Rastas y cardados

La música de Obeses y Oques Grasses reunió a un público abigarrado en la inauguración popular del festival Grec en la plaza de Margarida Xirgu

Obeses, durante su actuación de ayer en el preámbulo del Grec.Massimiliano Minocri

Faltaba casi media hora para el inicio de un acto que además comenzó con quince minutos de retraso, pero ellos ya estaban allí. Eran aquellos espectadores que habiendo superado la cincuentena larga ya ocupaban todos los lugares en los que uno podía sentarse, desplazando a los jóvenes a la parte central de la plaza de Margarida Xirgu, por fortuna ya no castigada por el sol. La inauguración popular del Grec los había congregado allí, y aunque no puede hablarse de masas con propiedad, lo variado del personal alegraba la vista al e...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Faltaba casi media hora para el inicio de un acto que además comenzó con quince minutos de retraso, pero ellos ya estaban allí. Eran aquellos espectadores que habiendo superado la cincuentena larga ya ocupaban todos los lugares en los que uno podía sentarse, desplazando a los jóvenes a la parte central de la plaza de Margarida Xirgu, por fortuna ya no castigada por el sol. La inauguración popular del Grec los había congregado allí, y aunque no puede hablarse de masas con propiedad, lo variado del personal alegraba la vista al entreverar rastas y arrugas, piercings y permanentes de sexagenaria coqueta, vidas casi por estrenar y otras con toda la vida casi por detrás. Un ambiente estupendo, reflejo de una ciudad que se aprestaba a inaugurar su festival estival, que hoy verá su estreno de tiros largos con el espectáculo de danza de La Veronal en el vecino anfiteatro. ¿Y los guiris? Pues fieles a su costumbre de sólo aparecer donde hay que pagar —el espectáculo ayer era gratis—, brillaban por su ausencia. Cosas de la ciudad. O suyas, ¿quién sabe?

El inicio del acto, todo sea dicho, no lo marcaron los parlamentos, sino el encendido de las planchas para asar butifarras, momento en el que se escampó ese olor a brasa presente en todos los festivales populares, y no en esos modernos donde expenden sushi y espelta. Con el olor en la pituitaria, Ramón Simó, director del Grec, dio paso a la alcaldesa Ada Colau, que manifestó la necesidad de que la cultura “no sea sólo una mercancía, sino un bien común de todos los ciudadanos”. También evocó los casi 40 años del Grec, 39, se aseguró preguntando a Simó, poniendo de relieve “que también entonces nacían anhelos y un espíritu de cambio que hoy continua, y que para mantenerlo precisa de todos vosotros y del tejido cultural, crítico y libre”. Aplausos. Bueno, ya antes de hablar, pues la alcaldesa dispone de tanto crédito que su sola presencia mueve a la adhesión del personal.

A todo esto algunos niños correteaban ajenos a lo simbólico del momento y también al pausado deambular de Ferrán Rañé entre el público, mirándolo todo con la libertad del actor que no se siente protagonista. Sí, la música inauguraba oficiosamente el Grec, y lo hizo con las luces del escenario deslumbradas por la luz diurna que aún se mantendría por un buen rato marcando la pauta. Obeses eran los encargados de abrir la noche junto a la Banda Municipal de Barcelona y ciertamente son una banda a la que hay que dar de comer a parte. No a la municipal, sino al cuarteto de Tona.

De entrada sus pintas eran cuando menos comentables, no por su aspecto en sí mismo, sino porque mientras tres de ellos iban de artistas; es decir, con la ropa con la que no acudirían al dentista, su bajista parecía que acababa de concluir su jornada laboral en la oficina, con su camisa planchada bajo la cintura de un pantalón de tela gris más formal que el conserje de un ministerio. Sin quererlo era el más llamativo de todos, descontando la uniformidad de la banda municipal, claro, todos ellos de negro Nick Cave.

Pero es que además Obeses, que presentaba el espectáculo que estrenaron en el Auditori hace pocos meses, Obeses 3D, son un grupo realmente inclasificable que a veces parece que hacen music hall, otras cabaret, más allá jazz gitano, luego recuerdan a Queen y siempre sorprenden con algún giro inesperado. Aún con todo tienen fans, que elevaron los puños con Brindem, brindem o Botifarra amb seques. Y no se piense que todos eran chavales: una señora de no menos de 65 años, rubia como Brigitte Bardot, cabeceaba satisfecha y cómodamente sentada con la primera pieza, Nata muntada.

Cerraron plaza Oques Grasses, recién llegados de Estados Unidos y no por ello sin ganas de jarana. Y es que su música, de corte popular, bailable, con regusto de reggae y ADN de fiesta desinhibida, resultó perfecta para el papel encomendado, dejar al público arriba y con la sensación de que la fiesta está ya aquí. Se llama Grec y ocupará todo el mes de julio.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Por si acaso se recomienda llegar pronto a los espectáculos: si no están numerados los sexagenarios ocuparán los mejores asientos con antelación.

Archivado En