El riesgo de meterse en jardines

La compañía Impromadrid estará en el Teatro Galileo hasta el domingo

Impromadrid en el ensayo general de su obra 'Jardines'Kike Para

¿Un cupcake es una magdalena hortera? ¿Cuántas pastillas tomas al día? ¿Es necesario otro disco de Miguel Bosé? ¿A qué tienes miedo? Los miembros de la compañía de improvisación Impromadrid fríen al público a preguntas. Luego entrevistan a uno de ellos en más profundidad, sobre temas como el amor, el trabajo, la ansiedad del mundo contemporáneo o los juegos de mesa, escuchando bien, tratando de hallar el hilo mágico que genera historias. Y sobre esas respuestas construyen sobre la marcha, improvisando, pequeñas piezas teatrales, entre hilarantes y descarnadas. Así transcurre el espectáculo Jardines. Entrevistas breves en jardines inesperados, que se puede ver en el Teatro Galileo (Galileo, 39) hasta el próximo domingo.

“Nos dimos cuenta de que muchas veces los espectáculos de improvisación son rápidos e ingeniosos, pero adolecen de falta de contenido”, dice Ignacio López, que ejerce de director. “Hemos querido ir un paso más allá, buscando narrar historias más trabajadas, meternos en los jardines que nos proponga el público”. A este ritmo más pausado colaboran las piezas musicales (de Astrud o Love of Lesbian a Raffaella Carrà o Juan Luis Guerra) pero siempre versionadas en un tono intimista, en la suave penumbra. Eso sí, el sempiterno riesgo de que las cosas salgan ...

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“Nos dimos cuenta de que muchas veces los espectáculos de improvisación son rápidos e ingeniosos, pero adolecen de falta de contenido”, dice Ignacio López, que ejerce de director. “Hemos querido ir un paso más allá, buscando narrar historias más trabajadas, meternos en los jardines que nos proponga el público”. A este ritmo más pausado colaboran las piezas musicales (de Astrud o Love of Lesbian a Raffaella Carrà o Juan Luis Guerra) pero siempre versionadas en un tono intimista, en la suave penumbra. Eso sí, el sempiterno riesgo de que las cosas salgan mal, propio de la improvisación, sigue presente, manteniendo al espectador siempre en vilo.

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Para ello han hecho una intensa labor de lectura y elaborado algo así como un armazón teórico. Por ejemplo, la avalancha de preguntas lanzadas al respetable está inspirada en el libro El sentido interrogativo (Alpha Decay) de Padgett Powell, una abrumadora novela experimental construida solo con preguntas. Las entrevistas también están inspiradas en Entrevistas breves con hombres repulsivos (Mondadori), de David Foster Wallace, así como eso de crear ambientes completos a partir de “detalles específicos”. Se ven guiños a las letanías de recuerdos de Georges Perec o a los personajes singulares de Jonathan Franzen. Pero, literatura aparte, se consigue aquí un espectáculo chispeante y líquido (la sociedad líquida de Zigmunt Bauman también es referencia) que, además de producir carcajadas, en muchas ocasiones ahonda también en las sombras del ciudadano contemporáneo. Una de cal y otra de arena.

En el escenario una bucólica escenografía ajardinada a la par que misteriosa, como sacada del Sueño de una noche de verano, y un vestuario que mezcla el jubón renacentista con los vaqueros y las botas contemporáneas (sucias). “Queríamos unir lo muy teatral y lo muy cotidiano, y movernos en entre esos polos”, dice López. Todo esto es también un paso adelante en la trayectoria de la compañía, acostumbrada a montajes mucho más sencillos, de escenografías y vestuarios escasos.

“Lo líquido también forma parte de nuestra historia personal”, dice López, “un día estamos dando un curso de impro a la Guardia Civil. Al día siguiente podemos estar improvisando en los Teatros del Canal. Al otro cambiándonos en un baño para actuar en un bar de pueblo”. Un momento, ¿cursos de impro a la Guardia Civil? “Sí, tratamos de diversificar, porque solo de las actuaciones es difícil vivir”, dice el director. Así tienen una escuela donde imparten cursos pero también son demandados por instituciones, bancos, grandes empresas de telecomunicaciones o asociaciones de personas con diversidad funcional. “Hay muchos colectivos interesados en aprender técnicas para salir airosos de imprevistos, para enfrentarse a situaciones azarosas”, concluye López.

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