre el escenario: “Un público que es el mismo, a pesar de que vamos a muchos países con circunstancias muy diferentes en cada uno de ellos”. Porque mientras la Zaranda aún es desconocida para el gran público en nuestro país, son tratados como verdaderos ídolos escénicos por medio mundo, donde reciben constantemente premios internacionales, aunque también son habitualmente galardonados en España donde en 2010 recibieron el Premio Nacional de Teatro del Ministerio de Cultura.

“Aquí está el universo de una compañía, sus heridas y cicatrices, su desarbolada imaginería, su desgarrada voz, sus personajes desahuciados”, apunta Sánchez

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