Pablo Alborán calienta Las Ventas

El malagueño llenó anoche el primero de sus tres conciertos ante un público entregado

Alborán, durante el concierto de ayer en Las Ventas.CLAUDIO ÁLVAREZ

No hay relente capaz de enfriar el calor de la sangre cuando hierve. Ni pasado que lastre el futuro cuando se tiene todo por delante. Ni hay amor imposible cuando es platónico y está cantando para ti, y otras/os 20.000 como tú, encima del escenario. Ayer, jueves, para no llevar la contraria al maestro Berlanga, hubo milagro en Las Ventas. El verano llegó anoche a la plaza de toros de Madrid en la voz y en la presencia de Pablo Alborán, que calentó el cuerpo y el espíritu a las miles de chicas en ...

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No hay relente capaz de enfriar el calor de la sangre cuando hierve. Ni pasado que lastre el futuro cuando se tiene todo por delante. Ni hay amor imposible cuando es platónico y está cantando para ti, y otras/os 20.000 como tú, encima del escenario. Ayer, jueves, para no llevar la contraria al maestro Berlanga, hubo milagro en Las Ventas. El verano llegó anoche a la plaza de toros de Madrid en la voz y en la presencia de Pablo Alborán, que calentó el cuerpo y el espíritu a las miles de chicas en flor, algunos de sus novios, algún que otro de sus padres y muchas de las madres que los parieron a todos los que acudieron a su llamada.

El tradicional aguacero de la feria de San Isidro ha tenido este año la gentileza, o la mala idea, según criterios, de esperar a que los toreros se fueran con sus trastos de matar a otras plazas y llegara este chico de 26 años, antitaurino confeso, a hacer su particular faena. A vender todo el papel tres noches consecutivas. Y a poner el tendido boca abajo sin desenfundar más acero que el de su micrófono clásico de crooner, ni verter más sangre que la de los corazones rotos de los amantes de sus canciones.

Alborán, quedó claro desde el primer minuto, ha crecido. No a lo alto: pese a su insultante juventud, ya no está en edad de estirar, y el hombre no es precisamente un gigante fuera del escenario. Pero sí a lo ancho y, sobre todo, a lo hondo. La camisa blanca y el fular de soñador al cuello de los primeros tiempos son ahora unos vaqueros y una camiseta oscura adherida al poderoso torso y los brazos de bracero que ha echado de tanto trabajárselos en los hierros de los gimnasios de los hoteles de medio mundo. El virtuosismo vocal y los quiebros de voz del encantador Solamente tú que le lanzó al estrellato ha evolucionado a la contundencia más minimalista de Terral, el álbum de madurez que presentaba ayer en la primera de sus tres noches en Madrid y de las otras 50 citas que le esperan este año por España, Europa y Estados Unidos.

Pablo Alborán en datos

  • Pablo alborán nació en Malaga hace 26 años.
  • Ha vendido más de dos millones de álbumes. Lo que equivale a 32 discos de platino.
  • Ha sido el artista de más éxito en España durante cuatro años consecutivos.
  • Tiene más de 60 fechas cerradas este año en España, Europa y Latinoamérica…
  • Ha reunido a 45.000 espectadores con entrada para estas tres noches consecutivas de maratón madrileño.

Así, terral, se llama el viento cálido del sur que sofoca a su Málaga natal en los días más cálidos del verano y que vuelve tarumba a quien se deja. Y así se vio a Alborán anoche sobre el escenario. Más seco. Más caliente. Más adulto. El niño grande que enamoró a España con sus vídeos caseros en Youtube ha mutado en hombre de escenario y de negocios. Ha tomado el mando de su marca. Antes pedía permiso antes de hacer algo y luego perdón por haberlo hecho. Ahora actúa. Y después, antes y ahora, da las gracias.

Eso, su exquisita corrección, no ha cambiado. Ni el núcleo duro de su equipo, con Antonio Portillo, Porti, y su asistente, Esperanza, a la cabeza. Pero Alborán ya es mayor. Y se nota. Anoche bailó. Vaciló. Se adornó. Se gustó. Se vino arriba. Y con él, el público.

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Al final no cayó una gota, pero amenazó tormenta hasta última hora. Coherentes con la lógica del absurdo, los seguratas habían requisado a la entrada todos los paraguas plegables que acababan de comprar a cientos el respetable en los bazares chinos de la calle de Alcalá. Media hora antes de que empezara el concierto, el alijo medía ya su buen medio metro de alto. Dentro, el albero empapado embarraba los pies y las piernas desnudas de las chicas con las sandalias y los shorts de moda.

La permanente sombra de la tormenta hacía recordar a los más viejos el legendario aguacero del 7 de julio de 1982 en el primer concierto de los Rolling Stones en Madrid. Alborán no había nacido. Eran las vísperas del primer gran cambio político, de la foto de Felipe González y Alfonso Guerra celebrando la victoria socialista en el cercano hotel Palace.

Anoche, en el palco del Ayuntamiento en el coso, no hubo noticias de Manuela Carmena, probable próxima alcaldesa madrileña por cuya “coherencia ética” ha mostrado el artista franca simpatía. Habrá tiempo.

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