“La Fundación Tàpies ha de seducir a nuevos públicos”

Carles Guerra, nuevo director de la institución, quiere debate

Carles Guerra, nuevo director de la Fundación Tàpies, ayer en el museo.CONSUELO BAUTISTA

"Los conflictos son escuelas y Barcelona tiene muchos". Con estas palabras cautamente optimistas Carles Guerra (Amposta, 1965) concluyó ayer su primera intervención como director de la Fundación Tàpies. En ella desgranó los puntos fuertes del proyecto que convenció al exigente jurado y le hizo conseguir una plaza a la que optaban 20 candidatos, 14 españoles y seis procedentes de Estados Unidos, México, Gran Br...

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"Los conflictos son escuelas y Barcelona tiene muchos". Con estas palabras cautamente optimistas Carles Guerra (Amposta, 1965) concluyó ayer su primera intervención como director de la Fundación Tàpies. En ella desgranó los puntos fuertes del proyecto que convenció al exigente jurado y le hizo conseguir una plaza a la que optaban 20 candidatos, 14 españoles y seis procedentes de Estados Unidos, México, Gran Bretaña, Italia y Bélgica. De estos finalmente quedaron siete, el británico y seis españoles, a los que se requirió ampliar la memoria original que constaba de dos partes: un análisis y diagnóstico de la Fundación para evaluar su trayectoria y situación actual y un proyecto para los próximo cinco años.

"Pedimos detalles específicos relacionados con el papel de la Fundación en ámbito local, nacional e internacional, con la gestión de recursos y la estrategia digital para reforzar su presencia en las redes. La decisión fue tomada por unanimidad tras mantener largas entrevistas con los siete finalistas y el lunes se presentó al Patronato para su ratificación", explicó Xavier Antich, presidente de la Fundación y miembro del jurado junto con Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, la comisaria francesa Catherine David, el cineasta Pere Portabella, y el galerista Toni Tàpies, hijo del fundador. También formaban parte del comité el subdirector del MNAC, Josep Maria Carreté, representante de la Generalitat, y Llucià Homs, por el Ayuntamiento.

Además de su formación académica y de su trayectoria, como primer director de La Virreina Centro de la Imagen de Barcelona y conservador jefe del Macba (un cargo del que dimitió tras su borrascosa relación con el director del museo Bartomeu Marí), lo que hizo inclinar la balanza a favor de Guerra fue el impulso renovador de su programa, combinado con la voluntad de no romper con la historia de la Fundación y el legado del artista Antoni Tàpies, fallecido en 2012.

Tres directores en 25 años

Tres directores han precedido a Carles guerra al frente de la Fundación Tàpies. El primero fue Manuel Borja-Villel, quien dirigió el museo desde su inauguración en junio de 1990, hasta julio de 1998. Borja-Villel consiguió dar una identidad a la institución más allá de la figura de su impulsor, el artista Antoni Tàpies, y encontrar su lugar no sólo en el marco barcelonés sino en ámbito internacional, con muestras clarividentes como Los límites del museo, que queda entre los mayores hitos de la Fundación. Además de exponer artistas como Louise Bourgeois, Brassaï, Marcel Broodthaers, Lygia Clark, Hans Haacke y Krzysztof Wodiczko, como gran conocedor de la obra de Tapies se encargó de integrarla armónicamente en un discurso más amplio y complejo. La Fundación le sirvió como trampolín y banco de prueba para los proyectos que le llevaron primero a la dirección del Macba y actualmente al Museo Reina Sofía de Madrid.

A Borja-Villel le sucedió la historiadora Nuria Enguita, actualmente reconvertida en editora de la revista Concreta, que ostentó el cargo de Responsable de Proyectos desde 1998 hasta septiembre de 2008. A pesar de organizar muestras destacadas como las de Chris Marker, Eulàlia Valldosera y Steve McQueen, su programación se hizo cada vez más críptica y minoritaria hasta generar una verdadera fractura con el público.

Laurence Rassel, que tomó el relevo en 2008, dio comienzo a un proyecto de apertura de los archivos institucionales a través de una red de trabajo tanto virtual como física, además de promover nuevas lecturas de la obra de Tàpies a través del diálogo con prácticas contemporáneas de performance y música. En su despedida de la Fundación recordaba como momentos especialmente satisfactorios la muestra de Anna María Maiolino, el descubrimiento al público español del coreógrafo Xavier le Roy y la investigación de la obra de Tàpies junto con el hijo de este, Miquel.

"Desde las instituciones artísticas y culturales hay que preparar el futuro, anticipando problemáticas y soluciones", aseguró Guerra, que se centró en las líneas generales de su proyecto, sin revelar datos más concretos sobre la programación, que se dará a conocer el próximo otoño. "Se habla mucho del agotamiento de la misión original de las instituciones artísticas de nuestra ciudad. Sin embargo la Tàpies sigue siendo necesaria y no redundante, sólo tenemos que repensar cuáles son nuestros capitales y cómo podemos ponerlos en valor", indicó Guerra, refiriéndose a su intención de remodelar la Fundación, para convertirla en un espacio de intervención en el cual el público tendrá un papel central y será parte "de la materia prima del programa".

"La propia configuración arquitectónica hace que la Fundación más que una sala de exposiciones sea un espacio plateau, donde el visitante pueda ser poseído por los contenidos. De ahí la necesidad de atender unas prácticas que requieren del público como elemento central. No queremos un espectador que pase y mire, sino que participe. El capital de la sociedad civil no es sólo económico", apuntó el director, que entre sus retos pone en primer lugar la oportunidad de redefinir el proyecto de la sociedad civil, involucrándola en la producción de ideas y contenidos.

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La figura y obra de Antoni Tàpies mantendrá un papel fundamental en la vida de la Fundación, aunque la idea de Guerra es "utilizar el legado de Tàpies como herramienta de debate para que no se convierta sólo en un valor patrimonial como ha pasado con Miró y Picasso".

También es su intención "reclamar prácticas estéticas genuinas y dar una respuesta crítica a la modernidad", tomándose como obligación la revisión de la historia.

Tanto Antich como Guerra agradecieron la labor de la directora saliente Laurence Rassel, que en sus siete años de mandato tuvo que lidiar con la peor crisis económica y hechos tan dolorosos como el fallecimiento de Tàpies y de su hijo Miquel, que presidió la Fundación entre 2008 y 2011.

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