comer y beber

El nuevo viejo bocadillo

Hay cosas ricas bien colocadas entre dos trozos de pan. Esperemos que no sea una tendencia, sino la constatación de qué unos cuantos finalmente entendieron de qué iba esto

Bocata de mejillones con patatas en El Porrón Canalla.

Coger un trozo de pan. Partirlo en dos mitades de forma más o menos horizontal. Separarlas. Echar algo supuestamente comestible dentro. Tapar. Morder y rezar por no haberse ya convertido en alguien susceptible de pensar que los anuncios de Corega le hablan a sus molares. Esto ha sido durante décadas nuestro bocadillo, algo de lo que, por razones que escapan a la razón, nos hemos sentido hasta orgullosos. El bocadillo, pues, es un poco como el desayuno, un elemento de nuestra dieta que pensábamos que hacíamos bien hasta que nos dimos cuenta de que el discurso tenía un enorme cráter: nadie más p...

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Coger un trozo de pan. Partirlo en dos mitades de forma más o menos horizontal. Separarlas. Echar algo supuestamente comestible dentro. Tapar. Morder y rezar por no haberse ya convertido en alguien susceptible de pensar que los anuncios de Corega le hablan a sus molares. Esto ha sido durante décadas nuestro bocadillo, algo de lo que, por razones que escapan a la razón, nos hemos sentido hasta orgullosos. El bocadillo, pues, es un poco como el desayuno, un elemento de nuestra dieta que pensábamos que hacíamos bien hasta que nos dimos cuenta de que el discurso tenía un enorme cráter: nadie más pensaba lo mismo. Hoy, el desayuno, rey de Instagram, es coreografía gastronómica en estado puro. Mientras, el bocadiillo ya aparece como plato a trabajar en realities y es fuente de inspiración para chefs estrella de medio mundo. Hacen hoy bocadillos los mismos señores que pensaron, hace unos años, que se acercaba la alta gastronomía al gran público quitando los manteles de la mesa y subiendo el volumen de la música.

Pero el bocadillo gourmet parece estar a punto de morir aplastado por el peso de los 20 ingredientes que debes ahora meterle para que sea considerado algo de valor. La burbuja del bocata ha explotado, como todas, por el lado del exceso y la sinrazón. Por mera lógica combinatoria, se acaban los elementos que puedes meter dentro de dos trozos de pan y los tipos de panes en los que puedes introducirlos. El porrón Canalla es un local de Malasaña que ha apostado por el bocadillo de producto. Sin alardes esquizofrénicos y, a la vez, sin el desdén tradicional que te hacía sentir que los ingredientes habían caído dentro del pan por una cósmica casualidad. Ahí, como en Sagàs (Matadero), hay cosas ricas bien colocadas entre dos trozos de pan. Esperemos que no sea una tendencia, sino la constatación de qué unos cuantos finalmente entendieron de qué iba esto.

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