Pop / Austra

Una hechicera sutil

Los bailes oscuros pero esperanzados de Katie Stelmanis seducen a un entregado Teatro Barceló

Katie Stelmanis durante un concierto en marzo.Getty

¿Podemos ser optimistas partiendo de estéticas y presupuestos oscuros? Katie Stelmanis parece estar convencida de que sí. La voz y mente pensante de los canadienses Austra describe un mundo que, para qué entrar en detalles, tenemos hecho un asquito, y opta por permanecer en una penumbra enigmática durante su comparecencia en el Teatro Barceló. Pero el concierto de anoche, seguido con fervor desde la pista, era ante todo una sugerente incitación al baile: batería electrónica, dos teclados de envoltorios etéreos y una sacerdotisa intrigante, perturba...

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¿Podemos ser optimistas partiendo de estéticas y presupuestos oscuros? Katie Stelmanis parece estar convencida de que sí. La voz y mente pensante de los canadienses Austra describe un mundo que, para qué entrar en detalles, tenemos hecho un asquito, y opta por permanecer en una penumbra enigmática durante su comparecencia en el Teatro Barceló. Pero el concierto de anoche, seguido con fervor desde la pista, era ante todo una sugerente incitación al baile: batería electrónica, dos teclados de envoltorios etéreos y una sacerdotisa intrigante, perturbadora y de tesitura casi ilimitada en la posición central.

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Katie emerge con su vestido de rojo pasional para transmitir la idea de que su música pudiera ser perecedera, pero en ningún caso indiferente. Canta en un registro no muy alejado de Zola Jesus, o acaso como una Björk mesurada, pero su envidiable rango agudo permite deducir una educación de raíces clásicas. Y por todo ello el resultado es más sugerente que desbocado; no asistimos tanto a un frenesí como al embrujo de una hechicera sutil. Pero muy sobrada de poderes.

Las posibilidades de esta actualización del 'synth-pop' se multiplican en manos de nuestra diva misteriosa. El repertorio del recién estrenado 'Future politics', que sonó casi íntegro, abarca desde la píldora pegadiza ('Utopia') al sermón robótico y dolorido ('I'm a monster'), pasando por la hipnótica 'Gaia'. Pero los ánimos se desatan a partir de artefactos como 'Home', que nacieron balada pero se embalan hasta estimular los impulsos coreográficos del teclista Ryan Wonsiak, otro alborotador de movimientos ralentizados. La vida aboca al escepticismo, sin duda, pero títulos como 'I love you more than you love yourself' optan a bálsamo sanador para momentos aciagos.

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